En busca de lo salvaje
El fot¨®grafo Andoni Canela pasa junto a su familia 15 meses recorriendo el mundo en busca de siete de las especies m¨¢s amenazadas de todos los continentes
Hay al menos dos cosas que tienen en com¨²n el lobo ib¨¦rico, el bisonte americano, el puma de la Patagonia, el ping¨¹ino emperador, el cocodrilo de agua salada australiano, el c¨¢lao bicorne del sudeste asi¨¢tico y el elefante africano. Una es que las siete especies est¨¢n amenazadas; la otra es que todas est¨¢n en el punto de mira del fot¨®grafo Andoni Canela, que el pasado junio comenz¨® una aventura de 15 meses que le llevar¨¢ por los siete continentes (contando las dos am¨¦ricas y la Ant¨¢rtida). Junto a ¨¦l y a los animales estar¨¢ adem¨¢s su familia: su pareja y sus dos hijos, de tres y diez a?os, recorren tambi¨¦n el mundo en ¡°busca de lo salvaje¡±.
Canela habla de su proyecto Looking for the wild a trav¨¦s de Skype desde la Patagonia, antes del amanecer, la hora habitual para despertarse en un fot¨®grafo de la naturaleza. Los animales salvajes suelen ser madrugadores. Aprovechan las primeras y las ¨²ltimas horas del d¨ªa para dejarse ver y se reservan las centrales para descansar, resguardados de objetivos curiosos. ¡°Este proyecto no es muy distinto de lo que llevo haciendo muchos a?os. Pero estar tres meses en cada sitio me permite vivir en el lugar, descansar y pasar m¨¢s tiempo en contacto con el h¨¢bitat del animal¡±, cuenta. Porque aunque las siete especies hacen de eje vertebrador del proyecto, son tambi¨¦n la excusa para hablar a trav¨¦s de las fotograf¨ªas del entorno donde viven y de las amenazas que tambi¨¦n sufre.
Hasta el momento, las expediciones que hac¨ªa sol¨ªan durar un mes como m¨¢ximo. ?l y su familia decidieron romper con las ataduras a un lugar y se fueron todos juntos. Meritxel Margarit, pareja de Canela, es periodista y, adem¨¢s de escribir sobre la aventura, est¨¢ desarrollando con la colaboraci¨®n de PAU Education el proyecto Learning for the wild, que ¡°invita a las escuelas a exponer en la web de Aulas Creativas sus preguntas, proyectos y soluciones para empezar a ver la naturaleza de otra forma¡±.
Por lo dem¨¢s, Looking for the wild no tiene ninguna financiaci¨®n previa. Tampoco un presupuesto. ¡°Si me hubiese planteado hacerlo, no sal¨ªamos de casa¡±, asegura Canela. El fot¨®grafo cuenta con un peque?o colch¨®n de trabajos anteriores y va financiando el proyecto con trabajo sobre el terreno: ¡°Vendo reportajes a varios medios. Adem¨¢s tenemos intenci¨®n de hacer libros electr¨®nicos de lo que vamos viendo. Uno de ellos, Durmiendo con lobos, ya est¨¢ finalizado; tambi¨¦n saldr¨¢ en papel en unos meses. Y estamos trabajando en el resto¡±.
Las esperas pueden superar las 12 horas para retratar a un animal salvaje en su h¨¢bitat natural
Lo de trabajar en familia no es del todo nuevo, aunque nunca lo hab¨ªan hecho de esta forma. Margarit y Canela han hecho miles de kil¨®metros juntos. Y en Banyoles (Girona), donde viven habitualmente, era frecuente que el fot¨®grafo se llevase a su hijo mayor, Unai, a retratar especies. All¨ª le descubri¨® la naturaleza m¨¢s cercana, las ¨¢guilas, pero era ¡°cero ex¨®tico¡±. ¡°El siguiente paso era hacer lo mismo pero multiplicado por siete especies y siete continentes¡±, relata.
Unai es el que m¨¢s lejos llega junto a Canela. Cuando los terrenos est¨¢n cerca a la base que establecen en cada territorio, es com¨²n que los cuatro los exploren juntos. Si se trata de lugares muy rec¨®nditos o peligrosos, va solo el fot¨®grafo. Pero cuando se trata de recorrer unos pocos kil¨®metros en emplazamientos suficientemente seguros, el peque?o de 10 a?os los recorre a menudo con su padre y hace sus pinitos fotogr¨¢ficos con una peque?a c¨¢mara. Es una experiencia que compagina con la educaci¨®n, bien a distancia con su colegio de Banyoles, o bien escolarizado en el lugar donde se establecen, como sucedi¨® durante los tres meses que pasaron en Colorado (Estados Unidos). ¡°Le gusta la naturaleza y est¨¢ entrenado, aguanta bien las jornadas¡±, explica Canela.
