¡°Los jueces deben tener ideolog¨ªa¡±
?H¨¦roe o villano? ?Impulsor del concepto de justicia universal o profesional en busca de fama internacional a cualquier precio? El exjuez de la Audiencia Nacional, condenado a 11 a?os de inhabilitaci¨®n por las escuchas del ¡®caso G¨¹rtel¡¯, reflexiona sobre su carrera, sus partidarios y enemigos, sus aspiraciones pol¨ªticas y su posible regreso a la judicatura. ¡°Soy juez. Fue mi profesi¨®n, mi vocaci¨®n, pero se puede hacer mucho por la justicia y las v¨ªctimas desde otros sitios¡±
Tres horas de sue?o al d¨ªa dan para mucho cuando uno est¨¢ despierto. ¡°A veces te viene la p¨¢jara, como a los ciclistas, pero bueno¡¡±. Con ese tiempo se basta Baltasar Garz¨®n para recobrar energ¨ªas y encarar todos sus compromisos por Espa?a ¨Cdonde lidera una fundaci¨®n con programas en nueve pa¨ªses y sede en cuatro o ha impulsado un bufete de abogados que defiende, entre otros, a Julian Assange¨C; Argentina, donde preside el Centro Internacional para la Promoci¨®n de los Derechos Humanos; Colombia, Ecuador o Seattle (Estados Unidos), donde desarrolla en la universidad trabajos de investigaci¨®n sobre El Salvador. En todos esos sitios y algunos m¨¢s se ha involucrado con las puertas abiertas de par en par dentro de diferentes asuntos que tienen que ver con comisiones de la verdad y defensa de los derechos fundamentales.
Desde que el Tribunal Supremo y un sector del poder judicial aprovecharon la denuncia de grupos de extrema derecha para acabar con su carrera como magistrado de la Audiencia Nacional, la vida de este juez con tremendo y creciente prestigio internacional ha adquirido dimensiones de estrella. Ahora s¨ª, verdaderamente. Investigaba el caso G¨¹rtel y hab¨ªa abierto una causa contra los cr¨ªmenes del franquismo. Ah¨ª, el magistrado que puso en jaque a ETA, el narcotr¨¢fico, a los Gobiernos bajo los que se practic¨® el terrorismo de Estado y cambi¨® el concepto de justicia universal para siempre deteniendo a Augusto Pinochet supo que en su propio pa¨ªs existen a¨²n l¨ªneas que no se cruzan. En caliente y con la decisi¨®n reci¨¦n anunciada de lo que fue, seg¨²n ¨¦l, una sentencia dictada de antemano, prometi¨® que volver¨ªa al cargo cuando se cumplieran los 11 a?os de inhabilitaci¨®n que le cayeron encima. Hoy ya no se muestra tan seguro. Tampoco se cierra a participar m¨¢s activamente en pol¨ªtica, confiesa haber hecho las paces con Felipe Gonz¨¢lez, se r¨ªe de la supuesta imparcialidad de la justicia (en enero reclam¨® una investigaci¨®n para aclarar las causas por las que se perdi¨® el expediente de petici¨®n de indulto solicitado para ¨¦l por la asociaci¨®n Medel) e indaga en el ni?o que entr¨® a un seminario y el adolescente que cuando anunci¨® que quer¨ªa ser juez asust¨® a sus padres: ¡°Eso no es para nosotros¡±, le dijeron en casa.
Parece que los aviones a usted le dan para mucho. Me he encontrado de todo. Desde infartos hasta partos o borracheras de gente que por miedo bebe y llega un momento en que pasa a un estado violento en el que le tienes que controlar. Me he llegado a encontrar hasta con Felipe Gonz¨¢lez.
