Las batallas que pierden los millonarios espa?oles
Comparados con los ricos del mundo entero, los espa?oles son un grupo de adinerados muy propio Estas lides los diferencian
Esta no es, desgraciadamente, una gu¨ªa sobre c¨®mo hacerse rico, sino una aproximaci¨®n a las distintas maneras de serlo, un repaso a la fibra de la que est¨¢ hecha nuestra ¨¦lite econ¨®mica. ?C¨®mo son esos millones de euros espa?oles que se pasean por el mundo, procedan o no de sweatshops banglades¨ªes, acaben o no en para¨ªsos fiscales? ?C¨®mo se comportan? ?Est¨¢n nuestros billonarios homologados en glamour y ascendiente medi¨¢tico con los opulentos potentados globalizados que estos d¨ªas se re¨²nen en c¨®nclave, como cada a?o, en el Foro Econ¨®mico Davos?
La c¨¦lebre lista Forbes, el hit parade del capital, un registro mercantil de resonancias obscenas convertido en objeto pop, sirve para un entretenido ejercicio de opulencia comparada. ?C¨®mo son nuestros ricos al lado de los de otros pa¨ªses?
1. El g¨²ru vs. El T¨ªo Gilito
El dinero, en Espa?a, habla sottovoce. No puede caber duda que sabe hacerse o¨ªr pero no suele expresarse en p¨²blico y acostumbra a limitar la exposici¨®n de sus ideas a las juntas de accionistas y los clubes privados. Resulta dif¨ªcil imaginar a nuestros ricos inmboliarios desarrollando su visi¨®n del mundo y estructurando sus lecciones para el ¨¦xito en forma de filosof¨ªa, como s¨ª hacen estadounidenses como George Soros (30? fortuna del mundo con 14.000 millones): uno de sus diversos libros se titula, precisamente, Mi filosof¨ªa. Incluso hay quien ha recopilado algunos de los dict¨¢menes m¨¢s inspiradores de Warren Buffett (42.807 millones; cuarto en la lista), conocido como el Or¨¢culo de Omaha, y los ha organizado en forma de tao. De nuevo, ?se imaginan a uno de los magnates ib¨¦ricos firmando una carta en un diario de tirada nacional pidiendo que le suban los impuestos a los ricos?
El rico como ejemplo de las virtudes de la meritocracia, el millonario hecho a s¨ª mismo tiene en Espa?a como modelo a Amancio Ortega (47.600 millones; tercero en el mundo), pero el gallego es un hombre m¨¢s bien reacio a aparecer en p¨²blico y su presencia medi¨¢tica es pr¨¢cticamente nula.
De modo que hu¨¦rfanos de visionarios del calibre del difunto Steve Jobs, esa doble funci¨®n social tan en boga del emprendedor + inspirador la ejercen aqu¨ª esforzados y originales combos de ultraman + broker como el muy tatuado Josef Ajram.
2. La fundaci¨®n vs. El 'filantrocapitalismo'
La filantrop¨ªa, que la RAE define simplemente como ¡°amor al g¨¦nero humano¡±, ha pasado a ser hoy en d¨ªa una actividad exclusiva de millonarios. Pero en los tiempos de la ingenier¨ªa financiera ocurre que la filantrop¨ªa no basta para optimizar recursos y desgravar gastos. Las fortunas adaptadas a los nuevos tiempos estructuran sus buenas obras en organizaciones complejas, manejadas a la manera de las grandes multinacionales globales o los bancos de inversi¨®n, mueven billones de euros y gradualmente van ocupando el espacio de los Estados a la hora de cubrir las necesidades b¨¢sicas de la poblaci¨®n, y ya de paso ponen el pie de la privatizaci¨®n en la puerta de los futuros mercados en expansi¨®n.
Es lo que The Economist ha venido a llamar filantrocapitalismo, tambi¨¦n conocido como venture philanthropy, por aquello de que utiliza muchos de los m¨¦todos que practican las entidades de capital riesgo. Como ¨¦stas, el objetivo de este tipo de instituciones filantr¨®picas ¨Corganizaciones privadas sin ¨¢nimo de lucro (inmediato)¨C en ¨²ltima instancia es un retorno de su inversi¨®n a largo plazo.