Algunas son muy duras. El fot¨®grafo recuerda una reciente: ¡°Salimos a las cinco de la ma?ana. ¨ªbamos a volver cuatro horas despu¨¦s, pero vimos a un puma que se meti¨® en un bosque en una zona un poco alejada, as¨ª que nos quedamos a esperar a que saliera. Eran las ocho y eso significaba quedarse hasta la tarde. Estuvimos desde las cinco de la ma?ana hasta las diez de la noche esperando bajo el sol. La ¨²nica sombra estaba ocupada por el puma. Solo ten¨ªamos unas galletas y agua que racion¨¢bamos cada tres o cuatro horas¡±. Despu¨¦s de tanta espera, el felino apareci¨®, pero no se dej¨® ver m¨¢s que un par de minutos a 300 o 400 metros. Mucha espera para pocos resultados, algo tan frecuente para Canela como necesaria es la paciencia que necesita para afrontar esas situaciones.
En esa ocasi¨®n dispon¨ªan de bastante espacio para moverse, aunque la caza de estos animales requiere sigilo, ya que cualquier ruido en el bosque se oye a cientos de metros. En otras corre menos suerte y tiene que fabricarse escondites en los que pasar tumbado las esperas. ¡°Me llevo un cuaderno para escribir o un libro para matar los tiempos muertos¡±, cuenta. Se aposta a 200 o 300 metros del lugar donde espera encontrar a los animales. Es, seg¨²n relata, la distancia adecuada para fotografiarlos con la ayuda de un buen teleobjetivo. Sus medidas de seguridad son la prudencia y el conocimiento de los h¨¢bitos de las especies a las que sigue. ¡°Si un puma va a por ti, est¨¢s perdido, por eso es muy importante ser cauto¡±, cuenta Canela, quien nunca lleva armas u otro tipo de dispositivos para defenderse de un posible ataque. ¡°Cuando he hecho animales como osos polares he ido con cazadores que las llevaban¡±, matiza.
Aunque no se ha encontrado con situaciones que hayan puesto en verdadero peligro su vida en los meses que han pasado desde que salieron de Catalu?a, s¨ª recuerda situaciones ¡°curiosas¡±, como cuando se encontraron a un centenar de bisontes (un animal que en ocasiones es muy dif¨ªcil de localizar) en una carretera. Muchos de ellos rodearon la furgoneta en la que se desplazaban y se pusieron a lamerla.
El viaje empez¨® en la pen¨ªnsula ib¨¦rica con el lobo, el mismo sitio donde terminar¨¢ para ver su evoluci¨®n
El veh¨ªculo fue un s¨ªmbolo del proyecto en su etapa norteamericana. Serigrafiado con perfiles de todos los animales a los que va a retratar, era una peque?a vivienda m¨®vil donde los cuatro se desplazaron por el centro de Estados Unidos. Aunque, como en cada lugar que van a visitar, establecen una base donde pasan la mayor parte del tiempo, especialmente Margarit y los ni?os, la furgoneta les sirvi¨® para hacer juntos buena parte del recorrido.
Ahora, mientras est¨¢n en la Patagonia, el fot¨®grafo ya tiene la vista puesta en la Ant¨¢rtida, adonde ir¨¢ ¨¦l solo en un barco durante unas tres semanas por las peculiaridades clim¨¢ticas del lugar. All¨ª buscar¨¢ al ping¨¹ino emperador, que como todas las variedades de su especie, sufre muy profundamente las consecuencias del cambio clim¨¢tico. Despu¨¦s pasar¨¢n tres meses en Australia, donde todav¨ªa no hay planeado pr¨¢cticamente nada m¨¢s all¨¢ de fotografiar al cocodrilo marino, una especie peligrosa que tambi¨¦n vive en humedales amenazados. ¡°Iremos viendo sobre la marcha toda la log¨ªstica¡±, dice despreocupado el fot¨®grafo. De ah¨ª, al sudeste asi¨¢tico, donde el protagonista ser¨¢ el c¨¢lao bicorne, un ave grande, similar al tuc¨¢n, que ve c¨®mo las selvas donde vive son cada vez m¨¢s devastadas. Pasar¨¢n por ?frica, donde el elefante tiene como principal amenaza al ser humano y terminar¨¢n donde empezaron, observando al lobo ib¨¦rico para comprobar c¨®mo ha evolucionado en los meses que han pasado buscando lo salvaje.
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