Quiero declarar inaugurado este acto
El uso pol¨ªtico del verbo ¡°querer¡± con la idea de 'hacer' o de 'ordenar' nos proporciona algunas pistas
El lenguaje pol¨ªtico sugiere mucho acerca de la clase dirigente que nos gobierna. Escrib¨ªa Jos¨¦ Antonio Marina (Elogio y refutaci¨®n del ingenio, 1996) que las palabras tienen su propio inconsciente y, por tanto, se pueden psicoanalizar tambi¨¦n.
Quienes emplean el discurso del poder se expresan con determinados movimientos convulsos del lenguaje que ellos mismos no controlan, un tic oratorio que los pone en el pedestal y los libera de tensi¨®n.
Esto se representa con frecuencia en un insistente uso del verbo ¡°querer¡± con el sentido de tener una voluntad. Los dem¨¢s mortales quieren muchas cosas (anhelan, desean, pretenden), pero entre su impulso y la consecuci¨®n del logro median a menudo trechos que no tienen la capacidad de recorrer o que les suponen un gran sacrificio: tal vez el ahorro de a?os o meses, tal vez el estudio concienzudo. ¡°Quiero comprarme una casa¡±, ¡°quiero regalarle un televisor a mi madre¡±, ¡°quiero encontrar trabajo¡±, ¡°quiero estudiar una carrera¡±. Este verbo se remite com¨²nmente al esfuerzo que se interpone entre la voluntad y el ¨¦xito.
La misma palabra ¡°voluntad¡± se transforma: significa una intenci¨®n y, a la vez, la tenacidad precisa para que aquella se ejecute; y as¨ª debemos tener voluntad para lograr lo que buscamos; y una persona sin voluntad no es quien no desea algo, sino quien no pone el esfuerzo necesario.
Qu¨¦ distinta la frase
C¨®mo se aleja de todo eso la "voluntad pol¨ªtica". En su lenguaje peculiar, los pol¨ªticos saben que todo se ejecuta de inmediato cuando se da una ¡°voluntad pol¨ªtica¡± en quien tiene el poder: los obst¨¢culos se disuelven como una pastilla efervescente y se genera una fuerza que evita cualquier ardor de est¨®mago. Las p¨®lizas, los interventores, los tr¨¢mites, los impedimentos tienden a hacerse invisibles si la voluntad pol¨ªtica se activa desde el lugar adecuado.
Y esto se manifiesta luego en las palabras, pues para un poderoso el verbo ¡°querer¡± est¨¢ en el terreno del hacer al decir; mientras que para los dem¨¢s forma parte del decir para hacer. Nadie le suelta a un amigo ¡°quiero expresarte mi agradecimiento¡±, sino que simplemente le decimos ¡°gracias¡±. Y si alguien proclama ¡°quiero un parque en este barrio¡± no est¨¢ decidiendo, sino suplicando. Qu¨¦ distinta esa misma frase en los labios de un concejal.
El lenguaje pol¨ªtico est¨¢ repleto del verbo ¡°querer¡±, pero con la idea dentro de ¨¦l de hacer, de decidir, de ordenar.
Esos insistentes desv¨ªos respecto del lenguaje com¨²n nos dan siempre pistas.
Proclaman los personajes p¨²blicos: ¡°Quiero felicitarles¡±, ¡°quiero reconocer y agradecer¡±, ¡°quiero transmitiros mi determinaci¨®n de continuar estimulando la convivencia¡±¡ Y ¡°quiero anunciarles¡± equivale a ¡°les anuncio¡±, y ¡°quiero declarar inaugurado este acto¡± equivale a ¡°queda inaugurado¡±¡ Ah¨ª se va viendo que querer significa para ellos, sobre todo, hacer.
Ese ¡°quiero¡±, expresado casi siempre en un acto p¨²blico, viene de lejos. Ya en el siglo XV escrib¨ªan los reyes ¡°nos plaze que¡± para mandar algo. Carlos III de Navarra usa varias veces la expresi¨®n ¡°queremos e nos plaze¡± al redactar su testamento. Y m¨¢s adelante identifica los dos verbos: ¡°Ordenamos et queremos que de las rentas, provechos et hemolumentos¡¡±. Fernando el Cat¨®lico acude tambi¨¦n al ¡°queremos e nos plaze¡± para otorgar bienes y nav¨ªos en 1488. Los documentos del Tratado de Tordesillas (1494) muestran numerosos ¡°otros¨ª queremos¡±, o ¡°queremos e otorgamos¡±, y tambi¨¦n un ¡°porque mi merced e voluntad es (¡) que se guarde y se cumpla¡±.
Casi todos los vocablos tienen su recorrido hist¨®rico, pero no solemos darnos cuenta de hasta qu¨¦ punto las palabras y sus caminos pueden separarnos: si entre el ¡°quiero¡± de un ciudadano y el logro de su anhelo media un tramo largo, apenas se aprecia distancia psicol¨®gica entre estos ¡°quiero¡± tan repetidos por los poderosos y la ejecuci¨®n de lo expresado.
Quiz¨¢ por ello abunde ese verbo en el lenguaje del poder, y quiz¨¢ por ello algunos otros lo copien para s¨ª: porque las palabras tal vez les ayuden a identificar en su coraz¨®n los deseos con la realidad.
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