.@melindagates and I released our Annual Letter. Read how life is improving around the world: http://t.co/k2rVdcTplb pic.twitter.com/dHhXkLXry5
— Bill Gates (@BillGates) January 21, 2014
A nivel puramente contable, las sumas que destinan a donaciones y proyectos solidarios algunos de estos millonarios resultan mareantes. De nuevo, el l¨ªder en este tipo de proyectos es Warren Buffett, quien anunci¨® en 2006 que donar¨ªa el 83% de su fortuna (lo que entonces supon¨ªa unos 29.000 millones de euros) a obras ben¨¦ficas. Junto a Bill Gates (49.400 millones, el segundo hombre m¨¢s rico del mundo), el Or¨¢culo ha impulsado la iniciativa The Giving Pledge, una plataforma global para la filantrop¨ªa mediante la cual los billonarios que se adhieren se comprometen a donar la mayor parte de su fortuna. En una primera oleada contaban con 40 firmantes y unos 88.000 millones de euros y a d¨ªa de hoy se han sumado 120 muy ricos de todo el mundo, ninguno de ellos espa?ol.
No es por comparar, pero la demostraci¨®n m¨¢s imponente de m¨²sculo filantr¨®pico patrio ha sido la donaci¨®n de 20 millones de euros a C¨¢ritas que realiz¨® la Fundaci¨®n Amancio Ortega en 2010.
3. El servidor p¨²blico vs. El poder en la sombra
En Espa?a, es cierto, los pol¨ªticos no son (verdadera y opulentamente) ricos ¨Caunque pueden llegar a serlo as¨ª sea a base de que les toque la loter¨ªa¨C y, tal vez porque no les hace falta, los ricos no se embarran en pol¨ªtica. Desde luego, no de esa forma tan engorrosa y p¨²blica que consiste en elaborar un programa, presentar candidatura y esperar que el pueblo te vote.
En Estados Unidos encontramos ejemplos como el de Michael Bloomberg, 13? hombre m¨¢s rico del mundo (19.900 millones), que ocup¨® durante doce a?os la alcald¨ªa de Nueva York, o candidatos a la Casa Blanca como Ross Perot (2.600 millones) o el m¨¢s modesto Mitt Romney (185 millones). En la lista de espa?oles m¨¢s ricos, en cambio, tan solo encontramos a un exministro de Hacienda como Juan Miguel Villar Mir (1.330 millones), cargo que ejerci¨® durante menos de un a?o en el gobierno de Arias Navarro, all¨¢ por 1976 antes de dedicarse en cuerpo y alma a la constructora de obra p¨²blica OHL.
De todos modos, suponer que el dinero espa?ol ejerce presiones y mueve hilos en la sombra no puede dejar de ser... eso, una suposici¨®n, dado que a diferencia de la mayor¨ªa de pa¨ªses occidentales, los lobbys o grupos de inter¨¦s no est¨¢n regulados, si bien existe la intenci¨®n de incluirlos en la tan postergada Ley de Transparencia.
?4. Dinero virtual vs. Patrimonio
El dinero tiene apellidos. El dinero, es m¨¢s, se lleva en el ADN. Es cierto que dos de los principales ricos espa?oles son hombres hechos a s¨ª mismos: Amancio Ortega, el mito del esfuerzo hecho gallego global, es el mismo caso que el de Isak Andic, due?o de Mango (3.800 millones) y Bill Gates y un pu?ado de visionarios de la tecnolog¨ªa al estilo como Larry Ellison de Oracle (31.687 millones), Larry Page y Sergey Brin de Google (16.959 y 16.800 millones, respectivamente) o Mark Zuckerberg (9.817 millones). Pero este tipo de historias no son la mayor¨ªa en la lista Forbes.