Qu¨¦ tensi¨®n. No, qu¨¦ va. Fue en S?o Paulo y nos toc¨® asiento con asiento. Me lo avisaron. Era el ¨²ltimo sitio que quedaba y me dijeron: ¡°Se?or Garz¨®n, va en ese mismo vuelo Felipe Gonz¨¢lez, ?le importa?¡±. Obviamente sab¨ªan que no est¨¢bamos en el mejor de los momentos y yo dije que en absoluto, por mi parte. No pens¨¦ que ir¨ªamos juntos. Cuando me acercaba al sitio y le vi la cabeza por detr¨¢s, la verdad es que pens¨¦: ¡°Hay que ver, Baltasar, no es posible, no es posible¡±. Fue el reencuentro despu¨¦s de muchos a?os.
?Y qued¨® el asunto sin rencor? Aquella fue la conversaci¨®n m¨¢s extensa que hemos tenido despu¨¦s de que yo dimitiera de mi cargo en su Gobierno. Ahora le tengo gran respeto y aprecio, como ¨¦l a m¨ª, supongo.
Siguiendo por la pol¨ªtica. Con toda la labor que ahora ejerce y emprende por el mundo, ?no se le ocurrir¨¢ al Gobierno de Rajoy que bien le puede usted servir como figura para la marca Espa?a? A m¨ª en el fondo me vino bien, salva mi equilibrio mental afrontar aquella barbaridad que me ocurri¨®. El juez Luciano Varela iba a pi?¨®n fijo contra m¨ª, era una obsesi¨®n desde siempre, una obsesi¨®n manifestada a gritos por los salones del Tribunal Supremo. Era evidente lo que iba a pasar. Lo que me salv¨®, digo, fue que me march¨¦ a la Fiscal¨ªa de la Corte Penal Internacional. Me lo pidieron antes de la decisi¨®n. Yo lo solicit¨¦ y el Consejo retras¨® la petici¨®n hasta suspenderme. No me dejaron en servicios especiales, a coste cero para el Estado espa?ol; me obligan a atenerme a mi sueldo base, al que no pod¨ªa renunciar, eso me supone menos honorarios por mi labor en el extranjero, y cuando me condenan por lo de G¨¹rtel, me reclaman el dinero porque confunden lo que es suspensi¨®n de empleo y sueldo con suspensi¨®n de funciones. No hago m¨¢s que lo que me dejaron hacer. Quer¨ªa irme, no me dejan, me obligan a estar en una situaci¨®n, y encima hay que pagar. As¨ª es la vida.
No, no, as¨ª no es la vida. Bueno, claro, no, es una barbaridad; ese Ministerio de Justicia y sus abogados lo est¨¢n defendiendo, pero espero que el Tribunal Superior me d¨¦ la raz¨®n. Aunque, bueno, al margen de ese tema, me vino muy bien esa primera sentencia.
?As¨ª lo ve? Esto le ha hecho volar. Lo que s¨ª puedo decir es que no ha existido ni un solo lugar en el mundo, entre los que visito desde 2010, en el que no haya recibido muestras de apoyo por parte de las cortes supremas, los organismos internacionales, en el que no haya sentido ese calor y no me hayan dicho que no entend¨ªan lo que me hab¨ªa ocurrido.
Seamos positivos entonces. ?D¨®nde comenz¨® su nueva vida? Inmediatamente me fui a Colombia. All¨ª estuve en la misi¨®n de apoyo al proceso de paz trabajando con el Gobierno tambi¨¦n en el ¨¢rea de desmovilizaci¨®n, justicia transicional, con los paramilitares. Fue una experiencia impresionante. Visit¨¦ las c¨¢rceles, estuve con v¨ªctimas, elabor¨¦ un informe sobre la comisi¨®n de Justicia y Paz, y cuando me fui de la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA), en agosto de 2012, fue porque Estados Unidos impuso mi salida.
?Por qu¨¦? Por defender a Julian Assange. Lo exigieron. El presidente de la organizaci¨®n me dijo: no puedo hacer otra cosa, y yo le contest¨¦: s¨ª, s¨ª puede. Decir que no, pero lo entiendo¡ De todas formas, yo ya pensaba irme. Lo que no me gust¨® fue que se impusiera mi salida por defender a un cliente. Es la paradoja, que me condenen por no respetar el principio de defensa y me expulsen de un trabajo porque como abogado defiendo a alguien que ejerce la libertad de expresi¨®n. Quien se port¨® excelentemente conmigo fue el presidente Santos, de Colombia. Para nosotros sigue siendo el juez Garz¨®n, dijo.
