Hoy no es ayer
El amago de desarme de ETA busca presionar a la opini¨®n p¨²blica para que reclame compensaciones
La entrega de un inventario de las armas (un fusil, un rifle, dos rev¨®lveres, dos granadas, 300 balas y 16 kilos de explosivos) que dos encapuchados se disponen a inutilizar queda bastante lejos de las ¡°aportaciones significativas¡± al ¡°proceso¡± (de paz) anunciadas en un reciente comunicado de ETA. No solo porque esa imagen, aunque la emita la BBC, sea una muestra insignificante para una organizaci¨®n que ha asesinado a m¨¢s de 800 personas, sino porque una vez que ha decidido el cese definitivo de la actividad armada, la entrega o inutilizaci¨®n de las armas apenas aporta nada nuevo a las garant¨ªas de que no habr¨¢ vuelta atr¨¢s en su uso.
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Contribuye en cambio a crear confusi¨®n, con consecuencias inquietantes, sobre lo que importa ahora: la disoluci¨®n definitiva e incondicional de la banda, a la que viene resisti¨¦ndose con la esperanza de conseguir que sea efecto de una negociaci¨®n con el Estado espa?ol (y el franc¨¦s) en t¨¦rminos de paz por presos. Algo que quiz¨¢ habr¨ªa tenido sentido hace a?os, pero que lo perdi¨® totalmente en la T-4.
ETA ha dado este paso unilateral en respuesta a lo que considera inmovilismo del Gobierno sobre los presos. Al hacer un gesto de desarme que los verificadores consideran inicio de un camino que desembocar¨¢ en la entrega de todos sus arsenales, intenta presionar al Gobierno para que ¡°se mueva¡±. Mejor dicho, a la opini¨®n p¨²blica espa?ola para que esta empuje al Gobierno a moverse y negociar, seg¨²n su teorizaci¨®n de la estrategia de iniciativas unilaterales.
Lo m¨¢s sorprendente del ¨²ltimo comunicado de ETA era su disposici¨®n a formar parte de la representaci¨®n vasca que negociar¨ªa con las instituciones espa?olas sobre las ¡°consecuencias del conflicto¡±. Insinuando que a cambio de su desarme tambi¨¦n deber¨ªa desarmarse el Estado, sacando del Pa¨ªs Vasco a sus Fuerzas de Seguridad. Todo esto forma parte de un ¨²ltimo intento por alcanzar reconocimiento como agente pol¨ªtico leg¨ªtimo; que su disoluci¨®n fuera negociada ser¨ªa interpretado por ellos como aval a la teor¨ªa de que su lucha (armada) fue justa y necesaria. Pero entrar en el callej¨®n de la negociaci¨®n es apostar por la prolongaci¨®n indefinida del ¡°proceso¡±. Por volver al punto anterior al de su renuncia a la violencia.
Por eso resulta dif¨ªcil de entender que el lehendakari saliera ayer, en la sesi¨®n de control del Parlamento vasco, en defensa de la posibilidad de entablar contactos con ETA, invocando el famoso punto 10 del Pacto de Ajuria Enea, que contemplaba la hip¨®tesis de un final dialogado de la violencia, si se daban ciertas condiciones. Pero lo que pudo ser comprensible hace 26 a?os dej¨® de serlo hace tiempo. Entonces sirvi¨®, entre otras cosas, para articular un amplio consenso. Hoy servir¨ªa para romper el que hay en torno a la negativa a admitir una negociaci¨®n con ETA. Ser¨ªa una irresponsabilidad. Porque aunque toda entrega de armas es positiva, en este caso se trata de la alternativa de ETA (desarme progresivo con compensaciones) a la exigencia general de disoluci¨®n incondicional.
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