Los repatriados de Hann vuelven al mar
?Qu¨¦ sucede con los inmigrantes que llegaron a Europa y fueron obligados a retornar? Con el tiempo algunos, como estos pescadores de Senegal, rehacen su vida en su pa¨ªs Los pescadores de Hahn han abierto sus negocios gracias a programas financiados desde Espa?a
Abril de 2006. Mody Dia (Dakar, 1975) abandona la playa de Hann, en Dakar, a bordo de un cayuco que enfila su proa hacia Espa?a. Tras cinco d¨ªas de traves¨ªa entre las olas verdosas del Atl¨¢ntico, la barca de Mody llega a Tenerife. Lo env¨ªan al centro de acogida de Fuerteventura y, a principios de junio, lo embarcan en un avi¨®n que, en teor¨ªa, le depositar¨¢, junto con otros 98 subsaharianos, en Barcelona. Al aterrizar y mirar por la ventana, los pasajeros se descubren rodeados de operarios negros y calima. Entre el polvo saheliano, perciben las formas familiares del aeropuerto L¨¦opold S¨¦dar Senghor. Acababan de convertirse en el primer contingente de africanos repatriados por Espa?a, con apenas 15 euros en el bolsillo y un s¨¢ndwich en la mano.
La historia de Mody Dia no es excepcional. Apost¨® por el viaje a Europa y, como consecuencia, perdi¨® su trabajo como proveedor de servicios inform¨¢ticos para empresas de Hann, su barrio, y todos sus ahorros, invertidos en la ruta hacia Eldorado espa?ol. Regres¨® a su pa¨ªs sin nada. Eran los tiempos del Bar?a ou barsak: la costa senegalesa se transformaba un hervidero de esperanzas, rumores y cayucos. Hann era el epicentro del que part¨ªa la marea humana que amenazaba con desangrar Senegal. Los pescadores preparaban sus cayucos para llegar a Canarias y dejaban en tierra los aparejos. Una hilera de hermosas barcas de colores embarrancaba en la arena sucia de la playa, que hoy sigue igual que polucionada, pero en la que apenas se divisa una quincena de barcas.
¡°Soy t¨¦cnico inform¨¢tico, puedo administrar redes y mantenerlas¡± ¨Cexplica Mody, sentado en su peque?a tienda de Hann Plage (*). All¨ª almacena ropa, bolsos y zapatos que su hermana le env¨ªa en contenedores desde Italia y que ¨¦l vende al golpito. Tambi¨¦n hay una cafetera, sillas para los visitantes y un ordenador en el que redacta proyectos, memorias e informes. ¡°Hice tres a?os en el British Council y una formaci¨®n en emprendedur¨ªa", contin¨²a. "Mi idea era montar mi propia empresa y crear empleo. En el momento en el que me fui, pens¨¢bamos que marcharse a Espa?a era f¨¢cil. Reconozco que yo era demasiado ambicioso y ten¨ªa prisa. Y hab¨ªa mucha gente como yo, que lo vend¨ªa todo y lo invert¨ªa en el viaje¡±.
A d¨ªa de hoy, Mody Dia es uno de los tres gerentes de una cooperativa de pescadores en la misma playa de la que parti¨®, en un popular y deprimido barrio de pescadores de origen lebou. La cooperativa aglutina a j¨®venes africanos repatriados desde Espa?a y funciona gracias a un proyecto de la Federaci¨®n de Asociaciones Africanas en Canarias (FAAC), financiado con ocho millones y medio de francos CFA (unos 13.000 euros) del Cabildo Insular de Gran Canaria. Mantiene, en este momento, a 15 hombres y tres barcas faenando. Sobre la arena sucia de Hann tambi¨¦n se arremolinan las mujeres de los pescadores, encargadas de la venta de sus capturas. Los GPS, las redes y otro material de pesca completan el equipamiento del proyecto, que empez¨® a funcionar en el a?o 2012 y que ocupa a varias familias del barrio en un momento especialmente duro para la pesca senegalesa. El concepto que vertebra el proyecto se resume en las palabras "Senegal, traves¨ªa y cayuco". O, lo que es lo mismo en wolof: "Sen yoonu gaal".
¡°Todo empez¨® en el a?o 2008", explica Mody, haciendo rotar un vasito de ataya (t¨¦) entre las manos.? "Un amigo, Rafael Blanco, de Puente Humano, se vino a Senegal con otros dos espa?oles para un estudio. Los acogimos en Hann, en nuestras casas. Decidimos que hicieran una especie de turismo integrado. A trav¨¦s de ¨¦l llegaron a nosotros Luc Andr¨¦ Diouf Dioh y Ana Carolina Teixeira, de la FAAC. Luc me llam¨® desde Canarias y me dijo que quer¨ªan ayudarnos, pero que ten¨ªa que escribir un proyecto. Me aclar¨® que ellos no pod¨ªan proponernos nada: nos daba un tiempo para reflexionar y decidir qu¨¦ necesit¨¢bamos. Lo cierto es que yo no ten¨ªa mucha confianza. Siempre llegan ONG que vienen, recogen informaci¨®n, hacen promesas y se van para no regresar jam¨¢s. Pens¨¦ que era la misma canci¨®n de siempre. Pero Luc insisti¨®. Nos inscribimos legalmente como cooperativa en la c¨¢mara de comercio, mand¨¦ fotos y escribimos el proyecto¡±.
