¡®United States of Marihuana¡¯
Desde el 1 de enero, en Colorado se puede comprar marihuana para uso recreativo Veintiuno de los 50 Estados permiten el uso terap¨¦utico El futuro de la hierba se juega en este rinc¨®n de un pa¨ªs que ha liderado la guerra contra la droga
Un d¨ªa de oto?o de 2009, al exagente de narc¨®ticos estadounidense Matt Cook le hicieron un encargo que le proporcionar¨ªa su peque?o lugar en la historia. Le entregaron un documento de 22 p¨¢ginas y le dijeron: ¡°Vas a regular la industria de la marihuana¡±.
Nueve a?os antes, el 7 de noviembre de 2000, los votantes de Colorado hab¨ªan aprobado, con un ajustado apoyo del 53,5%, una enmienda a la Constituci¨®n del Estado que autorizaba el uso de cannabis por motivos m¨¦dicos. T¨¦cnicamente se establec¨ªa una especie de excepci¨®n a las leyes penales estatales. Los doctores pod¨ªan ¡°aconsejar¡± el uso de marihuana a un paciente, este pod¨ªa designar un cuidador y, tras recibir de la Administraci¨®n una tarjeta de usuario, tanto el paciente como el cuidador estaban autorizados a poseer cerca de 100 gramos de marihuana o seis plantas.
Pronto una serie de ambig¨¹edades en su redacci¨®n convirtieron la enmienda en ineficaz. La principal de estas era la naturaleza de la relaci¨®n entre el paciente y el cuidador. Primero se estableci¨® un l¨ªmite de cinco pacientes por cuidador para imposibilitar la distribuci¨®n de marihuana a gran escala. La presi¨®n popular logr¨® que se eliminara finalmente esa limitaci¨®n en 2009 dando v¨ªa libre a los dispensarios de cannabis. La crisis econ¨®mica hab¨ªa dejado empresarios en paro, naves industriales vac¨ªas y unas arcas p¨²blicas necesitadas de ingresos fiscales. La elecci¨®n de Barack Obama, que lanz¨® ambiguos gui?os al tema durante una campa?a que buscaba el voto joven, fue interpretada por los interesados como un presagio de cambio en la pol¨ªtica federal sobre la marihuana. Finalmente, el Departamento de Justicia, en un comunicado de octubre de 2009, indic¨® que no actuar¨ªan contra los empresarios poseedores de licencias que cumplieran con las leyes de los Estados con marihuana medicinal. Y todos estos factores confluyeron en lo que se vino a llamar la ¡°fiebre verde¡±, en alusi¨®n a aquella otra fiebre, la del oro, que llen¨® las monta?as de Colorado de buscadores de fortuna hace 150 a?os.
De la noche a la ma?ana, los usuarios registrados de marihuana m¨¦dica en Colorado pasaron de cerca de 10.000 a casi 100.000 para finales de 2009. Y el n¨²mero de dispensarios salt¨® de unas docenas a un millar. Fue entonces cuando son¨® el tel¨¦fono de Matt Cook.
¡°Reclut¨¦ a expertos de ambos lados del negocio¡±, explica Cook, un hombre con 36 a?os de experiencia en el servicio p¨²blico, que empez¨® su carrera en la Fuerza A¨¦rea del Ej¨¦rcito, trabaj¨® en el departamento estadounidense dedicado a la lucha antidroga (DEA) y con el tiempo se convirti¨® en un experto en la regulaci¨®n de diversos campos delicados, desde el juego hasta las carreras de caballos. ¡°Hab¨ªa polic¨ªas, expertos en sanidad, funcionarios de los Gobiernos local y estatal, m¨¦dicos. Y del lado de la industria reclut¨¦ a pacientes, abogados de pacientes, propietarios de dispensarios de marihuana, cultivadores y activistas. ?ramos 32. Nos reun¨ªamos dos veces a la semana. Las reglas eran sencillas: yo soy el jefe; no vamos a ponernos de acuerdo en todo, pero debemos respetar la postura de cada uno; os animo a tener una opini¨®n, pero en ¨²ltima instancia yo tengo que tomar una decisi¨®n; la primera vez que no nos tratemos como adultos os pedir¨¦ que os vay¨¢is y que no volv¨¢is; de todas las cosas que hablemos cada d¨ªa quiero que deis cuenta a cada parte de la industria que vosotros represent¨¢is y quiero que traig¨¢is sus impresiones a la siguiente reuni¨®n. Estuvimos cinco meses haciendo eso. Elaboramos 108 p¨¢ginas de normas, que defin¨ªan el esquema regulatorio, y eso se convirti¨® en la ley. No hay nada m¨¢gico en ello. He cogido cosas que he aprendido en 36 a?os de trabajo en distintas regulaciones. Hay un poco de la legislaci¨®n del juego, un poco del alcohol, un poco de las carreras de caballos. Son estrategias probadas. Este es un asunto m¨¢s, solo que se llama marihuana. Y a m¨ª me toc¨® el primer asalto: crear este experimento que el resto del mundo observa¡±.
