Cuanto m¨¢s dinero, menos ¨¦tica
Cuanto m¨¢s dinero se tiene, m¨¢s posibilidades existen de cometer comportamientos poco ¨¦ticos. As¨ª de contundente es Paul Piff, psic¨®logo social de la Universidad de Berkeley, quien ha dedicado gran parte de su trabajo a estudiar las diferencias entre personas de clase alta y baja. En la ¨²ltima pel¨ªcula de Martin Scorsese, podemos ver reflejada tal afirmaci¨®n. En ella queda patente c¨®mo la codicia puede llevar a las personas a vivir sin ning¨²n tipo de l¨ªmite moral, al igual que los esc¨¢ndalos financieros de los ¨²ltimos a?os que confirman tal teor¨ªa. Obviamente, no se puede generalizar y hay personas muy poco ¨¦ticas sin grandes recursos. Igualmente, existen hombres y mujeres con recursos que realmente est¨¢n muy sensibilizados con las desigualdades econ¨®micas e invierten en proyectos para disminuirlas. Pero lo que realiza la ciencia es ofrecer un patr¨®n de comportamientos y una explicaci¨®n de por qu¨¦ en determinados contextos se refuerzan una serie de actitudes. Veamos a continuaci¨®n algunas conclusiones de los trabajos de Piff:
Libertad e independencia. Contar con m¨¢s recursos nos permite vivir en un ambiente con menos amenazas e incertidumbre, lo cual, sin duda, es positivo y necesario. El problema surge cuando no miramos mas all¨¢ de la propia seguridad personal, cuando se convierte en una burbuja impenetrable que nos hace perder el pulso de lo que ocurre m¨¢s all¨¢ de nuestro peque?o mundo. Una educaci¨®n sobreprotegida refuerza tales comportamientos y nos a¨ªsla del contacto con otras realidades. As¨ª pues, si estamos educando as¨ª a nuestros hijos, ?cuidado!¡ Existen un riesgo futuro.
No considerar a otras personas. Al hilo de lo anterior, en diferentes experimentos se comprob¨® que las personas con m¨¢s recursos pod¨ªan tener comportamientos menos emp¨¢ticos. Ya sabemos que la empat¨ªa est¨¢ relacionada con reconocer las necesidades de los otros y ponerse en su piel. Los investigadores compararon el comportamiento de personas que conduc¨ªan coches de gama alta al llegar a un paso de peatones, con el de personas que llevaban coches menos ostentosos. ?Qu¨¦ encontraron? Que las personas que usaban coches m¨¢s caros se deten¨ªan mucho menos ante el paso de peatones para permitir que la gente cruzara. Una vez m¨¢s, la burbuja de la que habl¨¢bamos parece que genera una piel tan gruesa que nos olvidamos de los que se ¡°cruzan¡± por nuestro camino. La seguridad del dinero nos puede hacer vivir un efecto anest¨¦sico ante los dem¨¢s y reducirnos nuestra capacidad emp¨¢tica.
Tener m¨¢s y compartir menos. De manera parad¨®jica y gracias a un estudio, Piff lleg¨® a la conclusi¨®n de que las familias de clase alta destinan una proporci¨®n menor de sus ingresos a ayudar a los m¨¢s desfavorecidos. Una vez m¨¢s, el ego¨ªsmo incide en este apartado: se pone m¨¢s foco en el inter¨¦s propio que en el bienestar de los dem¨¢s. Evidentemente, todas las personas podemos ser ego¨ªstas. Lo m¨¢s llamativo es cuando se dispone de muchos recursos para repartir y no se lleva a cabo.
¡°Me merezco lo que tengo¡±. Las personas que poseen mayor riqueza pueden considerar que han hecho algo para estar en esa posici¨®n y, por tanto, se lo merecen. Corren el riesgo de dejar a un lado uno de los principios m¨¢s relevantes de la psicolog¨ªa social: a veces nos suceden cosas que no dependen de nosotros mismos como una herencia, por ejemplo. Paul Piff vio en su investigaci¨®n c¨®mo las personas que se sienten m¨¢s ricas, tienen la tendencia a considerar que disponen de un derecho ante dicha fortuna y lo manifiestan de manera convencida. De alg¨²n modo, la burbuja parece que no solo nos impide sentir, sino que tenemos tendencia a alimentarla con todas las afirmaciones posibles que lo justifiquen.
Ser¨ªa l¨®gico pensar que la ¨¦tica no deber¨ªa estar relacionada con disponer o no de riqueza. Sin embargo, parece que existen determinados contextos que nos ayudan a ser m¨¢s emp¨¢ticos y menos ego¨ªstas con las personas que nos rodean. Si por suerte hemos nacido en una familia que dispone de recursos, deber¨ªamos tener en cuenta que existe una gran parte de la realidad de la cual quiz¨¢ no seamos tan conscientes. En la medida que nos abramos al mundo de verdad, escuchemos otras realidades y seamos m¨¢s sensibles a los otros, podemos articular un sistema de valores ¨¦ticos m¨¢s sostenible en el tiempo. Est¨¢ claro que es muy dif¨ªcil resolver la desigualdad econ¨®mica, pero s¨ª que podemos comenzar a trabajar en valores y actitudes que ayuden a construir una sociedad m¨¢s justa y con m¨¢s posibilidades de ser feliz.
Reflexiones
1. No solo la gente que disfruta de una mejor posici¨®n econ¨®mica cae en un comportamiento poco ¨¦tico. Todos tenemos sentimientos que nos animan a ponernos por delante de los dem¨¢s.
2. Debemos estar dispuestos a mirar las situaciones de desigualdad y plantearnos ?c¨®mo me afectan personalmente?, ?qu¨¦ puedo hacer para contribuir al cambio?
3. No son necesarias acciones extraordinarias, es suficiente con intervenir en los momentos cotidianos que me llevan a conectar con los sentimientos de otros.
Paul Piff en TED
Referencias
Higher social class predicts increased unethical behavior, escrito por Paul Piff y publicado en 2012 en Proceedings of the National Academy of Sciences.
Imagen: Andy Warhol Dollar Sign 1982
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