La playa de Hann es una franja de arena, seba y desperdicios mordida por un oc¨¦ano oleoso, en la que cada vez hay menos pescado, menos cayucos y menos pescadores. A lo lejos, en el horizonte, se dibuja la silueta de un gran barco extranjero, competencia directa de los pescadores artesanales senegaleses. La playa se sit¨²a en la comuna de Hann Bel Air, una de las diecinueve en que se divide Dakar y la segunda m¨¢s populosa de Senegal, con m¨¢s de 120.000 vecinos repartidos en diferentes barrios. Aqu¨ª se concentran el 70 % de las industrias del pa¨ªs y el ¨²nico pulm¨®n verde de Dakar en forma de parque zool¨®gico. La contaminaci¨®n y la sobrepesca han afectado dram¨¢ticamente a sus costas. En el caso espec¨ªfico de la playa de Hann, antes se pod¨ªan observar los bancos de peces a simple vista desde una azotea y hoy es necesario internarse en mar abierto, a unos cuarenta kil¨®metros de la orilla, para quiz¨¢s ¨Ccon suerte- sentir que las redes palpitan de vida.
¡°Cuando regresamos, nos hicieron muchas promesas", Mody se r¨ªe. "Como el proyecto REVA, el retorno de los emigrantes a la agricultura [por sus siglas en franc¨¦s]. Para trabajar en el campo ten¨ªamos que desplazarnos a unos siete kil¨®metros de la capital. Cada d¨ªa. Es un buen concepto, pero yo soy inform¨¢tico, no agricultor. Creo que, corregido, podr¨ªa cambiar mentalidades y conseguir que nos quedemos aqu¨ª y nos ganemos la vida. A nuestra cooperativa le interesa fijar a nuestros j¨®venes a nuestro territorio, ofrecerles opciones aqu¨ª. En mi opini¨®n, deber¨ªan invertir los millones de euros del Frontex en crear empleo y desarrollo, no en polic¨ªa y ej¨¦rcito¡±.
El proyecto de cooperativa de la FAAC cuenta con el apoyo del alcalde de Hann Bel Air, Babacar Mbengue. Hijo de ministro, formado entre Francia y Estados Unidos y hombre de car¨¢cter resolutivo y discurso directo, ha sido un apoyo fundamental para el proyecto de los repatriados encabezados por Mody Dia. Mbengue ocupa la alcald¨ªa de Hann Bel Air desde 2009 y se?ala que los ¨²nicos proyectos de cooperaci¨®n que se desarrollan en su distrito se han gestado de Espa?a: la cooperativa de pescadores de la FAAC y Casa Espa?a, un programa social de la Fundaci¨®n FEB 2014, que cuenta con el apoyo de la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional para el Desarrollo (AECID) y, de nuevo, el Cabildo Insular de Gran Canaria.
¡°Vamos hacia la creatividad y la invenci¨®n", explica Babacar Mbengue en su despacho. Hace falta crear a partir del potencial existente. En nuestro caso, trabajar en peque?os proyectos como ¨¦ste, que significan una esperanza para la poblaci¨®n. Hay que multiplicar experiencias de ¨¦xito de este tipo. La pesca es un sector muy dif¨ªcil, pero lucrativo con una buena inversi¨®n. Hann est¨¢ sobre un brazo de mar, es una regi¨®n productiva¡±.
Mody se?ala que dinero de la cooperativa de los repatriados de Hann fluye directamente entre la FAAC y los proveedores que han construido los cayucos y les han vendido el material. No hay intermediarios: ni la cooperativa ni el ayuntamiento tocan un franco CFA. El procedimiento garantiza la transparencia y que no se desv¨ªe ni un solo euro de su prop¨®sito inicial. La cooperativa camina sola ahora, aunque el cerebro de Mody no descansa y busca formas de mejorar las condiciones de vida de su cooperativa y de su barrio.
¡°Ahora nos hace falta un cami¨®n frigor¨ªfico", precisa, igual de ambicioso que cuando se embarc¨® en cayuco en el 2006. "En la pesca, a veces ganas y a veces pierdes. Hay prohibiciones del gobierno con determinadas especies porque su captura es perjudicial para el medio ambiente. A veces, no hay suerte y se pesca poco. Otras pescamos mucho, pero no tenemos un cami¨®n frigor¨ªfico para que no se pudra el pescado y para poder venderlo en otros sitios. Vivimos en un mercado donde hay oferta y demanda. Si el pescado abunda, el precio baja. Un cami¨®n frigor¨ªfico nos ayudar¨ªa conseguir m¨¢s beneficios por nuestro trabajo, a sacarle m¨¢s rentabilidad¡±.
Este viaje fue posible gracias a la invitaci¨®n de la compa?¨ªa a¨¦rea BinterCanarias que abri¨® recientemente ruta directa desde Gran Canaria a Dakar (Senegal).
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