El resultado es un marco legal que regulaba todos los aspectos del negocio del cannabis medicinal, como dice Cook, ¡°desde la semilla hasta la venta¡±, y que sirvi¨® como modelo para muchos otros Estados. El inter¨¦s trascendi¨® tambi¨¦n las fronteras estadounidenses. Cook asegura haber recibido visitas de pol¨ªticos de Canad¨¢, Francia, Alemania, Israel, Uruguay y hasta de Ir¨¢n.
Hoy la marihuana para uso m¨¦dico es legal en 21 de los 50 Estados norteamericanos. Y 14 m¨¢s est¨¢n considerando legalizarla este a?o. A nadie se le escapa que la frontera entre el uso medicinal y recreativo es difusa. En 2012 hab¨ªa en Colorado, un Estado de cinco millones de habitantes, casi 140.000 pacientes autorizados a usar marihuana, el 94% de los cuales obtuvieron la tarjeta tras alegar que padec¨ªan un ¡°dolor severo¡±. ¡°No ser¨¦ yo quien se siente aqu¨ª y le diga que no hay un abuso¡±, reconoce Matt Cook. ¡°Lo hay, no tengo duda de ello. Pero yo no soy m¨¦dico, pertenezco a las fuerzas del orden. Y ese es un problema que empieza y termina con los m¨¦dicos. Y tambi¨¦n le dir¨¦ una cosa: hay m¨¢s de 800 doctores que han prescrito cannabis como medicina para la gente de Colorado¡±.
Este Gobierno ha decidido no aplicar su ley aqu¨ª, es hip¨®crita, opina un jefe de polic¨ªa
Con m¨¢s de cien mil usuarios registrados y un millar de dispensarios legales, el siguiente paso parec¨ªa natural. Y en noviembre de 2012, con el 55% de votos a favor, Colorado aprob¨® la enmienda 64 a su Constituci¨®n y se convirti¨® en el primer Estado, junto con Washington, en legalizar la marihuana para uso recreativo. Ni el gobernador del Estado ni el alcalde de Denver, la capital, hicieron campa?a a favor. Pero los legisladores decidieron dejar sus diferencias aparte y llevar a cabo de la mejor manera posible, en una legislatura controlada por los dem¨®cratas, la voluntad que hab¨ªan expresado los votantes en las urnas. A?adieron algunas normas al s¨®lido cuerpo legal creado por el equipo de Matt Cook para la marihuana medicinal. L¨ªmites de edad y de compra, restricciones a la publicidad, una fuerte carga impositiva o el compromiso de dedicar los primeros 40 millones de d¨®lares que recaude el Estado a la construcci¨®n de escuelas.
Desde el pasado 1 de enero, que pasar¨¢ a la historia como el ¡°mi¨¦rcoles verde¡±, en Colorado se permite el cultivo y la venta de marihuana para uso recreativo. Tambi¨¦n se aprob¨® en el Estado de Washington, pero, como no tienen una estructura de marihuana medicinal tan avanzada, hasta el pr¨®ximo verano no se podr¨¢ comprar. En Colorado s¨ª. Los residentes en el Estado mayores de 21 a?os pueden comprar casi 30 gramos de una vez, y los de fuera, 7 gramos.
