Contorsionismo audiovisual
Espa?a, en un alarde de ceguera, ha cerrado filas en torno a la televisi¨®n terrestre, en detrimento de la fibra ¨®ptica o el sat¨¦lite
La sentencia del Tribunal Supremo ordenando el cierre de 9 canales de televisi¨®n, el varapalo de la Comisi¨®n Europea a las subvenciones ilegales para la implantaci¨®n de la TDT en Espa?a, el comienzo del fin de las televisiones auton¨®micas o la inaplazable puesta en marcha del dividendo digital, son algunos de los ingredientes de un men¨² vibrante cuando se trata de reflexionar sobre las evidencias que hoy contorsionan el panorama audiovisual espa?ol.
Pese a que todos los indicadores apuntan hacia un imparable crecimiento de los servicios en movilidad, para los que ser¨¢ necesario contar con m¨¢s espacio _dentro del espectro radioel¨¦ctrico_ que garantice la calidad del suministro de los contenidos televisivos, Espa?a, en un alarde de ceguera poco compasivo con la complicada situaci¨®n econ¨®mica que nos asola, ha cerrado filas en torno a la televisi¨®n terrestre, en detrimento de otras tecnolog¨ªas _como la fibra ¨®ptica o el sat¨¦lite_ que han demostrado m¨¢s eficiencia a la hora de garantizar un suministro de calidad, capaz de llegar tanto a n¨²cleos urbanos como a zonas rurales o dispersas, muchas con riesgo de exclusi¨®n. En definitiva, en lugar de la prometida digitalizaci¨®n, lo que se ha impuesto es la terrestralizaci¨®n.
En paralelo, la oferta televisiva espa?ola se ha ido concentrando hasta la paradoja de que dos grupos se reparten casi todo el negocio publicitario, las televisiones p¨²blicas se han convertido irreparablemente en un pozo sin fondo, temerariamente deficitario y los canales locales son un reducto ruinoso de brujas, videntes y penosa pornograf¨ªa.
La televisi¨®n es la primera fuente de entretenimiento e informaci¨®n con la que cuentan los ciudadanos y debe, por ello, ser capaz de adaptarse a los cambios en los gustos de sus usuarios y a las nuevas tendencias que apuntan hacia la coexistencia de varias plataformas tecnol¨®gicas en la difusi¨®n de los canales de televisi¨®n.
Dos grupos se reparten casi todo el negocio publicitario, las televisiones p¨²blicas se han convertido en un pozo sin fondo y los canales locales son un reducto ruinoso de brujas, videntes y penosa pornograf¨ªa
De acuerdo con los an¨¢lisis y proyecciones m¨¢s solventes, el futuro inmediato del panorama audiovisual europeo pasa por la creciente demanda de servicios de televisi¨®n de Alta Definici¨®n, tecnolog¨ªa ya asentada y con una aceptaci¨®n sin precedentes -3.200 canales de televisi¨®n en 2021- y Ultra Alta Definici¨®n, su evoluci¨®n l¨®gica _56 canales en 2015_, que s¨®lo podr¨¢ ser suministrada a trav¨¦s del sat¨¦lite, la fibra ¨®ptica y, potencialmente, por redes de cable.
As¨ª, y aunque la televisi¨®n lineal se mantenga como la forma m¨¢s com¨²n de acceso a los contenidos, la viabilidad de otros medios est¨¢ creciendo a un ritmo que ser¨¢ necesaria la combinaci¨®n de redes terrestres y satelitales para asegurar el suministro del servicio a todos los usuarios.
La progresiva liberaci¨®n del espectro, en el referido proceso del dividendo digital ser¨¢, por tanto, crucial para conseguir ese objetivo. El mismo tendr¨¢ como contrapunto el freno en el desarrollo de la TDT, al verse reducida la banda, por el previsible incremento del tr¨¢fico de datos en movilidad, obligando a las redes terrestres a acudir al sat¨¦lite para garantizar el flujo de los contenidos.
En los ¨²ltimos a?os, el sat¨¦lite se ha confirmado como fuente principal de acceso a la televisi¨®n por parte de los ciudadanos europeos, lo que lo sit¨²a como la v¨ªa m¨¢s id¨®nea y efectiva de transportar los contenidos _en Alta Definici¨®n, 3D y en un futuro inmediato, Ultra Alta Definici¨®n_ requeridos por un nuevo usuario que reinventa d¨ªa a d¨ªa el modo de relacionarse con la tecnolog¨ªa, incluida la televisi¨®n. Son las propias exigencias de los usuarios las que van condicionando las diversas maneras de acceder a la televisi¨®n y las que determinan el nivel de calidad de los contenidos que se difunden.