Como tal le pensaba tratar en esta conversaci¨®n. Soy juez. Mi categor¨ªa no la pueden tocar. Y cuando cumpla mi sentencia, si me apetece, me reincorporo y no tengo que hacer m¨¢s tr¨¢mite.
La vida da muchas vueltas. Qui¨¦n sabe. El espacio se abre mucho. Fue mi profesi¨®n, mi vocaci¨®n, pero se puede hacer mucho por la justicia y por las v¨ªctimas desde otros sitios.
Se inventaron un delito para m¨ª. La sentencia estaba ya preestablecida
En eso de la marca Espa?a seguro que le apoyar¨ªa Aznar. Desde que le mand¨® a usted un telegrama en el que le dec¨ªa que estaba por comentarle a su amigo Bush que no le importar¨ªa compartir con usted el liderazgo en la persecuci¨®n del terrorismo a escala mundial, parece que le admira. No s¨¦ si lo recuerda. Me llevaba bien con ¨¦l. Respetaba su trabajo, pero no tuvimos pr¨¢cticamente ning¨²n contacto mientras fue presidente del Gobierno.
No lo habr¨¢n tenido, pero la acci¨®n pol¨ªtica de su Gobierno con la ley de partidos y su ofensiva judicial contra Batasuna m¨¢s o menos al tiempo fueron importantes para el final de ETA. Nunca estuve a favor de la ley de partidos. Cre¨ªa que era innecesaria. Por el terreno judicial se pod¨ªa llegar a lo mismo apart¨¢ndose de pol¨¦micas pol¨ªticas. Aunque la acci¨®n conjunta en ese terreno luego ha producido sus resultados.
Sus decisiones en la investigaci¨®n penal tambi¨¦n hicieron saltar pol¨¦micas. Pol¨¦micas que todav¨ªa estoy sufriendo, no por parte de sectores dem¨®cratas, sino por el entorno de ETA que se dedica a hacerme escraches ahora en Argentina, por ejemplo. Mis acciones no las tomo para adelantarme a la ley de partidos entonces, en 2002. Ya llev¨¢bamos tres meses en ello, las pautas penales no son tan arbitrarias como cierta gente piensa. Cuando se deb¨ªa tomar la decisi¨®n, se tom¨®. Pod¨ªa haberse aplazado. Pero como con el caso G¨¹rtel, dando un salto en el tiempo. Este estalla cuando la polic¨ªa me dice que Correa se marcha. Yo estaba jug¨¢ndome en ese momento la presidencia de la Audiencia Nacional. Y se lo solt¨¦ al comisario general de la Polic¨ªa Judicial: ¡°Me acaban de joder mis opciones a la presidencia¡±. Pues hay que hacerlo. Esa es la obligaci¨®n de un juez.
?Aunque le se?alen? Desde que al principio de los ochenta nos pusimos a investigar todo el entramado de ETA, lo que quisimos demostrar se basaba en que la organizaci¨®n criminal no era nada sin ese entramado social, pol¨ªtico y econ¨®mico detr¨¢s. Las piezas encajaban como un rompecabezas y ellos lo mov¨ªan a su conveniencia. Era necesario hacerlo visible, desnudarlo y actuar. Me lo dijo un abogado abertzale. Que estaba planeado desde el a?o 1992 y que lo ten¨ªa todo previsto.
Dentro de esa l¨ªnea fina que separa la pol¨ªtica de la judicatura, ?c¨®mo cree que les sentar¨¢ a los del otro lado que usted decida entrar en su terreno y dedicarse a ello? Porque no ha negado que lo quiera hacer. Mi concepci¨®n del Estado es muy clara. Los tres poderes tienen su espacio. Pero no deben ir en sentido divergente. Nunca he tenido problema en coordinarme con ellos, para m¨ª era fundamental preservando el secreto de las investigaciones.
