El consejero, la llave y la farola
Catalu?a no deber¨ªa fiar todo al margen de autogobierno para ponerse a trabajar
Mi historia suf¨ª favorita es aquella en la que un hombre, una noche, ve a otro agachado cerca de una farola. Al preguntarle qu¨¦ le pasa, le contesta que ha perdido la llave de su casa. Se acuclilla el primero junto a ¨¦l para ayudarle y, despu¨¦s de unos minutos de infructuosa b¨²squeda, inquiere al otro si est¨¢ seguro de que fue en ese lugar donde perdi¨® la llave. ¡°No, en realidad se me cay¨® all¨ª¡±, le contesta se?alando a unos cuantos metros de distancia, ¡°justo al lado de la puerta de mi casa, cuando fui a abrirla¡±. Pregunta entonces el hombre, extra?ado, por qu¨¦, en tal caso, no se puso a buscarla donde la perdi¨®. A lo que el otro responde: ¡°¡?Es que all¨ª no hay luz¡±.
Volvi¨® a mi mente la f¨¢bula tras leer en estas mismas p¨¢ginas un interesante art¨ªculo (Sobre balanzas fiscales) de Andreu Mas-Colell, consejero de Econom¨ªa y Conocimiento del Gobierno catal¨¢n. Hac¨ªa el autor, entre otras, una afirmaci¨®n con la que coincido plenamente: que la pasi¨®n por la uniformidad tiene un car¨¢cter autodestructivo para Espa?a. Y a?ad¨ªa ¡ªaqu¨ª mi grado de coincidencia es algo menos categ¨®rico¡ª que el autogobierno de Catalu?a ha sido, cuando ha podido ejercerse, beneficioso no solo para los catalanes, sino para el conjunto del pa¨ªs. Pon¨ªa como ejemplo los magn¨ªficos resultados cosechados en Catalu?a a lo largo de los ¨²ltimos 20 a?os por la pol¨ªtica cient¨ªfica, de los que toda Espa?a se ha beneficiado, y los atribu¨ªa al hecho de que el Gobierno catal¨¢n hab¨ªa tenido en este campo m¨¢rgenes de decisi¨®n que le hab¨ªan permitido la innovaci¨®n institucional.
La investigaci¨®n catalana se aproxima a las mejores pr¨¢cticas internacionales
La argumentaci¨®n tiene una base s¨®lida. El despegue de los indicadores de producci¨®n cient¨ªfica en Catalu?a, en relaci¨®n con los del resto del pa¨ªs, es un hecho emp¨ªricamente constatable. Tampoco parece discutible la relaci¨®n de esos resultados con la adopci¨®n de un modelo propio de gobernanza de la investigaci¨®n cuyos rasgos (apertura, internacionalizaci¨®n, autonom¨ªa de los centros, evaluaci¨®n externa, financiaci¨®n competitiva, atracci¨®n de talento sobre una base global y estrictamente meritocr¨¢tica, peer review institucionalizada, vinculaci¨®n del empleo y la carrera de los investigadores a sus resultados) la aproximan a las mejores pr¨¢cticas internacionales tanto como la alejan de la tradici¨®n burocr¨¢tica y funcionarial espa?ola. Tambi¨¦n es cierto que la educaci¨®n superior ha permanecido, en buena medida, al margen de tales cambios y las universidades catalanas presentan resultados tan discretos como el resto de universidades espa?olas.
Ahora bien, la parte que me interesa discutir de la reflexi¨®n de Mas-Colell es hasta qu¨¦ punto esas diferencias de profundidad en el cambio institucional se explican, exclusiva o fundamentalmente, en funci¨®n de los m¨¢rgenes de autogobierno existentes en cada caso. La cuesti¨®n plantea preguntas como las siguientes: ?Era la investigaci¨®n, en el universo de los servicios p¨²blicos de titularidad auton¨®mica, un nicho de baja intensidad regulatoria estatal, en el cual el Gobierno catal¨¢n pod¨ªa, excepcionalmente, dar salida a su voluntad de innovaci¨®n institucional? ?Es esa excepcionalidad la que explica que en otras ¨¢reas del servicio p¨²blico las reformas estructurales hayan brillado por su ausencia y los modelos de gesti¨®n reproduzcan, en general, en Catalu?a los que se heredaron de la Administraci¨®n General del Estado (AGE) y se generalizaron por el resto de comunidades aut¨®nomas? ?Han sido la autonom¨ªa de los centros, la gesti¨®n por resultados, la profesionalizaci¨®n del management, la evaluaci¨®n del trabajo o la flexibilizaci¨®n del empleo p¨²blico objetivos vedados ¡ªsalvo en el caso de la ciencia¡ª a la iniciativa reformadora del Gobierno catal¨¢n?
