Tecnolog¨ªa y biolog¨ªa
Dos artefactos capaces de mostrar este tipo de ¨²lceras dejan de ser mera tecnolog¨ªa para convertirse, siquiera moment¨¢neamente, en un suceso biol¨®gico
A primera vista, parece una pr¨®tesis arrancada violentamente del cuerpo de su due?o. Segmentos de una pierna o de un brazo artificiales que quiz¨¢ han pisado una mina antipersona. Luego resulta que no, que son, pura y simplemente, dos c¨¢maras fotogr¨¢ficas. ?De d¨®nde, entonces, esa sensaci¨®n org¨¢nica? ?Por qu¨¦ su presencia nos turba tanto como la de un cuerpo malherido? Quiz¨¢ por la sangre. Sangran como si la onda expansiva de una bomba las hubiera reventado por dentro y de sus grietas escapara ahora el jugo vital que discurr¨ªa hasta hace poco por sus arterias. Da la impresi¨®n de que la sangre procede de las heridas internas de las m¨¢quinas, y no de las del cuerpo de su due?o. En ese sentido, aunque yacentes, parecen m¨¢s vivas de lo que jam¨¢s habr¨ªamos podido imaginar. Dos artefactos capaces de mostrar este tipo de ¨²lceras dejan de ser mera tecnolog¨ªa para convertirse, siquiera moment¨¢neamente, en un suceso biol¨®gico.
Y bien, su due?o era Molhem Barakat, un fot¨®grafo de 17 a?os abatido en Alepo, donde trabajaba para Reuters. Un cr¨ªo con una afici¨®n desmesurada al fotoperiodismo de guerra, seg¨²n la expresi¨®n acu?ada. Sus c¨¢maras le sobrevivieron, humaniz¨¢ndose del modo espectacular que se aprecia en la imagen. Queremos suponer que, tras su paso por el taller de reparaciones, contin¨²an funcionando a pleno rendimiento, aunque sean otros ojos los que se asomen a su objetivo. Habr¨¢n cambiado de manos, de cuerpo, ser¨¢n las pr¨®tesis de un testigo distinto. Pero forman ya parte de la biograf¨ªa de Barakat al modo en que mi p¨¢ncreas forma parte de la m¨ªa.
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