Descendientes, hermanos, viudas y hasta exmujeres de todos los pa¨ªses pueblan la lista Forbes, y aunque para el dinero, m¨¢s que para cualquier otra cosa, la edad es relativa, no es lo mismo ser rico en dinero nuevo ¨Cese capital virtual que cotiza en el Nasdaq¨C que serlo en dinero viejo, capital de bienes inmuebles, dinero convertido en inm¨®vil y acumulado a lo largo de generaciones (y acumulando polvo). As¨ª, puede uno ser multimillonario como Jeff Bezos, de Amazon (22.845 millones), sin ni siquiera vislumbrar beneficios simplemente porque los mercados consideran que tu empresa/idea es una futura m¨¢quina de imprimir billetes, o puede uno ser potentado al estilo de la Duquesa de Alba, que necesita de las ayudas de la UE para garantizar el m¨ªnimo mantenimiento de latifundios y palacetes.
De hecho, la fiebre por el patrimonio, que viene a ser como una modalidad de clase alta de la man¨ªa por el piso en propiedad, es al fin y al cabo la madre de todas las burbujas del ladrillo, el origen de no pocas fortunas espa?olas pero tambi¨¦n de un buen n¨²mero de nuestras miserias.
5. El payaso en el espacio vs La pija en el 'photocall'
El millonario como figura pop, personaje medi¨¢tico que muestra las posibilidades del dinero, su lado l¨²dico y fr¨ªvolo pero tambi¨¦n y, a modo de moraleja, sus muchos peligros: la amenaza del rid¨ªculo, el enga?o de la demasiada adulaci¨®n, la oscura sombra del tedio, el empacho del lujo.
Despu¨¦s de millonarios de pel¨ªcula de Hollywood como Howard Hughes o William R. Hearst, el mundo tiene a¨²n millonarios con ideas de bombero ¨Ctambi¨¦n llamados visionarios¨C, como sir Richard Branson, rico multitasking que lo mismo se dedica a sacar el primer gran disco del punk, que monta una aerol¨ªnea o intenta romper r¨¦cords Guinness de viaje en globo. La ¨²ltima gran empresa de Branson es Virgin Galactic, una suerte de aerol¨ªnea de turismo espacial que ofrecer¨¢ vuelos suborbitales.
(Lo del espacio como la ¨²ltima frontera parece ser la ¨²nica salida que le queda al millonario, hastiado ya de los lujos terrenales. El norteamericano Dennis Tito, el primer turista espacial, pag¨® alrededor de 20 millones de d¨®lares por subirse a una nave Soyuz rusa y pasarse algo m¨¢s de una semana a 400 kil¨®metros de la Tierra. Le han seguido otros seis millonarios ¨Cninguno espa?ol¨C, entre ellos el franco-canadiense Guy Lalibert¨¦ (1.326 millones), expayaso y due?o del muy lucrativo Cirque Du Soleil.)
Pero es en el glamouroso cap¨ªtulo de las herederas donde nuestra clase millonaria se demuestra algo sosa: tanto las hermanas Koplowitz como Ana Patricia Bot¨ªn o Sandra Ortega Mera (heredera de la fortuna de su madre, calculada en unos 5.400 millones, lo que la coloca tercera en la lista espa?ola) han resultado dignas sucesoras y administradoras de los negocios de sus progenitores. M¨¢s all¨¢ de los desamores de Borja Thyssen o de las opiniones sobre religi¨®n y moda de Tamara Falc¨®, no tenemos herederos/as en la categor¨ªa superpop de Paris Hilton. Ni siquiera una Patty Hearst.
No, aqu¨ª no disponemos de la clase espectacular de millonarios. No tenemos ni un Donald Trump (2.358 millones), ni siquiera un rico gordo, c¨®mico y grotesco como Kim Dotcom (s¨®lo 147 millones). Nuestra opulencia pop, las manifestaciones m¨¢s jocosas de la subcultura de los millonetis est¨¢n concentradas aqu¨ª en una aristocracia en decadencia, como la Casa de Alba o la Casa Real (unos 1.800 millones de patrimonio, seg¨²n The New York Times). Entre temerosos y avergonzados, reservados y aislados entre sus pares, se dir¨ªa que nuestros millonarios no leen las novelas de Ayn Rand, sino m¨¢s bien las par¨¢bolas de Josemar¨ªa Escriv¨¢ de Balaguer.
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