Puede que el ejemplo de la educaci¨®n superior, regulada de un modo uniformador a escala estatal e invocada por Mas-Colell como contraste, sirva hasta cierto punto para defender una respuesta afirmativa a estas cuestiones. Sin embargo, ser¨ªa dif¨ªcil extender el argumento al resto de la Administraci¨®n catalana. Actualmente, en ¨¢reas de servicio p¨²blico como la salud, la gesti¨®n de tributos, la extinci¨®n de incendios, la educaci¨®n primaria y secundaria, el trabajo social, el urbanismo o las pol¨ªticas activas de empleo, por poner solo unos cuantos ejemplos, el marco regulador ¡ªla Constituci¨®n y el Estatuto reformado, m¨¢s la legislaci¨®n b¨¢sica aplicable en cada caso¡ª deja un amplio espacio para reformas contundentes y permitir¨ªa crear modelos de gobernanza y gesti¨®n p¨²blica netamente diferenciados de los que rigen en la AGE y en otras comunidades aut¨®nomas. El informe entregado hace casi un a?o al Gobierno catal¨¢n por la comisi¨®n de expertos creada con tal objeto as¨ª lo pone de manifiesto. ?Por qu¨¦ tales reformas no se han hecho?
Hay espacio para crear modelos diferenciados en servicios p¨²blicos
La respuesta es que los cambios en el campo de la investigaci¨®n cient¨ªfica en Catalu?a reunieron ingredientes ¡ªindispensables en toda reforma institucional¡ª que no se han dado en los dem¨¢s casos. El liderazgo ejercido por el propio Mas-Colell ¡ªgobernante de perfil poco com¨²n¡ª fue el eje en torno al cual se articul¨® un conjunto de rasgos de esa experiencia. Por una parte, su peso pol¨ªtico situ¨® el tema en la agenda de prioridades del Gobierno. Por otra, su reputaci¨®n como acad¨¦mico brillante y su ascendencia en el sector dotaron al proyecto de la auctoritas que todo cambio profundo precisa para debilitar las resistencias. En tercer lugar, supo rodearse del equipo adecuado y traducir la claridad del prop¨®sito en una estrategia de cambio provista de los recursos e incentivos convenientes. Por ¨²ltimo, su compromiso reformador sostuvo, con la tenacidad necesaria, el impulso de los cambios a lo largo de un tiempo suficiente para institucionalizarlos. Es todo este compendio de atributos lo que explica el ¨¦xito. Y, como muestra la realidad de la Administraci¨®n catalana actual, disponer de la capacidad de autogobierno era condici¨®n necesaria, pero no, desde luego, suficiente.
Dilucidar los factores de ¨¦xito y de fracaso es crucial para la efectividad de cualquier reforma institucional. Y si hablamos de un reto tan complejo como reformar el sector p¨²blico, nos conviene buscar all¨ª donde se nos cay¨® la llave, y no en otro lado. Se viven en Catalu?a tiempos en los que el autogobierno ¡ªen su versi¨®n m¨¢s radical, la independencia¡ª aparece para muchos investido de una inapelable capacidad taumat¨²rgica, lo que resulta muy atrayente en medio de la crisis econ¨®mica e institucional que padecemos. Ya se sabe, dale a un ni?o un martillo y todo a su alrededor le parecer¨¢ un clavo. Lo malo es que se trata de una ilusi¨®n nada inocua. Uno de los inconvenientes que tiene atribuir todos los problemas a la interferencia ajena es que nos induce a creernos mejores ¡ªm¨¢s capacitados, m¨¢s decididos, m¨¢s innovadores¡ª de lo que somos. Otro problema es que legitima la inacci¨®n en el presente y nos invita a esperar el momento en que, ya liberados, podamos finalmente dedicarnos a afrontar los desaf¨ªos pendientes. Y es que es mucho m¨¢s c¨®modo hacer una escapada a la farola que quedarse en el tajo, arremangarse y poner manos a la obra.
Francisco Longo es profesor del Instituto de Gobernanza y Direcci¨®n P¨²blica de ESADE.
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