A nivel federal, la marihuana sigue perteneciendo a la misma categor¨ªa legal que la hero¨ªna y la coca¨ªna. Pero el pasado mes de agosto se produjo un importante avance en la seguridad jur¨ªdica del sector al anunciar la Administraci¨®n de Obama que no interferir¨¢ con las nuevas leyes de Colorado y Washington. En una encuesta realizada en febrero por The New York Times y la CBS, un 51% de los estadounidenses se manifiestan a favor de la legalizaci¨®n del cannabis (en 1979, el porcentaje a favor en la misma encuesta fue del 27%). El apoyo sube a un 72% entre los menores de 30 a?os. Por preferencias pol¨ªticas, apoyan la legalizaci¨®n un tercio de los republicanos, un 60% de los dem¨®cratas y un 54% de los independientes. El propio presidente declar¨® recientemente que no cree que la marihuana sea m¨¢s peligrosa que el alcohol y que es importante que los experimentos de Colorado y Washington avancen: supone una discriminaci¨®n, dijo, el hecho de que los negros sean arrestados en mayor porcentaje que los blancos por asuntos de drogas, cuando los niveles de uso son similares.
Estados Unidos ya no parece a los ojos del mundo ese pa¨ªs obsesionado con la guerra a la droga como era anta?o. Y ya no est¨¢ tan autorizado para exigir a otros pa¨ªses que no legalicen la marihuana cuando se est¨¢ vendiendo legalmente dentro de sus propias fronteras. Result¨® significativo el relativo silencio de la Administraci¨®n de Obama cuando, el pasado diciembre, Uruguay se convirti¨® en el primer pa¨ªs en legalizar el cannabis (aunque todav¨ªa no existe la normativa que lo regule).
Colorado es desde el 1 de enero un experimento del que el mundo entero est¨¢ pendiente. Y hay poderosos argumentos de venta, como el anuncio, formulado hace unas semanas por el gobernador del Estado, John W. Hickenlooper, de que los ingresos por impuestos de la marihuana en Colorado ascender¨¢n a 134 millones de d¨®lares en este ejercicio fiscal. Por no hablar de los miles de puestos de trabajo creados o, por ejemplo, las astron¨®micas facturas de luz que ingresan las compa?¨ªas el¨¦ctricas de los centenares de plantas de cultivo interior intensivo. Un estudio de 2006, que comparaba las cifras econ¨®micas oficiales de diferentes plantaciones con proyecciones de la producci¨®n de cannabis, llegaba a la conclusi¨®n de que la marihuana era el cultivo comercial m¨¢s importante en valor econ¨®mico de EE UU. El estudio se?ala que la producci¨®n de la hierba, con un valor de 35.800 millones de d¨®lares anuales, supera a la suma del ma¨ªz y el trigo. Un mont¨®n de dinero para tenerlo en manos ajenas a la legalidad, argumentan los activistas.
El cannabis, utilizado en la medicina en el siglo XIX, es ilegal en EE UU desde la llamada Marihuana Tax Act de 1937. El derecho a intoxicarse hab¨ªa quedado prohibido durante la ley seca. Si tiene ¨¦xito, el experimento de Colorado puede marcar el principio del fin de la era de la prohibici¨®n. Si fracasa, frenar¨ªa la actual inercia hacia la equiparaci¨®n del trato legal de la marihuana al del alcohol. Pero no hay duda de que 2014 va a ser un a?o clave en la historia del trato legal del cannabis.
