Rep¨®quer de ases
La calidad de los cinco candidatos europe¨ªstas a Bruselas augura una intensa campa?a
Con la designaci¨®n del ex primer ministro luxemburgu¨¦s, el socialcristiano Jean-Claude Juncker, como candidato del Partido Popular Europeo (PPE) a la presidencia de la Comisi¨®n Europea, se completa la panoplia de aspirantes de las cinco grandes familias europe¨ªstas a liderar el Ejecutivo continental. Se trata, en principio, de una muy buena cosecha, de un rep¨®quer de ases entre los que escoger en las elecciones del 25 de mayo a la Euroc¨¢mara, seg¨²n las preferencias ideol¨®gicas de cada votante.
En efecto, Juncker es uno de los m¨¢s entusiastas y experimentados dirigentes europeos de la quinta post-Maastricht. Ser¨¢ un rival consistente del favorito, el socialdem¨®crata Martin Schultz, el activ¨ªsimo actual presidente de la C¨¢mara. Completan el quinteto el liberal belga Guy Verhosfstadt, el m¨¢s federal de los dirigentes que ha tenido esta familia; el joven y din¨¢mico izquierdista griego Alexis Tsipras, y los verdes, en comandita, Jos¨¦ Bov¨¦ (franc¨¦s, dirigente agricultor antiglobalizaci¨®n) y la jovenc¨ªsima alemana Ska Keller. Todos ellos encarnan visiones y proyectos para Europa moral y pol¨ªticamente muy superiores a la endogamia reaccionaria de los xen¨®fobos populismos ultras.
La expectaci¨®n con que han sido propulsadas estas candidaturas ¡ªen relaci¨®n con la apat¨ªa que rode¨® las anteriores convocatorias a urnas¡ª, constituye un augurio positivo. Porque adem¨¢s, va asociada a un proceso previo bastante participativo: hasta ahora, las candidaturas las cocinaban en solitario los jefes de Estado y de Gobierno en el secretismo de sus cumbres; ahora ya han intervenido ampliamente sus partidos, y en alg¨²n caso incluso se han celebrado elecciones primarias.
Editoriales anteriores
Era hora. Era hora de profundizar en el impulso procesal democr¨¢tico de una elecci¨®n que aunque leg¨ªtima (si bien de segundo grado), era poco atractiva, pues se limitaba a la decisi¨®n del Consejo Europeo.
La oportunidad abierta por el Tratado de Lisboa para asentar la visibilidad de las instituciones, activar la competici¨®n democr¨¢tica y rescatar a Europa (a¨²n parcialmente) de la desafecci¨®n ciudadana, es relativamente modesta (no va acompa?ada de listas transnacionales), pero de enorme impacto: los grandes electores seguir¨¢n siendo los primeros ministros, pero tendr¨¢n las manos atadas por los ciudadanos, pues deber¨¢n ¡°tener en cuenta¡± los resultados electorales de cada partido. As¨ª, aupar¨¢n al ganador al primer puesto ejecutivo de la Uni¨®n. Por vez primera, ser¨¢ una elecci¨®n casi autom¨¢tica (puede generar distintas coaliciones parlamentarias) del presidente de la Comisi¨®n. Un gran avance.
Es una l¨¢stima que ni Juncker ni Tsipras encabecen las listas electorales de sus partidos en sus respectivos pa¨ªses, lo que les evita un riesgo y por ende, mella ligeramente su apuesta personal. Pero comparado con el avance en curso; con una inminente campa?a en que se discuta m¨¢s sobre qu¨¦ Europa queremos y menos sobre provincianas querellas dom¨¦sticas; y con la perspectiva de debates televisados, esa carencia resulta menor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.