Me refiero a que se presente usted a unas elecciones. Participar en pol¨ªtica es una obligaci¨®n de todos los ciudadanos. No soy de los que dicen que no participan en pol¨ªtica; en esa afirmaci¨®n ya existe un juicio generalmente de derechas. Ni tampoco creo a aquellos que sostienen que los jueces deben aparcar su ideolog¨ªa. No. Deben tenerla, contaminarse con la sociedad, saber lo que est¨¢n haciendo. Lo contrario es una temeridad.
?Se refiere a las torres de marfil? S¨ª, a esas que siempre se inclinan hacia el mismo sitio, qu¨¦ casualidad. Hay que participar. Yo ahora que estoy libre he dicho que s¨ª quiero participar, lo estoy haciendo, pero que no me vinculen con nadie porque no aspiro a ning¨²n cargo o elecci¨®n.
?Concurriendo a las urnas? No en este momento. No es una prioridad.
Me advirtieron antes de verle que lo que m¨¢s le apetec¨ªa era hablar de futuro. ?En otro momento, entonces, se presentar¨ªa a unas elecciones? Si a lo que nos referimos como entrar en pol¨ªtica es asumir un liderazgo que te lleve a ejercer un cargo p¨²blico, no es mi prioridad. Pero s¨ª en el dinamismo de ideas o apoyo a opciones que defiendan planteamientos con los que me identifico. Ocurre con Convocatoria C¨ªvica, una iniciativa de julio del a?o pasado que sigue vigente como acci¨®n abierta y aglutina a una convergencia de fuerzas progresistas que quieren hacer frente a una opci¨®n conservadora. Bajo mi punto de vista, est¨¢ produciendo unos resultados nefastos pese a los parabienes de Obama.
?Se derrumba el sistema que nos rige desde hace m¨¢s de 30 a?os? S¨ª, y no se dan cuenta. Se mantienen en un castillo agarrotados, abrazados a los cargos, y se llevan a la gente por delante.
?A usted, por ejemplo? Ese modelo ya no es cre¨ªble. Es antidemocr¨¢tico; de un modelo participativo hemos pasado a otro corporativo de distribuci¨®n. Los ciudadanos necesitan una alternativa. Eso es como cuando se dice que la Constituci¨®n no se toca. ?Por qu¨¦ no se va a tocar? Se toca todo. La ley del aborto, la educaci¨®n, la seguridad. ?Y la Constituci¨®n no? Pues a lo mejor hay que empezar por eso.
?Es de los que piensan que en estos momentos Espa?a le necesita? No. Espa?a no necesita ni salvadores ni expertos en el arte de birlibirloque. El pa¨ªs necesita compromisos. Una ¨¦tica de la responsabilidad pol¨ªtica requiere que la gente que est¨¢ atenta a nosotros, cuando emprendes algo, no piense: ?por qu¨¦ lo har¨¢? Siempre he defendido la cultura de lo p¨²blico. Cuando me dec¨ªan por qu¨¦ me met¨ªa como juez en ciertas cosas, respond¨ªa que para eso me pagaban. ?Que el sistema me ha llevado por delante? No lo s¨¦. Yo creo que han sido determinadas personas.
?Existe una mano negra? ?Una l¨ªnea que todav¨ªa no se puede traspasar? No s¨¦ si una o muchas manos, personas que forman parte de ese sistema. A m¨ª lo que me preocupa son las interferencias que determinados pol¨ªticos o sujetos del Partido Popular hicieron en un momento concreto, y adem¨¢s alardeando de que hablaban con jueces, magistrados, que ten¨ªan reuniones, que llevaban, que tra¨ªan, eso para m¨ª es escandaloso. Luego ves la secuencia y lo compruebas. Se inventaron un delito para m¨ª. Los jueces que han actuado en el caso G¨¹rtel despu¨¦s ratificaron mi medida, la prorrogaron y la utilizaron. Cinco fiscales estaban de acuerdo en que mis acciones eran correctas. ?Por qu¨¦ para m¨ª no? Podemos buscar explicaciones que se me escapan. Pero he renunciado ya a buscar causas y argumentos. Respeto el sistema judicial, no acud¨ª con ¨¢nimo de ruptura, pero laminaron mi derecho de defensa, no me dejaron utilizar m¨²ltiples pruebas, la sentencia estaba ya preestablecida, ?c¨®mo puede hablarse de imparcialidad?
