C¨®mo enfriar las expulsiones en caliente
La lavadora de palabras se ha puesto en marcha para cambiar la Ley de Extranjer¨ªa
Las personas tienen sangre caliente, seg¨²n los libros de Ciencias Naturales. Sin embargo, a veces han de comportarse con sangre fr¨ªa, seg¨²n los manuales de emergencias.
La temperatura real del ser humano no variar¨¢ si hace algo "a sangre caliente" ("movido por la c¨®lera o la venganza") o lo acomete "a sangre fr¨ªa" ("con premeditaci¨®n y c¨¢lculo, una vez pasado el arrebato de la c¨®lera"), pero las palabras activan su propio term¨®metro.
En el lenguaje, todo lo que se asocia con el calor refleja actitudes viscerales. La cuarta acepci¨®n del propio t¨¦rmino "calor" equivale a "entusiasmo, fervor". Y "calentar" significa tambi¨¦n "excitar, exaltar, enardecer". Y "caliente" adquiere con frecuencia el sentido de "conflictivo, problem¨¢tico", como sucede con un "oto?o caliente".
Si o¨ªmos que unos jugadores calientan a los contrarios, entendemos que los provocan o les sacuden algunas patadas; mientras que quienes enfr¨ªan los ¨¢nimos suelen aplacar las tensiones del enfrentamiento o de la afici¨®n. Las decisiones cruciales de la vida han de tomarse "en fr¨ªo", porque eso significa que se han analizado los datos y diseccionado las emociones. No se puede obrar acaloradamente, y si a alguien se le calienta la boca los argumentos ya se le hab¨ªan escapado de la conversaci¨®n.
El calor y el fr¨ªo
El calor y el fr¨ªo son para el lenguaje tanto como el coraz¨®n y el cerebro: la oposici¨®n entre las emociones y la raz¨®n.
Leemos estos d¨ªas que la Guardia Civil ha ejecutado "expulsiones en caliente" de quienes cruzan la frontera espa?ola en Ceuta, seg¨²n las han denominado los medios informativos. Tal expresi¨®n, "en caliente", se asocia enseguida con todo esto de lo que venimos hablando: la irreflexi¨®n. Y en efecto, los agentes act¨²an antes de preguntar y de analizar. Arrojan a la persona inmigrante al otro lado de la linde sin saber si est¨¢ enferma o exhausta, sin decirle ni buenos d¨ªas, sin saber si es objeto de persecuci¨®n pol¨ªtica o discriminatoria, si ha ca¨ªdo en una red de trata de personas o si huye de un violador.
El Gobierno parece partidario de tales medidas. Incluso anuncia su prop¨®sito de reformar la Ley de Extranjer¨ªa para facilitarlas. Pero habr¨ªa resultado muy sorprendente que el lenguaje del poder incorporase esa expresi¨®n a su vocabulario, tan real, tan definitoria de los hechos que describe. Y tan bien recogida por la Academia:
"(en) caliente.- Inmediatamente, sin ning¨²n retraso que haga perder el inter¨¦s o vehemencia de la acci¨®n. Bajo la impresi¨®n inmediata de las circunstancias del caso".
Y en efecto, la lavadora de palabras ya se ha puesto en marcha. El poder y su entorno no hablan de "expulsiones en caliente", sino de que se quiere "adecuar la ley a la pr¨¢ctica", "ajustar legalmente la forma en la que se puede devolver a los inmigrantes a Marruecos" (19 de febrero), para regular as¨ª "la readmisi¨®n inmediata" (9 de marzo). Y el presidente de Melilla, Juan Jos¨¦ Imbroda (PP), ha declarado que debe modificarse la legislaci¨®n a fin de que permita "la devoluci¨®n inmediata a Marruecos" de quienes pasan la valla (18 de febrero).
Adem¨¢s de otras palabras encubridoras, encontramos en esas frases la locuci¨®n adverbial "de inmediato" y el adjetivo "inmediata" para reemplazar a "en caliente". Estas formas sustitutivas fueron bien elegidas, porque siempre dan idea de eficacia: acometer algo "de inmediato" demuestra capacidad de reacci¨®n, y que se hace "sin tardanza", "al punto, al instante". Ideas positivas todas ellas. Se destierra as¨ª una expresi¨®n dudosa ("en caliente") y se aporta una forma de prestigio: "de inmediato".
Pero a veces la lavadora se pasa de vueltas. Obs¨¦rvese en esas frases el uso del verbo "devolver". Hay que "devolver a Marruecos" a los inmigrantes, o conseguir una "devoluci¨®n inmediata". Como si los inmigrantes fueran un objeto que se nos entrega y que devolvemos igual que har¨ªamos en una tienda por no resultar de nuestro gusto. Los inmigrantes nos los entrega Marruecos, por lo visto, y podemos devolv¨¦rselos.
Da la impresi¨®n de que esas frases se pronunciaron demasiado en caliente.
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