Buenas noticias tambi¨¦n para la televisi¨®n por Internet, que experimenta el crecimiento m¨¢s importante entre los medios de transmisi¨®n de televisi¨®n, en un claro contraste con la TDT y el cable que han protagonizado un descenso paulatino en su penetraci¨®n y presencia en los hogares, debido, sin duda a la no digitalizaci¨®n de la totalidad de sus servicios.
Esto explica la primac¨ªa de la penetraci¨®n del sat¨¦lite y la televisi¨®n v¨ªa Internet que constituyen, a d¨ªa de hoy, las formas tecnol¨®gicas m¨¢s eficientes.
Y es por ello por lo que la contumacia hispana, en contra de las evidencias, denota falta de visi¨®n, al poner todos los esfuerzos en la promoci¨®n de la televisi¨®n terrestre como ¨²nica plataforma de difusi¨®n de los canales de televisi¨®n.
Un l¨®gico escenario multiplataforma supondr¨ªa, adem¨¢s, un claro beneficio para los contribuyentes, quienes tendr¨ªan, dentro del nuevo contexto de liberaci¨®n de dividendo digital, la posibilidad de elegir entre costear las nuevas y sucesivas readaptaciones en sus antenas -si quieren seguir viendo la TDT- o bien cambiarse a otra plataforma como la fibra ¨®ptica, el ADSL o el sat¨¦lite, que no se ver¨¢n afectados por dicho proceso. Adem¨¢s, la disponibilidad de varias plataformas implicar¨ªa un ahorro significativo para las maltrechas arcas p¨²blicas en su noble deseo de acercar la televisi¨®n digital al 100% de la poblaci¨®n.
Ser¨ªa, por ello, de esperar que los reguladores del baile digital tuvieran en cuenta la viabilidad de un escenario de mercado que est¨¦ compuesto por distintas tecnolog¨ªas definitivamente acreditadas _y hasta ahora arrinconadas en Espa?a_ para la difusi¨®n de la televisi¨®n digital, lo cual ser¨ªa altamente beneficioso para la creaci¨®n de un marco de neutralidad tecnol¨®gica y libre competencia que satisfagan las necesidades de los usuarios y consumidores.
Sin embargo, lejos de ello, en Espa?a, no s¨®lo no estamos sabiendo adaptarnos a la rapidez de las innovaciones en el sector de la televisi¨®n, sino que las pol¨ªticas que se est¨¢n desarrollando en este campo, van muy por detr¨¢s de ellas, generando no pocas distorsiones y diferencias con nuestros espejos europeos.
Y si no, ?c¨®mo podemos explicar que, tras un proceso de digitalizaci¨®n en el que s¨®lo se ha contemplado la TDT como forma de ver la televisi¨®n en abierto y que, te¨®ricamente, pretend¨ªa alcanzar una mayor pluralidad en la oferta de medios, hayamos acabado en una situaci¨®n en la que unos pocos grupos audiovisuales concentran m¨¢s del 50% de tiempo de visi¨®n y el 80% de los ingresos por publicidad? ?C¨®mo podemos explicar que la penetraci¨®n de la televisi¨®n de pago en Espa?a apenas alcance al 25%, cuando en la mayor¨ªa de pa¨ªses europeos supera el 40%? ?D¨®nde est¨¢ la neutralidad tecnol¨®gica? ?Qu¨¦ fue de la libre competencia? ?No ser¨¢ que se ha permitido a las televisiones p¨²blicas competir por contenidos premium _encareci¨¦ndolos artificiosamente_ en perjuicio de los operadores privados y de pago, al tiempo que aumentaba sin freno su d¨¦ficit? ?No ser¨¢ que la permisividad con el pirateo en Espa?a no tiene parang¨®n con otros pa¨ªses de la Uni¨®n Europea? (seg¨²n el 5? Observatorio de la Pirater¨ªa y H¨¢bitos de Consumo de Contenidos Digitales, en Espa?a, 43 internautas de cada 100 que acceden a la red piratean pel¨ªculas de cine, con un valor defraudado superior a los 3.300 millones de euros al a?o)?
Empecemos otra vez, aprendamos de lo que hemos hecho mal, y no demos la espalda al futuro enredados en contorsiones forzadas y vericuetos costosos porque as¨ª no lograremos cimentar un modelo audiovisual moderno y eficaz.
Luis S¨¢nchez-Merlo es presidente de SES Astra Ib¨¦rica
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