?l ¨¦xito o fracaso del experimento se medir¨¢ atendiendo a distintos indicadores, explica Matt Cook: ¡°?La marihuana de Colorado est¨¢ pasando las fronteras del Estado? Eso ser¨¢ determinante. ?Los ni?os tienen m¨¢s acceso? Eso tambi¨¦n ser¨¢ determinante. Entiendo que la incidencia en el consumo de menores ha subido algo en todo este tiempo, pero no s¨¦ si el origen de esa marihuana es un escenario regulado. Esto es como el alcohol: m¨¢s del 65% de lo que beben los menores viene de un amigo o del hogar familiar. Los chicos no lo consiguen en una licorer¨ªa. Y esto no es distinto. Si el producto est¨¢ a su alcance, los ni?os lo coger¨¢n de la casa de sus padres. ?De qui¨¦n es responsabilidad eso? Es como las pastillas que est¨¢n en tu botiqu¨ªn. Yo no uso marihuana, no estoy en ese lado de la moneda. No apoyo el cannabis recreativo, pero tampoco apoyo el uso de alcohol, pastillas o cualquier cosa que altere tu estado mental, a menos que se realice con motivos m¨¦dicos. Tambi¨¦n respeto la libertad de elecci¨®n. Y si la gente est¨¢ enferma y es as¨ª como decide vivir su enfermedad, esa es enteramente su decisi¨®n. El Gobierno no debe intervenir ah¨ª. Debemos educar a los j¨®venes en los peligros de esta y de otras sustancias. Eso es responsabilidad de la familia. No del Estado, no de los m¨¦dicos. Y si un ni?o coge marihuana de tu botiqu¨ªn, no se va a morir. Eso es algo que no puedes decir de muchas otras sustancias¡±.
Un 51% de ciudadanos de Estados Unidos est¨¢ a favor de la legalizaci¨®n del cannabis
Las hermanas Hackett se han acostumbrado a derribar estigmas. De las paredes de su despacho, a las afueras de Denver, cuelgan recortes de peri¨®dicos de principios de los ochenta donde las tres j¨®venes hermanas, fortachonas, con camisas de le?ador, vaqueros y mofletes sonrosados, posan encaramadas a lo alto de una compleja estructura de vigas de hierro. Tercera generaci¨®n de una familia de trabajadores del metal, en 1979 se convirtieron en las primeras mujeres obreras de la construcci¨®n de estructuras met¨¢licas de Colorado. Un mundo de hombres en el que lograron hacerse fuertes. Y circunstancias de la vida llevaron a dos de ellas a convertirse, 30 a?os m¨¢s tarde, en pioneras de otro negocio bien distinto: el de la venta legal de marihuana.
¡°A los 28 a?os estaba construyendo nuestro antiguo aeropuerto y me ca¨ª al suelo desde una altura de 11 metros¡±, recuerda Robin, la hermana mayor. ¡°Segu¨ª trabajando casi 20 a?os m¨¢s, medicada, y cuando me retir¨¦ a los 45, ten¨ªa tal dolor en la espalda a causa de las lesiones que no pod¨ªa con ello. Me trataba con opi¨¢ceos y estuve dos a?os sin salir de casa, no pod¨ªa funcionar a ning¨²n nivel. Una amiga parapl¨¦jica me dec¨ªa todo el tiempo que deb¨ªa probar la marihuana. Yo le contestaba que no iba a funcionar. ?C¨®mo me iba a ayudar si ni siquiera los opi¨¢ceos me ayudaban? Durante tres meses vino cada d¨ªa a mi casa y me tra¨ªa una galleta de marihuana. Y lo que me hizo finalmente comerla fueron 20 cent¨ªmetros de nieve. Se le qued¨® encajada la silla de ruedas en la nieve y yo le dije: ¡®?Dame la galleta! ?Te vas a matar!¡¯. La com¨ª delante de ella, y en dos horas tuve m¨¢s alivio del dolor del que hab¨ªa tenido en 15 a?os¡±.
Robin ley¨® todo lo que encontraba sobre la marihuana y empez¨® a tener ideas. ¡°Cuando la nueva ley entr¨® en vigor en Colorado, llam¨¦ a mi hermana Cheri y le pregunt¨¦: ¡®?Quieres abrir un negocio de marihuana conmigo?¡¯. Ella me contest¨®: ¡®?Ni loca! ?De qu¨¦ est¨¢s hablando?¡¯. Yo le dije que a m¨ª me hab¨ªa salvado la vida y que pod¨ªa salvar las vidas de otros. Y una hora despu¨¦s me llam¨® y me dijo que s¨ª. As¨ª es como llegamos aqu¨ª, a partir del dolor y el sufrimiento¡±.