Los jueces deben tener su ideolog¨ªa, contaminarse con la sociedad
Me lo imagino a usted con un mal pronto y me echo a temblar. Tengo mucho aguante, he tragado mucha quina, siempre cuento hasta diez. En las situaciones m¨¢s cr¨ªticas de mi vida he estado muy tranquilo.
?De qu¨¦ se arrepiente? De haber fallado y haber hecho pasar tiempo en la c¨¢rcel a gente que finalmente ha sido absuelta, por eso me producen indignaci¨®n esos jueces que se vuelven insensibles a una realidad que est¨¢ al alcance de la mano y no la enfrentan por comodidad o falta de compromiso. No es una cr¨ªtica generalizada, a veces me acusan de falta de corporativismo, pero es as¨ª, a quien va a pedir justicia no se le puede torear.
Hay dos tipos de jueces, dice usted. El que se conforma con una respuesta y el que hace siempre la siguiente pregunta. El pasivo y el productivo. Al primero lo rechazo frontalmente.
?Cu¨¢les son mayor¨ªa? Antes quiz¨¢ los primeros, ahora no. Todav¨ªa existen, pero menos. Espero haber influido en cambiarlo.
Volvamos al g¨¦nero de la anterior pregunta. Aquellos que siempre van m¨¢s all¨¢ a partir de que quien tiene delante ratifica su declaraci¨®n. Como me ocurri¨® a m¨ª con el Manco de Bellavista.
?Qui¨¦n? S¨ª, hombre, un tipo que trapicheaba en mis tiempos de la Facultad de Derecho de Sevilla. Lo conoc¨ªa todo el mundo, vend¨ªa marihuana, hach¨ªs. Busqu¨¦ su complicidad. Al tomarle declaraci¨®n en mitad de una operaci¨®n con 10.000 kilos de hach¨ªs, y tras negarse a declarar ante el Juzgado Central, yo le digo: ¡°Hay que ver, Manco, las vueltas que da la vida. T¨² eres de Sevilla, ?no? All¨ª en el Prado de San Sebasti¨¢n ten¨ªas t¨² el sitio donde te mov¨ªas¡¡±. A partir de entonces empez¨® a largar e implic¨® a 350 personas de Espa?a, Marruecos, Italia, Francia y Holanda, dos de las organizaciones m¨¢s peligrosas de la Camorra napolitana, una de las operaciones m¨¢s importantes en ese campo. Una mente privilegiada la suya. Nombres, apellidos, zonas¡, espectacular.
?Ha visto usted ¡®The wire¡¯? S¨ª, estoy en la tercera temporada. As¨ª es. Genial, demuestra todo. Esos polic¨ªas que se escaquean y te quieren dejar el muerto. Hay mucho y poco hero¨ªsmo en ese ¨¢mbito a la vez.
Por quien me pregunto muchas veces es por ese ni?o que en Andaluc¨ªa comenz¨® a construir dentro de s¨ª un determinado concepto de justicia. ?C¨®mo era? Fue un c¨²mulo de circunstancias. Pero, sin lugar a dudas, la educaci¨®n recibida por parte de mis padres, muy liberales ambos. Mi madre, una mujer excepcional, con una mente muy abierta. Mi padre era agricultor y trabaj¨® luego en una gasolinera en la que yo tambi¨¦n estuve varios a?os. Muri¨® muy joven, hace ahora 25 a?os. La familia de mi padre era de izquierdas, y la de mi madre, de derechas, pero tuvo su importancia la figura de mi t¨ªo Gabriel, un hombre que combati¨® para la Rep¨²blica, que era de derechas y aun as¨ª se mantuvo fiel a la legalidad. Pudo cambiar de bando y no quiso. Tambi¨¦n me influy¨® el seminario.
