El embrollo de la lengua vehicular
El Tribunal Superior de Justicia catal¨¢n ratifica de frente el sistema de inmersi¨®n
Los recientes autos del Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a, que exigen al Gobierno catal¨¢n la introducci¨®n de una cuota del 25% de horas lectivas en castellano, han sido recibidos como una agresi¨®n contra un sistema (la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica) que no solo cuenta con un apoyo parlamentario s¨®lido sino tambi¨¦n con el aval de los expertos y el refrendo de los resultados acad¨¦micos. La reacci¨®n de la Generalitat, que tanto reprocha ¨²ltimamente al Gobierno espa?ol su inmovilismo en el contencioso soberanista, ha sido inmovilista a su vez: al decir de Francesc Homs, consejero de la Presidencia, no se va a mover ¡°ni una coma¡± del sistema. Ante este punto muerto tan gr¨¢ficamente expresado son urgentes algunas reflexiones.
Para empezar, los autos del TSJC, lejos de desmontar el sistema de inmersi¨®n ¡°por la puerta de atr¨¢s¡±, lo ratifican de frente. El TSJC se esfuerza en remarcar que la proporci¨®n de la presencia vehicular del castellano ¡°debe partir de la consideraci¨®n del catal¨¢n como centro de gravedad del sistema¡±. En este sentido, el modelo al que apunta el TSJC se sit¨²a claramente en contra de los modelos que vienen defendiendo los adversarios del sistema de inmersi¨®n. En su programa electoral de 2010, el PP de Catalu?a estableci¨® las proporciones que deber¨ªan corresponder a las diferentes lenguas vehiculares: entre una quinta y una tercera parte en ingl¨¦s y el resto repartido a partes iguales entre el catal¨¢n y el castellano. Si optamos por la quinta parte en ingl¨¦s, estamos hablando de un modelo 20-40-40, que es precisamente el modelo que defiende Ciutadans. Entre el 25% del TSJC y el 40% de estos partidos hay sin duda un trecho. Y el trecho es todav¨ªa mayor entre lo que dice el TSJC y lo que postula UPyD, que no es otra cosa que la posibilidad de elegir escuelas donde todo el curr¨ªculo se imparta en castellano.
El problema, pues, no es que el TSJC destruya un sistema en el que el catal¨¢n debe seguir siendo el centro de gravedad. El problema, en todo caso, es que suplante al legislador y se saque de la manga que el 25% de docencia en castellano es lo que constituye una proporci¨®n razonable. M¨¢s all¨¢ del consabido argumento de la invasi¨®n de competencias, aqu¨ª hay que hacerse al menos estas dos preguntas. ?Razonable para qu¨¦? ?Y por qu¨¦ el 25%?
Lo que debe garantizarse siempre es el biling¨¹ismo terminal
El TSJC concluye que a la luz de precedentes como la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de 23 de julio de 1968 ¡°procede fijar en el 25% de las horas efectivamente lectivas el m¨ªnimo de referencia¡±. La sentencia citada se refiere a ciertas poblaciones de la periferia de Bruselas en cuyas escuelas p¨²blicas la lengua de la ense?anza es el neerland¨¦s, a pesar de que una parte importante de su poblaci¨®n es franc¨®fona. Seg¨²n la legislaci¨®n examinada por el TEDH, en estas escuelas la ense?anza del franc¨¦s ni siquiera era obligatoria y en ning¨²n caso se preve¨ªa su utilizaci¨®n como lengua vehicular, una situaci¨®n que los jueces dieron por buena. La legislaci¨®n examinada tambi¨¦n establec¨ªa la posibilidad de organizar la ense?anza en franc¨¦s si lo solicitaban al menos 16 familias franc¨®fonas; estas escuelas s¨ª que ten¨ªan la obligaci¨®n de ense?ar la lengua neerlandesa, pero no de utilizarla como lengua vehicular. Si la sentencia del TEDH no fija ning¨²n porcentaje, ?cu¨¢l es el precedente, si no es la imaginaci¨®n del Tribunal?
Pero m¨¢s all¨¢ del aspecto relativamente t¨¦cnico del porcentaje se halla la cuesti¨®n sustancial de la razonabilidad. Se supone que la introducci¨®n del castellano como lengua vehicular deber¨ªa ser un instrumento para garantizar el correcto aprendizaje de esta lengua. Sin embargo, ni en las interlocutorias actuales ni en los anteriores pronunciamientos judiciales sobre esta cuesti¨®n se proporciona ninguna evidencia de que los alumnos cuyos padres han solicitado ense?anza en castellano padezcan un d¨¦ficit de conocimiento de esta lengua. Esto lleva a pensar que lo de la razonabilidad no obedece a necesidades pedag¨®gicas sino a convicciones ideol¨®gicas, y concretamente a una variante del westfalianismo ling¨¹¨ªstico (ya saben: un Estado, una lengua): el castellano debe ser lengua vehicular en todo el territorio espa?ol (aunque en algunas regiones solo sea el 25%). Detr¨¢s de esta actitud se esconde un prejuicio pol¨ªtico: un sistema educativo en el que la ¨²nica lengua vehicular sea el catal¨¢n es percibido como antiespa?ol.