Las hermanas Hackett montaron Botana Care, una empresa de cultivo y dispensaci¨®n de marihuana m¨¦dica. ¡°Esto no ha sido f¨¢cil¡±, explica Robin, paseando por un bosque interior de esplendorosas plantas de marihuana de casi dos metros de altura cuidadosamente etiquetadas. ¡°Ha habido muchos obst¨¢culos en el camino, daban ganas de rendirse. Pero entonces mir¨¢bamos a los pacientes y dec¨ªamos: ¡®Vamos a seguir luchando por aquellos que no pueden luchar¡±.
Los obst¨¢culos proceden de la paradoja de que estos empresarios trabajan, amparados por una ley estatal, con un producto cuyo tr¨¢fico y consumo es ilegal a nivel federal. Y sucede, por ejemplo, que estas compa?¨ªas ¨Cque pagan impuestos, emplean a decenas de personas y pagan facturas de electricidad que superan los 10.000 d¨®lares al mes¨C no pueden operar con bancos, que no se arriesgan a que la polic¨ªa federal act¨²e contra ellos por blanquear dinero de una actividad delictiva. As¨ª que la mayor¨ªa maneja y atesora enormes cantidades de dinero en efectivo. Pero la situaci¨®n tiene visos de arreglarse despu¨¦s de que, el pasado 13 de febrero, Obama invitara a los bancos a trabajar con los empresarios de la marihuana legal y se comprometiera a no actuar contra ellos.
Robin Hackett explica que en tres a?os de actividad han visto a cerca de 3.000 pacientes, 850 de los cuales han aceptado formar parte de su programa de investigaci¨®n para determinar qu¨¦ variedad de planta funciona mejor seg¨²n qu¨¦ tipo de enfermedad. La medicina cann¨¢bica ha adquirido un considerable nivel de sofisticaci¨®n. Clasificada por primera vez en 1753 por el sueco Linneo, padre de la taxonom¨ªa, no fue hasta 1964 cuando, en la Universidad Hebrea de Jerusal¨¦n, el profesor Raphael Mechoulam identific¨® los cerca de 60 cannabinoides que componen la planta. El m¨¢s famoso es el THC, que es el responsable de los efectos psicoactivos, pero apenas tiene indicaciones m¨¦dicas, m¨¢s presentes en otro componente llamado CBD. Las distintas cepas de planta pueden tener mayor o menor presencia de los diferentes cannabinoides.
A la peque?a Charlotte Figi le diagnosticaron una enfermedad llamada s¨ªndrome de Dravet, y cuando ten¨ªa tres a?os sufr¨ªa cerca de 300 ataques epil¨¦pticos agudos por semana. Sus padres ensayaron con ella todo tipo de tratamientos hasta que un doctor les recomend¨® que probaran con marihuana, pero una variedad muy baja en THC, para que la ni?a no se intoxicara. Seg¨²n el testimonio de los padres, Charlotte pas¨® a tener solo dos o tres ataques al mes y a poder llevar una vida normal. Los Figi se instalaron entonces en la ciudad de Colorado Springs y se pusieron en contacto con los hermanos Stanley, unos de los mayores productores del Estado, para convencerlos de que localizaran esa cepa y la cultivaran para que su hija pudiera tomarla. Los Stanley se pusieron manos a la obra y, en honor a la peque?a, bautizaron esa variedad como Charlotte¡¯s Web. La emisi¨®n de un reportaje sobre los Figi el a?o pasado en la CNN provoc¨® una oleada de emigraci¨®n a Colorado de familias con hijos enfermos. Incluso hay algunos de los Estados de EE UU m¨¢s conservadores que est¨¢n estudiando legalizar el uso medicinal de marihuana, pero solo de esta cepa sin THC.
La comunidad m¨¦dica oficialmente no recomienda el uso terap¨¦utico del cannabis, ya que no hay estudios cient¨ªficos controlados en humanos que demuestren que su eficacia sea mayor que sus efectos adversos. Pero las hermanas Hackett, como otros muchos cultivadores, no solo conf¨ªan en su valor, sino que aseguran haberlo demostrado en a?os de experiencia. Cultivan decenas de cepas distintas y han desarrollado cientos de productos para combatir diferentes dolencias.