?Iba para cura? Bueno, con 11 a?os no te planteas esas cosas. Nunca he renegado de lo que viv¨ª all¨ª. Yo quer¨ªa desarrollar una tarea de solidaridad, quise hasta irme a las misiones. Me ense?aron amor al trabajo y responsabilidad. Pero me dejaron por imposible al pillarme una medio novieta de entonces.
El voto de castidad, a tomar viento. Bueno, pecabas y te confesabas al d¨ªa siguiente. Pero hab¨ªa m¨¢s. Un amigo m¨ªo, al preguntarle por qu¨¦ no me hablaba, me coment¨® que hab¨ªa o¨ªdo que yo era comunista y que pod¨ªa corromperle. ¡°?No te jode! Pero ?por qu¨¦?¡±, le pregunt¨¦. Me contest¨® que porque no iba a misa, ni me ve¨ªan rezar. Lo que yo hac¨ªa era cuestionar. Bueno, que me dejaron por imposible. Pero ese compromiso social lo beb¨ª de all¨ª. Empec¨¦ a leer despu¨¦s muy pronto a Gramsci, a Marx, a escuchar m¨²sica de la Rep¨²blica¡ Un buen d¨ªa o¨ª la conferencia de un juez, padre de un amigo m¨ªo, Lorenzo del R¨ªo, hoy presidente del Tribunal Superior de Andaluc¨ªa, y decid¨ª que quer¨ªa serlo. Cuando se lo dije a mi madre, casi le da un ataque. Dijo: ¡°Eso no est¨¢ hecho para nosotros¡±.
?C¨®mo? ?ramos una familia agr¨ªcola de clase media, cinco hermanos, 70.000 pesetas de sueldo, todos estudiantes, pero aquella carrera se ve¨ªa fuera de nuestro ¨¢mbito. De hecho trataron de disuadirme. Me dec¨ªan que en alg¨²n momento aquello iba a ser imposible.
En cierto sentido acertaron. Ya, pero no renuncio sobre todo a aquellas satisfacciones que mi padre y mi madre se llevaron. Cuando aprob¨¦, mi padre era el hombre m¨¢s feliz de la tierra.
Y el d¨ªa que le echaron, ?qu¨¦ le dijo su madre? Un beso, un abrazo. La familia est¨¢ aqu¨ª y siempre va a estar. Una mente privilegiada. Todas las desgracias en mi familia han generado m¨¢s acercamiento gracias a ella, pero lo ha pasado muy mal, calladamente, y eso no lo voy a perdonar nunca.
El rencor suena mal, pero ?la indignaci¨®n funciona a la hora de buscar justicia? No s¨¦ odiar. No se me olvidan las cosas, pero odiar, nunca. ?Indignaci¨®n? Claro que s¨ª. Me he proclamado, y por escrito, militante del principio de indignaci¨®n activa frente a la indiferencia, la injusticia, la falta de compromiso.
Me arrepiento de haber llevado a la c¨¢rcel a gente que luego fue absuelta
?Cu¨¢ntas veces le dijeron que est¨¢ loco? Seriamente, nunca. Un punto de locura existe en todos los seres humanos cuando tomamos seg¨²n qu¨¦ decisiones. Nunca he tomado ninguna a la ligera aunque la haya adoptado en una fracci¨®n de segundo. Hasta cuando tom¨¦ la decisi¨®n de investigar los cr¨ªmenes franquistas, yo sab¨ªa qu¨¦ pod¨ªa pasar.
?Pero no le sorprendieron siquiera las consecuencias? ?No le llam¨® la atenci¨®n que justo con eso fuera a pinchar en hueso? A m¨ª me toc¨®, pero cuando la tom¨¦ sab¨ªa desde el primer momento que esa causa me generar¨ªa graves problemas.
