Tunecinos y espa?oles
La nueva Constituci¨®n de T¨²nez ha tardado tres a?os en llegar, pero el resultado es ejemplar
No basta con alcanzar la libertad. Hay que asegurarla y organizarla. Esta segunda tarea, tan o m¨¢s dif¨ªcil que la primera, requiere de una constituci¨®n, el marco legal que incluya a todos los que la han obtenido e incluso a quienes la combatieron y est¨¢n dispuestos luego a aceptarla.
Para constituirse en una sociedad pol¨ªtica libre hay que hacer dos cosas, ambas dif¨ªciles: alcanzar la libertad y luego organizar s¨®lidamente su ejercicio. Las coaliciones para romper con las dictaduras suelen ser extensas y relativamente f¨¢ciles de armar. M¨¢s dif¨ªcil es convertirlas luego en la base ancha y estable de un consenso constitucional en el que todos quepan y que pueda superar las pruebas del tiempo.
Los tunecinos han sabido hacer ambas cosas, alcanzar la libertad y ahora organizarla, no sin dificultades y penalidades, que han incluido brotes terroristas y dos asesinatos pol¨ªticos. No hubo tregua de las viejas fuerzas de la dictadura pasada ni de las nuevas de las dictaduras futuras que ya asoman. Afortunadamente ha sido m¨¢s fuerte la disposici¨®n al pacto, sobre todo por parte del islamismo pol¨ªtico y de la izquierda laicista, exactamente las fuerzas contrapuestas que no han sabido acordar posiciones en Egipto.
Pocas constituciones en el mundo protegen los derechos de la mujer como lo hace la tunecina
Cuando todos ceden, como han hecho los tunecinos, todos tambi¨¦n ganan. Ceder no quiere decir renunciar a las propias ideas, sino aplazar la confrontaci¨®n o someterla a otros ritmos, transacciones o arbitrajes. La nueva constituci¨®n tunecina, aprobada por una holgad¨ªsima mayor¨ªa cualificada parlamentaria, ofrece un lugar preeminente al islam, pero a la vez defiende los principios de la laicidad. Cuando no haya acuerdo, que no lo habr¨¢ en alg¨²n momento, decidir¨¢ el Tribunal Constitucional.
Tres a?os ha tardado en llegar, pero el resultado es ejemplar, sobre todo para quienes todav¨ªa pugnan por la libertad en el mundo ¨¢rabe, a los que ofrece un espejo donde mirarse. Establece una rep¨²blica presidencialista inspirada en el modelo franc¨¦s, pero equilibrada con una cierta bicefalia en la c¨²pula del Estado y una fuerte divisi¨®n de poderes. Pocas constituciones en el mundo protegen los derechos de la mujer y ninguna en el mundo ¨¢rabe la libertad religiosa como lo hace la tunecina.
Para que las constituciones duren hay que echar primero unos buenos cimientos, como han hecho los tunecinos; luego hay que cuidarlas. Quiz¨¢s los tunecinos han encontrado alguna inspiraci¨®n en la Constituci¨®n Espa?ola, cuando los espa?oles alcanzamos y constituimos una libertad que inclu¨ªa a todos. En el futuro tambi¨¦n debieran buscar inspiraci¨®n en nuestro contraejemplo, cuando aqu¨ª hemos dejado de cuidarla y cultivado el disenso y la polarizaci¨®n en vez de ir renovando y refrescando aquel pacto constitucional que proporcion¨® al mundo una sorpresa similar a la que est¨¢n dando ahora los tunecinos.
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