Juicio a Shia Labeouf: ?culpable o inocente?
El int¨¦rprete de 'Transformers' escandaliza con su espiral art¨ªstica: la ¨²ltima, leer un texto vanguardista en una escuela de Londres
Leer en una escuela de arte y moda el primer cap¨ªtulo de uno de los libros de cabecera de la vanguardia izquierdista puede parecer tan obvio como aparecer, en 2014, con un cartel de ¡°No a la guerra¡± en una conferencia sobre el colapso financiero o como intentar impresionar a una mujer divorciada de 45 (profesora de Humanidades) en una primera cita pregunt¨¢ndole si alguna vez ha le¨ªdo Siddhartha de Herman Hesse o El Alquimista de Paulo Cohelo.
Puede resultar demasiado manido, incluso destinado al fracaso, pero puede no serlo tanto si quien lo hace, tanto en un posicionamiento pol¨ªtico como en un debut sentimental o en un centro acad¨¦mico, es una estrella de Hollywood.
Shia Labeouf, que se consagr¨® como explorador junior en la ¨²ltima entrega de Indiana Jones, sigue con su espiral de patoaventuras semiart¨ªsticas que forjan su nuevo perfil p¨²blico. El ¨²ltimo, hace unas horas, fue aparecer v¨ªa Skype en el London College of Fashion para leer, tocado con una gorrita con lamparones y con barba de d¨ªas, el cap¨ªtulo inicial de La sociedad del espect¨¢culo, de Guy Debord. Ese texto fundacional de las ideas situacionistas, movimiento de vanguardia radical de tintes marxistas que funcion¨® entre finales de los cincuenta y principios de los setenta y que influy¨® especialmente en el Mayo del 68, es bien aplicable en la actualidad, pero sobre todo en la vida del int¨¦rprete de Transformers. Se habla de la vida como simulacro, de una realidad en la que los actos de los ciudadanos son meras representaciones y en la que las posesiones y logros van destinados a intentar proyectar cierta imagen; pero el caso es que el texto, m¨¢s denso que una pinta de Guiness acompa?ada de un entrecot con polvor¨®n, es el primero que aparece en la mesilla de noche de cualquier adolescente interesado en la acci¨®n pol¨ªtica y la vanguardia. Los treinta alumnos de ese curso del espect¨¢culo en la moda encajaron como pudieron la aparici¨®n de telepredicador.
Muchos ven al joven actor como una especie de James Franco aspiracional que ha tomado un curso CEAC de cultureta para relanzar su carrera
Conceptos situacionistas tan interesantes como el detournement (tomar objetos capitalistas y distorsionar su significado; piensen en un ejemplo b¨¢sico: mellar y pintar arrugas con un rotulador en el cartel publicitario de una modelo que anuncia una crema antiedad) y la recuperaci¨®n? o la deriva psicogeogr¨¢fica parecen platos algo indigestos para una persona que hace poco salvaba el mundo rodeado de robots gigantes y que inici¨® su carrera en un show de Disney.
Algunos sospechan que Labeouf est¨¢ llevando a cabo todas estas performances con alg¨²n fin. Fue el caso de Joaquin Phoenix, que apareci¨® como loco, con panza de Homer, dejando la interpretaci¨®n y prometiendo una carrera de hip hop, para luego descubrir que todo fue una treta para rodar el falso documental I¡¯m Still Here. Otros ven al joven actor como una especie de James Franco aspiracional que ha tomado un curso CEAC de cultureta para relanzar su carrera. La mayor¨ªa lo interpreta como una afecci¨®n mental, algo que sucede cuando cualquier estrella (de Justin Bieber a Miley Cyrus) empieza a hacerse el rarito. ?Qu¨¦ ser¨¢ lo siguiente? ?Llevar su arte en la vida, su creaci¨®n de situaciones, un paso m¨¢s all¨¢? ?Aparecer¨¢ como gorrilla aparcando coches en una calle sevillana? ?Interpretar¨¢ a Ronald McDonald en un Kentucky Fried Chicken?