Naturalmente, al westfalianismo espa?ol le corresponde el westfalianismo catal¨¢n, seg¨²n el cual en Catalu?a la lengua vehicular debe ser el catal¨¢n. Y aqu¨ª asoma un prejuicio paralelo: la introducci¨®n del castellano como lengua vehicular es percibida como una maniobra anticatalana. (Lo curioso es que los recelos que despierta el castellano no los despierta el ingl¨¦s: cuando la consejera de Educaci¨®n, Irene Rigau, anunci¨® que el 12% de las horas lectivas de primaria, el 15% de secundaria y el 18% de bachillerato ser¨ªan en ingl¨¦s, a nadie se le ocurri¨® decir que eso supon¨ªa desmontar el sistema de inmersi¨®n ¡°por la puerta de atr¨¢s¡±).
Dejar que el sistema evolucione de? modo natural parece m¨¢s recomendable que modificarlo a golpe de autos judiciales
Para pacificar este asunto solo cabr¨ªa una posibilidad, que es dejarse de westfalianismos. En primer lugar, habr¨ªa que ratificar el ¨²nico punto de encuentro de todas las partes, que no es otro que el biling¨¹ismo terminal. Sea cual sea la decisi¨®n que se tome en materia de lenguas vehiculares, el sistema educativo debe garantizar el correcto aprendizaje tanto del catal¨¢n como del castellano. En segundo lugar, habr¨ªa que dar libertad a los consejos escolares de los centros educativos para que establezcan su lengua o sus lenguas vehiculares y, si es el caso, la proporci¨®n de cada una de ellas. ?Que la mayor¨ªa optar¨¢ por mantener el catal¨¢n como lengua vehicular? Nada que decir, siempre que se garantice el biling¨¹ismo terminal. ?Que algunos optar¨¢n por impartir el 25% (por ejemplo) de las horas lectivas en castellano? Tampoco nada que decir, siempre que se garantice el biling¨¹ismo terminal. Y todo ello sin olvidar la urgencia de levantar el conocimiento del ingl¨¦s (la verdadera lacra ling¨¹¨ªstica del sistema educativo catal¨¢n, como lo es del espa?ol) mediante su introducci¨®n como segunda o tercera lengua vehicular.
Lo m¨¢s ir¨®nico del asunto es que esta es precisamente la direcci¨®n en la que est¨¢ evolucionando el sistema de inmersi¨®n. Diga lo que no diga la Ley de Educaci¨®n de Catalu?a, la Generalitat permite impartir un ¨¢rea en lengua castellana (aparte de la lengua y literatura castellanas) ¡°en los centros que dadas las condiciones de su entorno socioling¨¹¨ªstico dispongan de un proyecto espec¨ªfico¡±. En virtud de esta posibilidad, y seg¨²n datos aireados por la propia consejera de Educaci¨®n, el 13% de escuelas p¨²blicas y concertadas de Catalu?a ya est¨¢ utilizando el castellano como lengua vehicular. (Por lo que respecta al ingl¨¦s, el 34% de los centros lo utiliza como vehicular, y ya hemos mencionado el proyecto de Irene Rigau de conceder a esta lengua entre un 12% y un 18% del tiempo lectivo). En otras palabras, en Catalu?a ya existen hoy escuelas que utilizan tres lenguas vehiculares sin que nadie las haya acusado de desmontar la inmersi¨®n ¡°por la puerta de atr¨¢s¡±.
Y terminamos. Ser¨ªa muy interesante estudiar ese 13% de escuelas que utilizan el castellano como lengua vehicular. ?Por qu¨¦ se tom¨® la decisi¨®n de adoptar el castellano? ?C¨®mo se obtuvo el consenso de las familias? ?Qu¨¦ impacto est¨¢ teniendo la medida? A lo mejor descubrir¨ªamos que el hecho de utilizar el castellano como lengua vehicular ha mejorado el conocimiento del castellano sin da?ar el del catal¨¢n. Dejar que el sistema evolucione de este modo natural parece m¨¢s recomendable que modificarlo a golpe de autos judiciales inspirados en ¨²ltima instancia en la nefasta sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Catalu?a. Pero claro: en este momento de la historia ya les va bien, a los unos y los otros, que la cuesti¨®n de la lengua vehicular se haya convertido en un arma arrojadiza m¨¢s.
Albert Branchadell es profesor de la Facultad de Traducci¨®n e Interpretaci¨®n de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.