Despu¨¦s del conflicto
Los acuerdos de paz no deben suponer un cierre en falso del proceso de superaci¨®n de la violencia
El t¨¦rmino ¡°postconflicto¡±, que expresa ese deseado momento hist¨®rico y escenario superadores de la violencia en Colombia, es el t¨®pico actual m¨¢s veces repetido en el discurso institucional, en la opini¨®n p¨²blica y privada, incluso sin tener nada en firme en las negociaciones de paz en La Habana. Lo m¨¢s parad¨®jico es que se utiliza aun corriendo el riesgo de que una vez m¨¢s ¡ªcomo ya ocurriera en otros momentos hist¨®ricos recientes en ese pa¨ªs¡ª, y a pesar de haber consolidado esta vez acuerdos en tres puntos de la agenda de negociaci¨®n, las vigentes conversaciones de paz con la guerrilla desemboquen nuevamente en un gran fiasco.
Esta id¨ªlica realidad de ¡°postconflicto¡±, sin embargo, no solo es fruto de un ejercicio de voluntarismo por parte del Gobierno colombiano, que es necesario valorar midiendo su alcance real y los medios humanos y materiales destinados al d¨ªa de despu¨¦s; sino que tambi¨¦n responde a un estado de ¨¢nimo hist¨®rico de esa sociedad, que clama ¡°no m¨¢s¡±. No m¨¢s muerte y destrucci¨®n; no m¨¢s salir al camino del impulso central bogotano, que nunca llega, para que el territorio avance en esa direcci¨®n; no m¨¢s esperar sentado, como siempre, el cierre formal de un proceso de paz, para reivindicar y buscar un escenario de paz y, sobre todo, de las condiciones que la hagan posible.
Las ¨²ltimas protestas que afectan a la institucionalidad, a algunos de los sectores sociales m¨¢s desprotegidos y al medio rural y campesino en Colombia, apuntan a que la aplicaci¨®n de los acuerdos de paz en un deseable escenario de postconflicto en Colombia debe suponer una verdadera transformaci¨®n de la sociedad y del Estado y, por ende, de algunas de sus pol¨ªticas p¨²blicas estrat¨¦gicas, para que este paso hist¨®rico cumpla el papel transformador en la sociedad colombiana que impida un ¡°cierre en falso¡± del proceso de superaci¨®n hist¨®rico de la violencia. En conclusi¨®n: pasar del conflicto armado a un deseable postconflicto dentro de la normal confrontaci¨®n democr¨¢tica de ideas, posiciones pol¨ªticas y alternativas ante las numerosas demandas sociales.
Es imprescindible el desarrollo de pol¨ªticas sociales, la reparaci¨®n a las v¨ªctimas y la protecci¨®n de derechos?
Un riesgo que corre el proceso de negociaci¨®n y el impulso transformador que deben suponer los acuerdos es el ascenso reciente de los sectores m¨¢s moderados y conservadores dentro del equipo de gobierno de Juan Manuel Santos. La elecci¨®n de la propia f¨®rmula electoral para la consulta presidencial de mayo, y los previsibles cambios pol¨ªticos posteriores, intentan compensar el probable buen resultado que asignan las encuestas al partido del expresidente Uribe, opuesto radicalmente al proceso de paz, y el apoyo que aun cosechan sus promesas en una parte significativa de la sociedad colombiana que, al menos sociol¨®gicamente, todav¨ªa es y se siente uribista.
Aun as¨ª, el ¨¦xito o fracaso en la construcci¨®n del escenario superador de la violencia y de estas pol¨ªticas transformadoras del Estado depender¨¢, en buena medida, de la capacidad para fortalecer la estructura territorial en una decidida din¨¢mica descentralizadora en lo pol¨ªtico y en lo presupuestario. Es la exigencia hist¨®rica de un nuevo "pacto" acorde a la realidad constitucional y a la diversidad geogr¨¢fica, con una nueva estructura administrativa moderna y diversificada, que instale capacidades humanas y materiales en las regiones. En resumen, construir un Estado presente y activo en el territorio, capaz de gestionar las pol¨ªticas p¨²blicas del postconflicto. Y para ello, la necesaria reforma del Estado colombiano no puede plantearse como hac¨ªa el pr¨ªncipe de Salina en la novela El Gatopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, cuando dec¨ªa: ¡°¡cambi¨¦moslo todo para que todo siga igual¡±.
Por este motivo, es imprescindible una apuesta firme gubernamental y de toda la sociedad colombiana con el acompa?amiento de la comunidad internacional en ¨¢mbitos estrat¨¦gicos de los acuerdos de paz y en la gesti¨®n del postconflicto: pero, sobre todo, en el desarrollo de las pol¨ªticas? sociales m¨¢s endebles o inexistentes, en la reparaci¨®n integral a las v¨ªctimas y en la protecci¨®n de los derechos fundamentales de la poblaci¨®n, especialmente la m¨¢s vulnerable.
Sin embargo, para que el Estado pueda realizar ese papel de motor transformador en Colombia en una realidad diaria en paz, es esencial introducir cambios profundos en su cultura democr¨¢tica; para empezar, aquella pr¨¢ctica repetida de la eliminaci¨®n f¨ªsica de todas aquellas opciones electorales que son consideradas un ¡°peligro¡± para el mantenimiento del hist¨®rico equilibrio de poder. La democracia no es solo la ¨²nica forma compatible con la libertad y la justicia; tambi¨¦n es la ¨²nica forma de participaci¨®n pol¨ªtica que basa su esencia en la igualdad y en la equidad. Estos dos principios no solo son la esencia y valor de la democracia ¡ªcomo dec¨ªa Kelsen¡ª sino que son la base de una verdadera cultura de y para la paz.
Gustavo Palomares Lerma es presidente del Instituto de Altos Estudios Europeos y catedr¨¢tico en la UNED de Espa?a. En la actualidad dirige el proyecto europeo "Pedagog¨ªa de paz y gesti¨®n del postconflicto en Colombia".
? Gustavo Palomares Lerma, 2014. Todos los derechos reservados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.