El otro conflicto de Sud¨¢n del Sur
Esta entrada ha sido escrita poir nuestro colaboradorAlberto Eisman.
Distribuci¨®n de ayuda alimentaria en Sud¨¢n del Sur. ?UNHCR/T.Irwin
En los a?os 80 y 90, durante la guerra civil que asol¨® la regi¨®n, un n¨²mero no despreciable de j¨®venes sursudaneses se vieron forzados a abandonar su pa¨ªs. La gran mayor¨ªa de los mismos fueron oficialmente reconocidos como refugiados en pa¨ªses como los Estados Unidos, Canad¨¢ y Australia. A pesar del hecho que muchos crecieron y maduraron desarraigados y fuera de su tierra, sin embargo tuvieron la suerte de realizar estudios superiores, cosa que nunca habr¨ªan podido hacer en su Sud¨¢n del Sur natal, m¨¢xime durante los a?os de la guerra.
Cuando lleg¨® la hora de cubrir los puestos m¨¢s relevantes dentro de la administraci¨®n (primero regional durante el tiempo de interinidad y posteriormente la nacional despu¨¦s de la independencia), estaba claro que era el momento de agradecer los servicios de toda la oficialidad que durante los a?os de la guerra civil hab¨ªan llevado a cabo su labor en las diferentes unidades rebeldes. De esta manera, todos los puestos de ministros, secretarios de estado, sub-secretarios, gobernadores y otras hierbas fueron copados por militares, muchos de ellos personajes curtidos en el campo de batalla, grandes combatientes y estrategas pero completamente ineptos para las obligaciones y las funciones de un puesto en la administraci¨®n civil. Es m¨¢s, algunos de ellos eran pr¨¢cticamente analfabetos o con apenas estudios de primaria y con ese magro bagaje educativo ten¨ªan que desempe?ar puestos de responsabilidad, tomar decisiones, ser efectivos en su gesti¨®n y hablar en p¨²blico en actos oficiales. Ni que decir tiene los esperpentos que a veces suced¨ªan: un Ministro de Agricultura que, a pesar de haber sido obligado a pasar a ser un civil, se negaba a quitarse el uniforme y aparec¨ªa con pistola en todos los actos sociales, oradores que asestaban terribles mandobles a la lengua inglesa, gobernadores que depend¨ªan de sus secretarios porque no sab¨ªan ni manejar un ordenador y todo un abanico de situaciones verdaderamente kafkianas.
Estamos en el a?o 2014... en todo este tiempo son ya miles y miles los sursudaneses los que, gracias a la oportunidad de haber estado en el extranjero, est¨¢n completamente preparados para ayudar en la reconstrucci¨®n del pa¨ªs y han tenido una experiencia relevante en el mundo laboral y en los ambientes profesionales m¨¢s diversos. Tienen t¨ªtulos, doctorados, experiencia, preparaci¨®n... hay doctores, ingenieros, profesores de universidad... pero desde tiempo inmemorial la vieja guardia les cierra las puertas. No van a permitir que una panda de arribistas les quite el sabroso pastel que llevan a?os devorando. Si alguno levanta la voz y se queja, se le dice de manera descarada algo as¨ª como ¡°mientras est¨¢bamos muriendo y desangr¨¢ndonos por el pa¨ªs, vosotros estabais tan tranquilos estudiando en el extranjero.¡± Y con tal razonamiento, el l¨ªder de turno contin¨²a en su inoperante gesti¨®n, disfrutando de coches oficiales y de prebendas y call¨¢ndose el hecho de que ¨¦l mismo procura que toda su familia resida en el extranjero, con hijos yendo a escuelas de ¨¦lite y a universidades con renombre.
Con una situaci¨®n as¨ª, se pueden imaginar la frustraci¨®n de la di¨¢spora. Por un lado se les trata de extranjeros en su propio pa¨ªs, por otro lado ven con impotencia las grandes lagunas que hay en la gesti¨®n de los servicios, las infraestructuras y ellos no pueden hacer nada para remediarlo. Algunos de ellos se deciden a probar suerte en el sector privado. El gobierno sursudan¨¦s no lo dice, pero teme profundamente a la di¨¢spora, simplemente por el hecho de que est¨¢ bien formada, es capaz, porque han visto mundo y tambi¨¦n porque podr¨ªa traer aires de cambio completamente diferentes del estilo paramilitar al que est¨¢n acostumbrados.
Por otro lado, los dirigentes que est¨¢n ahora en el poder, viniendo de un estamento militar que funciona a base de disciplina y de ¨®rdenes y donde nada que venga desde abajo, siguen actuando de la misma manera que cuando comandaban divisiones y tropas: demandan adhesi¨®n total e inquebrantable, no toleran en dosis alguna la cr¨ªtica o la disensi¨®n, en cuanto sienten cualquier amenaza a su autoridad env¨ªan a la polic¨ªa o los soldados de turno para acallar ¨Cpor las buenas o las malas¨C a quien mee fuera de tiesto. Los periodistas son por ejemplo uno de los sectores profesionales que m¨¢s han sufrido en estos a?os de independencia simplemente porque los poderes no aceptan cuestionamientos, cr¨ªticas ni afrentas a su autoridad. Cualquier conato de esc¨¢ndalo es apagado inmediatamente y por los medios m¨¢s expeditivos.
Aunque muy pocas personas lo mencionen, la precaria situaci¨®n que vive ahora mismo Sud¨¢n del Sur, con ese presidente acusado de despotismo, con esa vieja guardia dividida y ambiciosa que se echa los trastos a la cabeza y vuelve a las andadas violentas, se debe tambi¨¦n a que no ha habido un relevo generacional ni ¡°profesional¡± en el pa¨ªs. Es un problema cr¨®nico y recurrente en las situaciones en las que ha habido una lucha armada previa a la independencia. En situaciones post-coloniales, en vez de medallas y un honorable paso a la reserva, se premia a los antiguos jefes militares con puestos, privilegios y prebendas. Kiir, Machar (a pesar de su doctorado) y muchos otros pertenecen a este grupo.
La actual ¨¦lite gobernante no est¨¢ ah¨ª por su val¨ªa profesional sino por m¨¦ritos de guerra; es un gremio que har¨¢ lo imposible por perpetuarse en el poder. Ni hacen ni dejan hacer. Todos, Kiir y el resto de la banda, adolecen de falta de verdadero esp¨ªritu democr¨¢tico y participativo. El que venga despu¨¦s, sea Machar u otro, no lo veo yo dejando el trono para que se siente alguien ¡°de fuera¡±. Falta una tradici¨®n democr¨¢tica y un respeto a las reglas de juego. Ahora mismo el Sud¨¢n del Sur se encuentra sin referente moral alguno, aparte de los l¨ªderes religiosos que en sus acertad¨ªsimas declaraciones est¨¢n poniendo m¨¢s que nunca el dedo en la llaga de los males del pa¨ªs y llaman a una cordura que brilla por su ausencia. La incertidumbre de Sud¨¢n el Sur se complica a¨²n m¨¢s al confirmarse que, aunque se viva ya en la ansiada dependencia, la clase dirigente ¨C la que tiene la sart¨¦n por el mango ¨C sigue siendo exactamente la misma que cuando hab¨ªa guerra y mandaban las armas.
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