No, aunque incluso ha lanzado un manifiesto metamodernista , en el que apuesta de forma bastante l¨²cida por trascender tanto la inocencia na¨ªf modernista como la distancia c¨ªnica de lo posmoderno, de momento prefiere actuar en escenarios con m¨¢s potencial. De hecho, su aparici¨®n en esta escuela, aun consciente de que una alumna lo filtrar¨ªa a Dazed? y de que otros muchos otros articulistas (?presente!, ?culpable!) lo repicar¨ªan, ha sido de lo m¨¢s discretito.
Pero sus acciones han se abierto dos opciones de an¨¢lisis, ambas f¨¢ciles de explorar: culpable o inocente.
CULPABLE: La excusa llevada hasta las ¨²ltimas consecuencias por un ni?o mimado.
La imagen ser¨ªa ¨¦sta. No puedes entregar un art¨ªculo a tiempo, as¨ª que informas a tu editor de que tu perro se lo ha jalado a mordiscos. Responde, con m¨¢s raz¨®n que un santo, que si se ha comido el port¨¢til, que si no lo guardaste en un pen (?se comi¨® el pen-drive!, ?el perro ¨¨ morto!), que no se lo cree. Pero entonces inicias una huida obstinada hacia adelante: te compras ocho perros, cuelgas en la Red un manifiesto sobre el maltrato a los canes en Indonesia, editas un disco conceptual grabado en ultrasonidos s¨®lo aptos para o¨ªdos caninos, encabezas una marcha pro-perro disfrazado de Lassie¡. Eso ha podido sucederle a Shia Lebouf, podr¨ªan pensar los suspicaces.
Tal y como ya qued¨® apuntado en este art¨ªculo, todo empez¨® con el estreno del corto Howardcantour.com, dirigido por el actor. Despu¨¦s del aplauso que recibi¨® en su estreno en Cannes en mayo de 2012 y de la buena repercusi¨®n tras su estreno en Vimeo, la editorial Fantagraphics afirm¨® que se trataba de un plagio del c¨®mic de Daniel Clowes Justin M. Damiano. En un principio, el plagiador mostr¨® su arrepentimiento profundo, en comunicados que inclu¨ªan excusas como: ¡°Con mi excitaci¨®n e inexperiencia como director aficionado me perd¨ª en el proceso creativo y descuid¨¦ la acreditaci¨®n adecuada¡± (el perro se ha comido el cr¨¦dito, vaya). Labeouf se excus¨® v¨ªaTwitter de todo ese pelot¨®n de linchamiento que lo acusaba. Incluso impuls¨® una excusa refinad¨ªsima: contrat¨® a un artista a¨¦reo y a su avi¨®n para que colocara, con vapor suspendido en el horizonte, la frase ¡°Lo siento, Daniel Clowes¡± en el cielo de Los ?ngeles. Fotografi¨® ese instante y lo colg¨® en su Twitter. La chanza no acabar¨ªa ah¨ª. Un guionista del The Daily Show de Jon Stewart propuso el hashtag #shialabeouffilms, del que surgieron magn¨ªficas obras como Wall-F (parodia labeouffiana de Wall-E) o A Story About Some Talking Toys (Toy Story en clave Shia). Muchos fueron los que se sumaron al ataque, incluyendo a estrellas como Lena Dunham, responsable de la serie Girls. Pudo ser entonces, ante el escarnio p¨²blico, cuando alguien le dio un telefonazo para, como dice Kevin Spacey en House of Cards, girar la mesa de negociaci¨®n. Empez¨® a contestar a las cr¨ªticas con disculpas fusiladas de hilos de Yahoo Respuestas y con otras tomadas de disculpas p¨²blicas de Alec Waldwin o de Tiger Woods. Eso ya pod¨ªa ser un juego intencionado, pero la prensa pens¨® que hab¨ªa vuelto a copiar sin confesarlo. Hasta que cerr¨® su cuenta con la frase ¡°Ya no soy famoso¡±. Incluso Jim Carrey se chote¨®.
