La acci¨®n humanitaria espa?ola, al borde de la desaparici¨®n
En el cap¨ªtulo de la acci¨®n humanitaria, nuestro pa¨ªs ha perdido en apenas dos a?os una credibilidad que le hab¨ªa sido reconocida internacionalmente
Si uno repasa estos d¨ªas la secci¨®n internacional de muchos medios de comunicaci¨®n, no le resultar¨¢ dif¨ªcil encontrarse con la realidad brutal que representan las crisis humanitarias derivadas de los conflictos que en estos momentos asolan pa¨ªses como Rep¨²blica Centroafricana, Siria o Sud¨¢n del Sur. En otros escenarios como Somalia o la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, las organizaciones humanitarias nos esforzamos en dar testimonio de las consecuencias humanitarias para las poblaciones atrapadas en conflictos enquistados, tras d¨¦cadas de violencia, para evitar que caigan en el olvido. Tampoco quedan lejos los devastadores efectos del tif¨®n Haiyan de los que la poblaci¨®n filipina a¨²n intenta recuperarse. Por no hablar de los m¨¢s de 3,5 millones de muertes que generan cada a?o pandemias como el sida, la malaria y la tuberculosis, por falta de acceso a los tratamientos m¨¦dicos existentes.
Son algunos ejemplos de un panorama ciertamente desolador, ante el que es leg¨ªtimo preguntarse por el papel que juega la cooperaci¨®n espa?ola y, m¨¢s en concreto, su componente humanitario.
Es bueno recordar que la acci¨®n humanitaria tiene por objetivo salvar vidas y aliviar el sufrimiento de personas v¨ªctimas de una crisis humanitaria, entendiendo como tal, situaciones en las que se da una excepcional y generalizada amenaza a la vida humana, la salud o la subsistencia. De ah¨ª su inmediatez y trascendencia.
En este sentido, hemos sido testigos directos de c¨®mo durante a?os la acci¨®n humanitaria p¨²blica espa?ola fue creciendo en fondos, fue dot¨¢ndose de marcos normativos y competencias propias, m¨¢s adecuadas a las necesidades que plantea el mundo y c¨®mo pas¨® a convertirse en una pol¨ªtica p¨²blica s¨®lida, con claros compromisos internacionales.
Tambi¨¦n constatamos el propio fortalecimiento de la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional para el Desarrollo (AECID) y, dentro de la misma, atendiendo a su especificidad, de la Oficina de Acci¨®n Humanitaria (OAH).
Sin embargo, vivimos tiempos en los que todos esos progresos se est¨¢n frustrando, y si vemos la actual respuesta que la cooperaci¨®n espa?ola est¨¢ dando a todas y cada una de las crisis humanitarias que mencionaba en el primer p¨¢rrafo de este art¨ªculo, llegamos a la triste conclusi¨®n de habernos convertido en un pa¨ªs irrelevante entre la comunidad internacional de pa¨ªses donantes.
La ayuda humanitaria p¨²blica espa?ola ha tenido en tan solo dos a?os un descenso presupuestario de m¨¢s del 80%. En un marco general de enorme recorte en las cifras de AOD durante 2012 y 2013, el sufrido por el componente humanitario es todav¨ªa mucho mayor, convirti¨¦ndose en la pol¨ªtica p¨²blica m¨¢s afectada por la crisis, hasta situarla al borde de la desaparici¨®n.
Pese a los avances de la OAH en capacidades t¨¦cnicas, y el fortalecimiento de los diversos actores humanitarios espa?oles a trav¨¦s de una mayor profesionalizaci¨®n y experiencia, las cifras en los Presupuestos Generales del Estado para 2014 siguen otorgando un papel marginal a nuestra acci¨®n humanitaria, como resultado a su vez de una creciente incomprensi¨®n sobre su papel como instrumento de cooperaci¨®n.
Las consecuencias de esos recortes se dejan sentir d¨ªa a d¨ªa. La respuesta de nuestro gobierno a los llamamientos de Naciones Unidas para cubrir las crisis humanitarias que ahora mismo sufren Sudan del Sur y Rep¨²blica Centroafricana, han sido pr¨¢cticamente nulas. En el caso de Siria, conocimos hace poco el dato de que en la reciente Cumbre de pa¨ªses donantes celebrada en Kuwait, el pasado mes de diciembre, Espa?a comprometi¨® 5,5 millones de euros frente a un llamamiento por parte de Naciones Unidas de 4.700 millones. En torno al 0,1%.
Si hablamos del Fondo Mundial de la lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria, la principal herramienta a nivel global para hacer frente a estas tres pandemias, hemos pasado, en apenas tres a?os, de ser uno de los mayores donantes a desaparecer por completo.
A pesar de que Espa?a mantiene profundos lazos hist¨®ricos con Filipinas, y de que considera a ese pa¨ªs como prioritario dentro de nuestra cooperaci¨®n, los grandes recortes que ha tenido la ayuda humanitaria p¨²blica espa?ola est¨¢n impidiendo que la respuesta de nuestro pa¨ªs sea sostenida y m¨ªnimamente proporcional a las necesidades de su poblaci¨®n. Y es que, aunque resulte evidente, conviene recordar que m¨¢s all¨¢ de la ret¨®rica, la solidaridad debe mostrarse con hechos, y estos con recursos econ¨®micos.
En este cap¨ªtulo de la acci¨®n humanitaria, nuestro pa¨ªs ha perdido en apenas dos a?os una credibilidad que le hab¨ªa sido reconocida internacionalmente. Son muchas las voces que ya han denunciado este hecho, vincul¨¢ndolo, no sin raz¨®n, a una perdida de peso como pa¨ªs en la esfera internacional y a perjuicios de distinta naturaleza: pol¨ªtica, diplom¨¢tica, estrat¨¦gica o de seguridad.
A las organizaciones humanitarias, como testigos directos del sufrimiento de personas como nosotros, que simplemente han tenido la desgracia de nacer en el lugar y el momento equivocados, nos compete hacer una llamada de atenci¨®n sobre el enorme coste humano que la pr¨¢ctica desaparici¨®n de la ayuda humanitaria p¨²blica espa?ola est¨¢ teniendo entre las poblaciones vulnerables de muchos lugares del planeta.
Carlos Ugarte, responsable de Relaciones Externas de M¨¦dicos Sin fronteras Espa?a.
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