La cuenta suiza

El senador Granados se ha marchado muy enfadado. La dimisi¨®n es un gesto que le honra, porque as¨ª nos hemos enterado de que estaba en el Senado. Tambi¨¦n formaba parte del Senado Luis B¨¢rcenas, encarcelado por el caso G¨¹rtel.Mucha gente considera in¨²til la C¨¢mara alta. Incluso hay quien dice que es un cementerio para dinosaurios de la pol¨ªtica. El problema es que no le prestamos la suficiente atenci¨®n. Ni al cementerio ni a los dinosaurios. Lo cierto es que el senador Granados se ha ido muy enojado. Con su partido, con los periodistas, con todos. ?El pollo que le han montado por una simple cuenta suiza! Se le ve¨ªa con ganas de bramar: ¡°A ver, ?que tire la primera piedra el pringado que no tiene 1,5 millones de euros en Suiza!¡±. Una de las mutaciones faciales m¨¢s curiosas es la de estos personajes que llevan el poder impreso en el morro y lo pierden por un soplo inesperado del esp¨ªritu. El personaje fatuo es ahora un tipo perplejo, y con el peor resentimiento, el del gomoso que ya no puede espetar al pueblo subalterno el:?¡°?Sabe usted con qui¨¦n est¨¢ hablando?¡±, porque incluso su jefa, una Grande de Espa?a, le afea la conducta. Pero el cabreo de Granados es un s¨ªntoma. El investigado ?lvarez Cascos, exsenador y exministro, arremete contra la polic¨ªa que lo investiga. Los pol¨ªticos tocados por la Operaci¨®n Pok¨¦mon mandan callar al fiscal con la enigm¨¢tica frase: ¡°Cada uno a lo suyo¡±. Y la infanta Cristina, reponi¨¦ndose por un momento de la amnesia retr¨®grada, con sus 533 olvidos, le suelta al juez: ¡°Casi me ofende, se?or¨ªa¡±. Ah¨ª se ve la clase, en el ¡°casi¡±. Cambiando de tema, a una juez de Lugo se le escap¨® sobre un imputado por corrupci¨®n: ¡°Fulano es un p¨¦simo delincuente¡±. ?Ser¨¢ una excepci¨®n! Yo pienso que, en general, tenemos una corrupci¨®n de bastante calidad.

?