El siglo de ?frica
Con un crecimiento medio del 5,6%, los j¨®venes y las mujeres son un activo crucial
Por su propia naturaleza, el crecimiento econ¨®mico es c¨ªclico. Pero ?frica se encuentra ahora sobre una sostenida curva ascendente. La evidencia sugiere que esta tendencia positiva se mantendr¨¢ durante las pr¨®ximas d¨¦cadas.
A lo largo de los ¨²ltimos 10 a?os las econom¨ªas de ?frica se cuentan entre las que han crecido m¨¢s r¨¢pidamente en el mundo, con una media anual del 5,6%. Este prolongado logro econ¨®mico no ha sido casual, sino fruto del prop¨®sito. La mejora de la gesti¨®n econ¨®mica ha facilitado una creciente diversificaci¨®n, ha reducido la pobreza, ha aumentado las oportunidades y suscitado la confianza de los inversores. Los pa¨ªses que en buena medida han dependido de sus recursos naturales asisten hoy a una creciente inversi¨®n en servicios diversos, en particular los de base tecnol¨®gica, as¨ª como en la industria manufacturera.
Por todo el continente, la gente ¡ªa menudo un indicador econ¨®mico subestimado¡ª se ve estimulada por las posibilidades de ?frica; creen que tambi¨¦n ellos pueden reclamar su participaci¨®n en la pr¨®xima frontera econ¨®mica.
No obstante, reconocemos que el viaje que nos espera ser¨¢ largo. Tendremos que afrontar desaf¨ªos; algunos los podemos prever, otros nos coger¨¢n por sorpresa. De manera que mientras estemos a cargo de la situaci¨®n no podemos volvernos complacientes con los ¨¦xitos a corto plazo. Tenemos que centrarnos en consolidar el largo plazo, asentando los fundamentos y las pol¨ªticas que determinen nuestro desarrollo de una manera sostenida.
La mitad de la poblaci¨®n africana est¨¢ por debajo de los veinte a?os
La base de ello est¨¢ en la paz, la seguridad y la estabilidad pol¨ªtica. Mientras que la mayor¨ªa de los pa¨ªses africanos son pac¨ªficos, hay bolsas de inseguridad y conflicto que son una demostraci¨®n de que algunos de nuestros pa¨ªses siguen siendo fr¨¢giles; y la fragilidad de un pa¨ªs tiene un impacto negativo sobre otros de la regi¨®n. Su consecuencia es la injusticia pol¨ªtica y social, cuyas v¨ªctimas son por lo general los ciudadanos, sin cuya participaci¨®n en el desarrollo no hay progreso posible.
La estabilidad del continente es, por tanto, una responsabilidad colectiva, que ata?e en primer lugar a los pa¨ªses africanos, pero tambi¨¦n a toda la comunidad internacional. De puertas adentro tenemos que desarrollar la capacidad de gobernar eficaz y satisfactoriamente para garantizar la cohesi¨®n interna, con una plena participaci¨®n de los ciudadanos. Ello nos capacitar¨¢ para prevenir conflictos y que cuando tengan lugar estemos a la vanguardia de la b¨²squeda y la puesta en pr¨¢ctica de soluciones razonables.
La consecuci¨®n de la estabilidad nos permite acometer la importante tarea de asentar las instituciones democr¨¢ticas y las libertades y derechos de los ciudadanos. Lo que implica seguir apostando por fortalecer el papel de las mujeres, que constituyen m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n, de manera que tambi¨¦n ellas puedan contribuir al desarrollo. En Ruanda sabemos que sin una decidida gobernabilidad el crecimiento no puede mantenerse, ni por tanto contribuir al desarrollo.
Pero, m¨¢s all¨¢ de lo b¨¢sico, hay que tener en cuenta algo m¨¢s, como las lecciones a aprender de los ¡°tigres asi¨¢ticos¡± que, hace ya 50 a?os, nos dejaron atr¨¢s. Al tiempo que vamos colocando unos s¨®lidos cimientos, se hacen necesarios otros factores para continuar con nuestro progreso.
En primer lugar, la transformaci¨®n de ?frica se ha producido hasta ahora en gran medida mediante Gobiernos asociados al sector privado. Pero para llevar esa transformaci¨®n a un nivel m¨¢s alto el sector privado debe asumir un papel predominante. Para los Gobiernos africanos es de sumo inter¨¦s establecer climas favorecedores de los negocios, tanto para las inversiones nacionales como para las extranjeras.