?Hasta el punto de no poder pasar de cierta frontera y encima pagar las consecuencias? Me sorprendi¨® la intransigencia del Tribunal Supremo. Llega uno a la conclusi¨®n clar¨ªsima de que el franquismo est¨¢ inoculado en nuestros genes, que est¨¢ vivo. Es el ¨²nico pa¨ªs de Europa que no ha investigado a fondo su pasado. Existe una corriente negacionista, y enfrente, m¨¢s de 150.000 v¨ªctimas que esperan reparaci¨®n. Es cuesti¨®n de respeto a la dignidad de los vencidos; con el tiempo transcurrido, tienen derecho a la verdad y a que se les repare.
Volviendo a la indignaci¨®n. Aquella respuesta con destemplanzas que le dio Scotland Yard cuando pregunt¨® si Pinochet estaba en Londres, probablemente le hizo a usted decirse a s¨ª mismo: Pues se van a enterar. M¨¢s todav¨ªa, me dije: No voy a renunciar. Me vinieron a contestar: ?Y a usted qu¨¦ le importa? Claro que me importa. Ah¨ª intervino el embajador brit¨¢nico, John Dew. Fue decisivo al comentarme que no se me pod¨ªa tratar de esa manera. Cuando las autoridades de su pa¨ªs reaccionaron as¨ª, ¨¦l les conmin¨®: no se puede contestar as¨ª a un juez espa?ol que adem¨¢s colabora con las autoridades brit¨¢nicas ¨Chab¨ªamos arreglado con celeridad las extradiciones de un violador y un asesino en la Costa del Sol¨C. Y despu¨¦s todo se tramit¨® como se hacen estas cosas.
Tambi¨¦n le criticaron a usted por interferir en lo que llevaba hecho el juzgado n¨²mero 6 con respecto a ese caso. Es la historia de una comisi¨®n rogatoria que nunca se hizo. Mientras tanto, yo, sin presi¨®n, porque todo el foco estaba en si se hac¨ªa o no aquello, opt¨¦ por pedir la informaci¨®n, los datos, y cuando emit¨ª esa orden era consciente de que mi cabeza estaba en el filo de la navaja. Sab¨ªa que pod¨ªa ser un fiasco. Cuando se dio la orden, todav¨ªa no sab¨ªamos si el caso era competencia de Espa?a. Y diez d¨ªas despu¨¦s, el Tribunal de la Audiencia Nacional en pleno dio v¨ªa libre para los procedimientos de Chile y Argentina. Yo ped¨ª la acumulaci¨®n de ambos. La sala me dio la raz¨®n, y ya.
Giovanni Falcone, el juez italiano asesinado por la Mafia, sosten¨ªa algo que a usted le ha marcado. Primero critican tu trabajo, despu¨¦s te desprestigian, luego pasan a la amenaza y por ¨²ltimo te eliminan. ?En cu¨¢l de todas esas terror¨ªficas fases se encuentra usted? En algunos momentos me siento dentro de esa secuencia. Ahora en Argentina est¨¢ ese grupo de defensores del pueblo vasco, o algo as¨ª, con connotaciones violentas, que reconocen que su objetivo es acabar con mi prestigio o mi fama. As¨ª han marcado a las personas. Ahora creo que ETA no volver¨¢ a la acci¨®n terrorista. Pero si lo hiciera, soy consciente de que estoy en la lista.
?Miedo es una palabra que le cuadra? Quien diga que no lo padece, miente. ?C¨®mo no voy a tener miedo? Pero el miedo te lleva a reflexionar y o bien te inhibe o afrontas tu responsabilidad. Cuando he sentido que me inhib¨ªa, he tomado la dr¨¢stica salida de seguir adelante. Siempre puedes no hacerlo, ?qu¨¦ me hubiera costado decir que no a la investigaci¨®n del franquismo? ?Un d¨ªa de prensa? ?Dos? Pero eso me hubiera acompa?ado toda mi vida. Y en el caso G¨¹rtel, lo mismo. Pero lo exig¨ªa la investigaci¨®n. Tuvo consecuencias. ?Qu¨¦ le vamos a hacer! Aquellas decisiones las volver¨ªa a tomar cien veces m¨¢s porque creo que era mi deber.