Cuando se legaliz¨® la marihuana recreativa, las Hackett se apuntaron tambi¨¦n al carro y ampliaron su negocio. El pasado 1 de enero tuvieron tanta gente haciendo cola en la calle, bajo la nieve, que habilitaron un enorme hangar que ten¨ªan vac¨ªo para que esperaran m¨¢s c¨®modamente. ¡°El primer d¨ªa atendimos a 650 personas y calculamos que otras 350 se quedaron fuera¡±, asegura Robin. ¡°La gran fiebre dur¨® un par de semanas, pero hoy seguimos atendiendo cada d¨ªa a 300 personas de media¡±.
La batalla ahora en Colorado, opina Robin, es convertir la marihuana de legal en aceptable. ¡°Durante los a?os de la marihuana medicinal era legal usarla, pero segu¨ªa siendo un asesino de trabajos¡±, explica. ¡°Esta gente no puede levantarse y contar sus historias. Deben permanecer an¨®nimos para no perder su empleo. La gran batalla es convertirlo en aceptable en la sociedad. Desde el pasado 1 de enero se ha avanzado mucho en combatir el estigma asociado al cannabis¡±.
?Bienvenidos al hogar de la marihuana libre!, dice el gu¨ªa antes de pasar su porro
Mucho antes de convertirse en director del RMHIDTA un programa del Gobierno federal para coordinar a los distintos cuerpos de polic¨ªa en la lucha contra el tr¨¢fico de drogas en los Estados de las Monta?as Rocosas, la infancia de Tom Gorman no fue ni mucho menos un camino de rosas. ¡°Digamos que fui un rufi¨¢n¡±, concede, reci¨¦n llegado a desayunar a Denver de su casa en las monta?as. ¡°Fui boxeador profesional en Nueva Jersey y miembro de una banda delictiva¡±, reconoce. ¡°Pero mi mujer me salv¨®. Mi amor adolescente me sac¨® de las bandas y me anim¨® a entrar en las fuerzas del orden. He sido bendecido por una bella mujer¡±.
Gorman luch¨® brevemente en Vietnam y despu¨¦s, en 1968, se convirti¨® en agente antidrogas en California, en plena revoluci¨®n ?hippy. Combati¨® a tiros a los c¨¢rteles colombianos y acab¨® dirigiendo el cuerpo de narc¨®ticos de aquel Estado en los a?os ochenta. Tras jubilarse, se mud¨® a Colorado a coordinar este programa. En el tiempo que le dejan libre las redadas a laboratorios de metanfetamina, mantiene su batalla, casi personal, contra la marihuana.
¡°Colorado ha violado la ley diciendo que autoriza vender algo que la ley federal, que es superior, proh¨ªbe¡±, resume Gorman. ¡°Este Gobierno, por alguna raz¨®n que desconozco, ha decidido no aplicar su ley aqu¨ª. Es una hipocres¨ªa. O eres un Estado de derecho o no lo eres¡±.
¡°Yo estoy en contra de la legalizaci¨®n¡±, explica. ¡°Creo que el alcohol y el tabaco nos dan el perfecto mapa de ruta de d¨®nde estar¨ªamos si legaliz¨¢ramos otras drogas. El alcohol es terrible en este pa¨ªs. M¨¢s del 50% de la poblaci¨®n lo consume regularmente. Tenemos 18 millones de adictos, m¨¢s adictos que los de todas las drogas ilegales juntos. No hay nadie en este pa¨ªs que no est¨¦ afectado en su familia por un alcoh¨®lico. Perdemos 11.000 personas cada a?o por culpa de conductores ebrios. Y lo toleramos. ?Por qu¨¦ est¨¢ tan extendido? Porque es accesible, hay poca percepci¨®n de riesgo y est¨¢ socialmente aceptado. De manera que si haces eso con otras drogas, sabes lo que va a pasar¡±.
En opini¨®n de Gorman, los lobbies prolegalizaci¨®n hicieron un gran trabajo en Colorado. ¡°Si re¨²nes suficientes firmas, puedes poner cualquier cosa en una elecci¨®n¡±, explica. ¡°Pero recoger esas firmas cuesta dinero. Lo intentaron en California en 2010, pero perdieron la elecci¨®n. Hay 37 millones de personas all¨ª y es dif¨ªcil influir, necesitas mucho dinero. Entonces decidieron enfocarse en Colorado, un Estado poco poblado y con una s¨®lida estructura de marihuana medicinal. Fueron muy efectivos. Se gastaron entre tres y cuatro millones de d¨®lares en la campa?a, y la otra parte solo pudo recaudar 500.000. Colorado es un swing state [Estados que no son claramente dem¨®cratas o republicanos, donde se juegan las elecciones presidenciales] y, con un mont¨®n de nuevos votantes j¨®venes, los partidos prefirieron no involucrarse en este tema tan controvertido¡±.
