La ola ultra
El proceso de corrupci¨®n sist¨¦mica que soportamos en Espa?a fue acompa?ado por la corrupci¨®n de las palabras o el desahucio de las que se resist¨ªan
Entre tanto silencio oblicuo, menos mal que tenemos al difunto Orwell bati¨¦ndose con coraje contra la pandemia ultra que se extiende por Europa. Han pasado 30 a?os de la fecha, 1984, que sirvi¨® de t¨ªtulo a un libro que es a la vez memoria y profec¨ªa. En esa obra, el poder autoritario ejerc¨ªa el control de las mentes por medio de la neolengua, en la que las palabras significaban lo contrario de lo que nombraban. As¨ª, la propia servidumbre era llamada libertad. El proceso de corrupci¨®n sist¨¦mica que soportamos en Espa?a fue acompa?ado por la corrupci¨®n de las palabras o el desahucio de las que se resist¨ªan. Las mentiras se exhib¨ªan garbosas, tanto como brillaba el dinero sucio. La especulaci¨®n incesante fue proclamada ¡°liberalizaci¨®n del suelo¡±. ?Ah, pobre suelo, esclavizado por la naturaleza y ¡°liberado¡± por el Partido de la Construcci¨®n! La corrupci¨®n llena el espacio vac¨ªo all¨ª donde claudica la democracia. Para Orwell, la prueba de la libertad consiste en ejercer el derecho a decirle a la gente lo que no quiere o¨ªr. Lo contrario de lo que han hecho en los ¨²ltimos a?os gran parte de los l¨ªderes europeos, apostando por el estupefaciente populista: decirle a sus votantes solo lo que quieren o¨ªr. En la crisis econ¨®mica, desviar la responsabilidad. La causa de la crisis no radicar¨ªa en la gesti¨®n delictiva de los grandes bancos y corporaciones, ni en domesticaci¨®n de los pol¨ªticos por esos poderes. No. La culpa est¨¢ en la pol¨ªtica de derechos (pecados) y el Estado del bienestar (vicio). A partir de ah¨ª, la extrema derecha tiene f¨¢cil la aceleraci¨®n de part¨ªculas del miedo. Son ¡°los Otros¡± los que se benefician. Un pol¨ªtico brit¨¢nico carcamal asoci¨® las tormentas e inundaciones con las bodas gais y la inmigraci¨®n. En Espa?a, hay goteras en la catedral de Santiago. Pero no creo que la culpa sea de los inmigrantes. El ap¨®stol lleg¨® en un cayuco de piedra.
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