Desde entonces, el 12 de febrero Shia Labeouf apareci¨® en la alfombra roja de la Berlinale, en su tarea de promoci¨®n de Nymphomaniac de Lars Von Trier (que se debe haber re¨ªdo lo suyo), con una bolsa en la cabeza en la que se le¨ªa I Am Not Famous Anymore (ya no soy famoso), ofreciendo una estampa a medio camino entre el capuch¨®n de un religioso en un paso de Semana Santa, un videoclip de Joy Division y la parodia del enigm¨¢tico escritor Thomas Pynchon en Los Simpson. Tambi¨¦n ha adelantado en Twitter que su pr¨®xima pel¨ªcula ser¨¢ Daniel Boring, en referencia, de nuevo, al David Boring de Clowes. Y ha llevado la idea de la bolsa m¨¢s all¨¢, protagonizando la instalaci¨®n art¨ªstica #Iamsorry, muy parecida a otra Marina Abramovic, en la que el actor sentado a una mesa con la bolsa encasquetada ofrec¨ªa audiencia en silencio a los fans y les ofrec¨ªa objetos (una llave inglesa, un tebeo de Clowes, un taz¨®n con tuits insultantes) para que se cebaran con ¨¦l. Lo m¨¢s gracioso de esa idea es el verdadero detournement situacionista que gener¨®. Muy cerca de la Galer¨ªa Stephen Coen de Beverly Boulevard donde estaba Labeouf, Jerry O¡¯Connell (actor de relumbr¨®n en pel¨ªculas como Pira?a 3D) lo parodiaba. Como suced¨ªa con la spoof movie La loca guerra de las galaxias con La guerra de las Galaxias, el resultado era casi mejor. Esta otra iniciativa, impulsada por el portal Funny or Die, llevaba por t¨ªtulo #Iamsorrytoo, y este otro actor recib¨ªa a una menos abultada legi¨®n de curiosos con otro mensaje: ¡°Soy s¨²per famoso¡±. Tomando el atajo del humor, esta maniobra ten¨ªa mucho m¨¢s sentido.
INOCENTE: En realidad, Labeouf ya era as¨ª.
Atribuir toda su maniobra a alg¨²n proyecto que se desvelar¨¢ m¨¢s tarde o a un actor mimado mal aconsejado es f¨¢cil. El caso es que, indagando m¨¢s all¨¢ de las ra¨ªces de sus papeles para Disney, tambi¨¦n se pueden detectar algunos otros motivos. Labeouf, que en 2010 ingres¨® la friolera de 16 millones de d¨®lares y que fue definido por la revista Time como ¡°El beligerante chico de barrio¡±, es hijo, ag¨¢rrense, de:
- Madre: una artista visual.
- Padre: un mimo (en ocasiones, tambi¨¦n payaso de circo).
De hecho, su abuela fue una beatnik amiga de Allen Ginsberg y creci¨® en un ambiente en el que la hero¨ªna se confund¨ªa con el Nesquik. Ha llegado a decir que casi fue heroin¨®mano desde que naci¨®. Y, de hecho, su carrera art¨ªstica no arranc¨® en la televisi¨®n. Cuando ten¨ªa diez a?os, hac¨ªa stand-up por el barrio replicando el lenguaje m¨¢s grosero de los abuelos de la zona. En sus anuncios orales promet¨ªa el mon¨®logo de ¡°una boca sucia de un t¨ªo de 50 a?os en el cuerpo de un ni?o de diez¡±. Desde entonces, ha sido arrestado unas cuantas veces y, por el lado arty, ha aparecido desnudo en videoclips y ha intentado explorar proyectos algo menos palomiteros que Transformers. Toda esta historia sesuda y gamberra, por tanto, podr¨ªa sonarle desde hace ya muchos a?os. Y ser una historia muy aut¨¦ntica.
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