En segundo lugar, el incremento de la inversi¨®n en agricultura es cr¨ªtico para la productividad, as¨ª como para la seguridad alimentaria y nutricional. Esta necesidad es todav¨ªa m¨¢s urgente a resultas del cambio clim¨¢tico y de los altos ¨ªndices de crecimiento de poblaci¨®n en el ?frica subsahariana. Debemos estimular una mayor inversi¨®n en tecnolog¨ªas como la irrigaci¨®n, la investigaci¨®n en cultivos capaces de adaptarse a condiciones cambiantes, y una adecuada gesti¨®n medioambiental. Lo que, a nivel global, requerir¨¢ de una estrategia de cooperaci¨®n internacional en la que las voces de ?frica sean relevantes y sean o¨ªdas.
Un 10% de banda ancha elevar¨ªa el PIB un 1,4% en los pa¨ªses de renta media y baja
En tercer lugar, en un mundo cada vez m¨¢s interconectado, debemos reconocer que la comunicaci¨®n es la materia prima del futuro. Los m¨®viles y la tecnolog¨ªa relacionada con ellos ha transformado el modo de comunicarnos, de llevar los negocios y de proporcionar servicios. Sin embargo, muchos pa¨ªses de ?frica todav¨ªa tienen unos ¨ªndices tan bajos como un 5% de penetraci¨®n de banda ancha, con solo un 13% de la poblaci¨®n con acceso a Internet. Sencillamente no podemos permitirnos seguir a ese nivel; necesitamos invertir en ICT (tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n) del mismo modo que lo hacemos en otras infraestructuras esenciales como carreteras, ferrocarriles, aeropuertos y energ¨ªa.
La banda ancha no puede ser considerada aisladamente respecto a otras prioridades nacionales de desarrollo. Tiene el potencial de transformar la agricultura, los negocios, la educaci¨®n, la salud y otros sectores. El Banco Mundial estima que el incremento de un 10% en la penetraci¨®n de la banda ancha repercutir¨ªa en un 1,4% de aumento del PIB de los pa¨ªses de renta media-baja. Y al objeto de acelerar el desarrollo de ?frica y de hacer a nuestros pa¨ªses globalmente competitivos, las ICT deben hacerse omnipresentes y accesibles.
Por ¨²ltimo, y a diferencia de otras regiones emergentes, ?frica tiene la poblaci¨®n que m¨¢s r¨¢pidamente crece del mundo y la m¨¢s joven, con un 50% de la misma por debajo de los 20 a?os de edad. Al tiempo que la absorci¨®n por los mercados de trabajo de esta amplia y creciente poblaci¨®n constituye un desaf¨ªo, supone tambi¨¦n un activo y una oportunidad. Necesitamos invertir en la juventud, promoviendo la igualdad de oportunidades en la educaci¨®n de calidad, la atenci¨®n sanitaria, el desarrollo de las capacidades, incluida la formaci¨®n profesional, y el acceso a la tecnolog¨ªa. Necesitamos orientar nuestras pol¨ªticas hacia la diversificaci¨®n econ¨®mica y la creaci¨®n de empleo. Y necesitamos asegurarnos de que los j¨®venes africanos se den cuenta de que la senda de la prosperidad depende de su capacidad de innovaci¨®n y de su esp¨ªritu emprendedor. La juventud africana necesita equiparse con la mentalidad adecuada para configurar el futuro y el de sus naciones.
El aumento de confianza y de esperanza en el futuro del continente deber¨ªa servir a su vez para reforzar la confianza entre los Gobiernos y nuestros ciudadanos, y para construir unas saludables relaciones internacionales, donde est¨¦n representados los intereses de todos. Ello permitir¨ªa a las naciones africanas adquirir una mayor propiedad y una mayor responsabilidad sobre s¨ª mismas. Al hacerlo as¨ª, minimizaremos la posibilidad de ser v¨ªctimas de dictados externos y aseguraremos la continuaci¨®n de un progreso significativo. Solamente eso otorgar¨¢ credibilidad a la noci¨®n de que este es realmente el siglo de ?frica.
Paul Kagame es presidente de Ruanda.
? 2014 The Worldpost/Global Viewpoint Network. Distribuido por Tribune Content Agency, LLC.
Traducci¨®n del ingl¨¦s de Juan Ram¨®n Azaola.
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