Hoy es el 25? cumplea?os de James, dise?ador de p¨¢ginas web, y ayer fue San Valent¨ªn. As¨ª que ¨¦l y su novia, Jennifer, se han regalado una escapada a Colorado. Vienen de Phoenix (Arizona), y esta ma?ana se han apuntado a un tour.
James y Jennifer comparten autob¨²s con una quincena de personas que no hab¨ªan visto nunca antes, pero con los que van a vivir durante las pr¨®ximas horas la intimidad de un coloc¨®n memorable. Est¨¢ Mauricio, que viene de El Paso (Texas) con su novia. Est¨¢n Clay y su mujer, que regentan una tienda de souvenirs en Carolina del Norte. Est¨¢ la encantadora Roxanne, la ¨²nica de Colorado, sexagenaria masajista poseedora de una tarjeta de uso m¨¦dico de cannabis, que a veces atribuye a su dolor de espalda, y a veces, a las molestias en las articulaciones de sus manos.
El autob¨²s es una especie de pista de baile rodante con butacas negras corridas en las paredes, una barra de striptease en medio y luces de discoteca. Uno de los organizadores del viaje enciende un canuto y, antes de pasarlo, da la bienvenida a los turistas.
¨C?Bienvenidos a Colorado, hogar de la marihuana libre!
Explica que visitaremos dos dispensarios, por si alguien necesita comprar algo, y una avanzad¨ªsima plantaci¨®n que causar¨¢ el deleite de los gourmets, adem¨¢s de una tienda de artesan¨ªa de pipas de agua.
James fuma sin pausa. Se llena y se vac¨ªa en cada calada, cubri¨¦ndose a s¨ª mismo y a su novia, Jennifer, en una densa nube de humo. Es un fumador empedernido, pero esta es la primera vez que lo hace legalmente. Su Estado, Arizona, vot¨® en contra de la marihuana medicinal. Y en este tema no se andan con tonter¨ªas. Hace tres a?os, cuenta James, le par¨® la polic¨ªa por hacer un giro prohibido con su coche. Le hicieron un an¨¢lisis de sangre y dio positivo en marihuana. Pas¨® 10 d¨ªas en la c¨¢rcel, vestido con ropa interior rosa, tal como ordenaba Joe Arpaio, anciano sheriff del condado de Maricopa, para humillar a los presos. Cuando sali¨®, tuvo que llevar un a?o en su coche una especie de dispositivo al que ten¨ªa que echar el aliento cada vez que quer¨ªa arrancar. Lo ir¨®nico es que el cacharro solo detectaba en el aliento el alcohol, y James no bebe. Es el mismo pa¨ªs. Solo seis horas de coche separan Phoenix de Denver.
En Denver no se puede fumar marihuana en la calle. Tampoco en los bares, ni en los hoteles. La gente fuma en sus casas. Solo un cierto olor a marihuana fresca que entra por la ventanilla del coche arrastrado por el viento en las autopistas que rodean la ciudad puede llamar la atenci¨®n de un olfato experimentado. La mayor¨ªa de los dispensarios est¨¢n en las afueras, igual que las naves de cultivo interior. Y en los logos se estilan m¨¢s las cruces verdes que, pongamos, las banderas jamaicanas.