?C¨®mo va el asunto de Julian Assange? Estoy preocupado por su situaci¨®n, es de una fortaleza impresionante. El asilo en la Embajada de Ecuador en Londres funciona, pero la situaci¨®n se prolonga y est¨¢ en unas condiciones peores que en prisi¨®n. No le da el sol, no puede salir a la terraza porque lo detendr¨ªan. Es incomprensible que Suecia haya tomado una actitud tan hostil contra ¨¦l. No tenemos ning¨²n problema en asumir el juicio de Suecia con cargos de violaci¨®n, pero necesitamos una garant¨ªa clara, definitiva, de darle asilo si tiene que responder a un juicio, y una condena en caso de que esta se produzca. ?l se encuentra todav¨ªa bien, aunque yo estoy muy preocupado por su estado.
?Defender¨¢ finalmente tambi¨¦n a Snowden? Me lo propusieron. Lo valor¨¦. No consider¨¦ adecuado defender a los dos. Son hechos diferentes. Me parece tambi¨¦n una barbaridad lo que le est¨¢ ocurriendo. Lo que ha revelado es de tal gravedad que clama al cielo. Defender a los dos no ser¨ªa conveniente ni para uno ni para otro.
Y a la infanta Cristina, ?la defender¨ªa? La Infanta tiene su defensa. Si me lo hubiesen planteado, lo habr¨ªa estudiado y habr¨ªa decidido en consecuencia.
?Se condenar¨¢ la Monarqu¨ªa con este asunto? No hay que condenar a la Monarqu¨ªa. S¨ª conductas punibles y hechos delictivos. Lo que yo sostengo es que el ataque que se hizo al juez inicialmente, ese escrache judicial, estaba fuera de toda l¨®gica. La investigaci¨®n debe ser ¨¢gil, y cuanto antes termine, mejor. Tambi¨¦n fue un error por parte de la Infanta y su equipo asesor evitar que compareciera en el primer momento. Ese es el ejemplo que deber¨ªa dar una alta instituci¨®n del Estado. Frente a las acusaciones e imputaciones, transparencia.
?No le da un poco de reparo colaborar tan activamente con Gobiernos de Am¨¦rica Latina en los que se practica un populismo de izquierda, como Argentina o Ecuador? A cada pa¨ªs hay que juzgarlo por su propia idiosincrasia. En Ecuador se tilda a Correa de cercenar la libertad de expresi¨®n y leo ataques furibundos contra ¨¦l. En Argentina existe una tensi¨®n entre el Gobierno y el Grupo Clar¨ªn evidente con la ley de medios ¨Cen la que la justicia ha dado la raz¨®n al Ejecutivo¨C, y los ataques y descalificaciones son impresionantes. All¨ª ha estado el relator de Naciones Unidas para la libertad de expresi¨®n y ha apoyado esa ley de medios. Que se puede mejorar, que existe el riesgo a veces de que un exceso de poder conferido electoralmente puede convertirse en algo negativo, s¨ª. Pero como ocurre aqu¨ª con la ley de seguridad ciudadana, el aborto, una reforma educativa que nos coloca en la cola del mundo.
?Qu¨¦ fue de aquella historia que le relacionaba a usted sentimentalmente con Cristina Fern¨¢ndez en Argentina? Una falacia como tantas otras. Aquello se inici¨® en Espa?a con la idea de atentar contra mi prestigio y el suyo.
Usted no lo neg¨®. Nunca quise entrar en esa historia. Me parece zafia. Esa utilizaci¨®n del periodismo de queroseno ¨Cque as¨ª lo llama Joaqu¨ªn Estefan¨ªa¨C, da?ino, no aporta nada.
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