Turbulencias en el Sur
Argentina progresa, pero est¨¢ en crisis y Brasil vive en calma, pero no progresa
Argentina ha sido siempre un motivo de perplejidad. Desde lejos cuesta entender c¨®mo este pa¨ªs rumboso de hace un siglo ha logrado retroceder tanto, de crisis en crisis. Muchos se preguntan sobre este retroceso, pero parad¨®jicamente hoy aparecen quienes no entienden c¨®mo no se derrumba del todo, cuando sufre los avatares de una econom¨ªa artificial, arbitraria, llena de subsidios cruzados y precios administrados, que se asienta encima de grandes reservas energ¨¦ticas inexplotadas por falta de inversi¨®n, al mismo tiempo que importa 10.000 millones de d¨®lares de gas y petr¨®leo. Lo que ocurre es que la baja institucionalidad genera esos desajustes, pero ¡ªa la inversa¡ª el br¨ªo de su sociedad impide que se derrumbe como le hubiera pasado a cualquier pa¨ªs com¨²n.
Si todos los pa¨ªses son particulares, Argentina lo es m¨¢s que ninguno. Su caudal notable de recursos humanos (no hay sector de la actividad en que no se encuentre un argentino brillando) y sus potencialidades naturales, siguen sosteniendo a un pa¨ªs que padece hoy otro de sus dram¨¢ticos reajustes monetarios. El de esta vez es m¨¢s curioso que nunca porque en el periodo de mayor bonanza internacional, con los mejores precios para sus exportaciones, se ha autoinfligido una ins¨®lita crisis, incubada desde el poder por un llamado relato oficial que negaba las consecuencias inflacionarias de los desajustes presupuestales y la emisi¨®n monetaria.
Brasil, por su lado, siempre es mirado de otro modo, con la benevolencia que provocan su m¨²sica y su color. Tiene lejos en la memoria su pasado de monarqu¨ªa y esclavitud, de modo que su mirada siempre es hacia el futuro. A la inversa de la Argentina, a la que le pesa demasiado la nostalgia de su floreciente pasado.
En el periodo de mayor bonanza internacional, Argentina se ha autoinfligido una ins¨®lita crisis incubada desde el poder
Los del Norte tuvieron en Lula a un propagandista ¨²nico, que logr¨® la sede del campeonato mundial de f¨²tbol y de la olimpiada en un momento m¨¢gico de su popularidad internacional. Sin embargo, el hecho es que desde 2003 hasta 2013 Argentina creci¨®, a?o a a?o, m¨¢s que su gran vecino y esto no suele advertirse en medio de sus tormentas. La raz¨®n no es que Argentina sea tan exitosa; es que Brasil no ha crecido tanto porque no se ha modernizado lo suficiente, su competitividad sigue siendo baja y por eso su exportaci¨®n no pasa de ser un 13% del PIB, cuando en Argentina es el 16%-17% y en Chile, el 33%. En una palabra, es todav¨ªa la econom¨ªa m¨¢s cerrada de la regi¨®n.
En los a?os de la euforia brasile?a se soslayaban esas fragilidades, mientras que hoy, a la inversa, se generaliza un escepticismo que llev¨® a su se?ora presidenta a Davos para dejar bien en claro que las reservas de su Banco Central alcanzaban 360.000 millones de d¨®lares. Trataba as¨ª de despegarse de las p¨¦rdidas crecientes de su hom¨®logo argentino, que de 52.000 millones de d¨®lares hace dos a?os, ha ca¨ªdo a una reserva de menos de 29.000.
Parad¨®jicamente, a Brasil hoy le est¨¢ jugando en contra el publicitado campeonato del f¨²tbol, que ha desnudado las carencias de infraestructura y obliga al Gobierno, a trancas y barrancas, a enfrentar sus rezagos en aeropuertos, su deterioro en la red vial, sus problemas en las comunicaciones y hasta la reiteraci¨®n de apagones el¨¦ctricos que a cada rato dejan sin energ¨ªa a millones de personas.
A Brasil hoy le est¨¢ jugando en contra el publicitado campeonato del f¨²tbol, que ha desnudado las carencias de infraestructura
Sus grandes estadistas, desde Getulio Vargas a Juscelino Kubitschek, so?aron un Brasil potencia industrial. Eso ha quedado atr¨¢s. En la ¨²ltima d¨¦cada, el consumo ha crecido un 115% y la industria solo un 20%. La agricultura, en cambio, es hoy su vanguardia, pero las mejor¨ªas de su productividad las pierde en la log¨ªstica, cuando la producci¨®n llega a puertos saturados e ineficientes.
En cualquier caso, Brasil muestra problemas, pero no las amenazas de una crisis. La Argentina, por el contrario, adolece inmersa en un estado de excitaci¨®n cr¨ªtica. El propio Gobierno amplifica el incendio cuando habla de una ¡°acci¨®n psicol¨®gica de desestabilizaci¨®n permanente¡±, de una conspiraci¨®n de los mercados y aclara, por las dudas, que no se ir¨¢ antes de tiempo (con lo que instala la duda de que as¨ª llegue a ocurrir, como ya pas¨® con los Gobiernos democr¨¢ticos de Alfons¨ªn y De la R¨²a).
Sus tesis conspirativas no son cre¨ªbles. Nadie quiere que el Gobierno caiga. Pero si se sigue alimentando la inflaci¨®n con la emisi¨®n que trata de cubrir sus d¨¦ficits presupuestales, el d¨®lar seguir¨¢ inestable y las reservas continuar¨¢n cayendo. La desconfianza no se disipa. El discurso populista choca con la persistencia de los hechos. Y, como dec¨ªa el mism¨ªsimo General Per¨®n, ¡°la verdad es la realidad¡±.
Julio Mar¨ªa Sanguinetti, abogado y periodista, fue presidente de Uruguay (1985-1990 y 1994-2000).
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