Para vivir una aut¨¦ntica experiencia de marihuana, los turistas contratan este tipo de tours que visitan dispensarios y cultivos. Florecen las empresas de turismo cann¨¢bico montadas por inquietos universitarios treinta?eros. El pastel es apetitoso: de los ocho millones de d¨®lares en ventas de marihuana que se hicieron en Colorado en enero de este a?o, la mitad proced¨ªa de visitantes de fuera del Estado. Hay ofertas para todos los bolsillos. Desde exclusivas escapadas con avi¨®n y hotel, combinadas con alg¨²n d¨ªa de esqu¨ª, hasta cuatro horas fumando hierba en un autob¨²s con desconocidos, compartiendo conversaci¨®n y ataques de risa, siempre al ritmo de distintas variedades de m¨²sica fumeta y la inevitable Rocky Mountain high, la canci¨®n de John Denver que se convirti¨® en himno de Colorado, y ahora, dado que su significado tambi¨¦n puede ser ¡°el coloc¨®n de las Monta?as Rocosas¡±, en himno de la legalizaci¨®n.
Colorado posee una rica tradici¨®n bohemia. En sus reformatorios creci¨® el salvaje Neal Cassady, icono de la generaci¨®n beat. Y en 1970, otro mito de la cultura underground estadounidense, Hunter S. Thompson, creador del periodismo gonzo, se present¨® a sheriff del condado de Pitkin con un programa que ya inclu¨ªa medidas en favor de la legalizaci¨®n de las drogas. Se trataba, eso s¨ª, de medidas dif¨ªciles de poner en pr¨¢ctica. ¡°Ninguna droga que merezca la pena tomar debe ser vendida por dinero¡±, propon¨ªa. ¡°Instalar¨¦ enfrente del palacio de Justicia un potro de tortura para castigar de forma p¨²blica a los camellos deshonestos¡±. Perdi¨® las elecciones contra el conservador Carroll Whitmire por solo 500 votos.
A?os m¨¢s tarde, en la peque?a poblaci¨®n monta?era de Keystone, en una reuni¨®n de la Sociedad Internacional de los Cannabinoides de 1992, se dio nombre a la propia versi¨®n del THC que se encuentra en el cuerpo humano, un neurotransmisor qu¨ªmicamente semejante al THC, descubierto en el laboratorio israel¨ª de Mechoulam, que demostraba que el cannabis no act¨²a perturbando las membranas de las c¨¦lulas cerebrales como, por ejemplo, el alcohol. Tiene un receptor propio. A ese neurotransmisor se le llam¨® ¡°anandamida¡±, que proviene de ananda,bendici¨®n en s¨¢nscrito, el idioma en que primero se describi¨® el ?cannabis hace 3.000 a?os.
Hoy Colorado vuelve a estar en el centro de la historia de la marihuana. Algo que no gusta a todos los lugare?os. ?Bobby, joven trabajador de Goldman Sachs, ha venido a pasar el puente a Denver con su esposa, la hija de ambos y una amiga de esta. Viven al norte de las Monta?as Rocosas, a cinco horas en coche de la ciudad. Al entrar en conversaci¨®n, en el lobby de un hotel de lujo, asegura que ¨¦l no es partidario de todo este asunto de la legalizaci¨®n. Y no porque no le guste el producto. ¡°Llevo desde cuarto de primaria fumando hierba religiosamente¡±, explica. ¡°Colorado siempre ha sido un Estado tolerante con la marihuana. Fumabas en cualquier lado y nadie te dec¨ªa nada. Yo fumaba en el coche y nunca me pararon. Ahora, en cambio, la polic¨ªa est¨¢ encima de ti todo el d¨ªa. Esto es una locura¡±.
Bobby no adquiere su marihuana en el circuito legal. ¡°Yo fumo mucho mejor hierba que la que se consigue en los dispensarios¡±, asegura, ¡°y la compro mucho m¨¢s barata. Adem¨¢s, lo peor de todo esto es que al final acabar¨¢n meti¨¦ndose las grandes marcas, que ya est¨¢n interes¨¢ndose en el negocio, y empezar¨¢n a utilizar fertilizantes y cosas as¨ª. A m¨ª me gusta toda la cultura que rodea a la marihuana, creo en ella de verdad, no quiero que se convierta en un producto m¨¢s¡±. Bobby se despide, sube a su habitaci¨®n de 400 d¨®lares la noche, donde est¨¢ prohibido fumar, y anuncia que se liar¨¢ un buen porro antes de acostarse, como siempre. ¡°Lo har¨¦ en el ba?o, con la ventilaci¨®n¡±, explica. ¡°Todo el mundo lo hace¡±.
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