Retrato de mujer
Encuentro en Berl¨ªn con la directora Claudia Llosa y las protagonistas de su pr¨®xima pel¨ªcula, Jennifer Connelly y M¨¦lanie Laurent Una historia femenina desde una ¨®ptica femenina. As¨ª funciona el ¡®matriarcado¡¯ de la realizadora latinoamericana
Entre creer y crear solo hay una peque?a diferencia. Una vocal. Para Claudia Llosa (Lima, Per¨², 1976), a veces la frontera es a¨²n m¨¢s ¨ªnfima. Y por eso transita, apasionada, explorando ese terreno, porque en esas arenas movedizas se fusionan la creaci¨®n de la vida, del arte y el origen de la religi¨®n y la m¨ªstica, todo lo que surge desde las profundidades del ser humano: ¡°Me interesa mucho nuestro lado primario, ese bullir que estalla, que normalmente acallamos. Por ejemplo, el grito de una madre dolida. Cuando no encontramos respuestas como personas, buscamos alternativas, y as¨ª surge lo sagrado. Porque el primer arte lo iniciaron artistas que cre¨ªan en lo que imaginaban, por tanto era m¨¢gico. Para m¨ª no hay nada m¨¢s m¨¢gico que el canto de una madre arrullando a su hijo, que parece el canto de un cham¨¢n¡±. De ese caldo de cultivo han salido sus tres pel¨ªculas: Madeinusa (2006), La teta asustada (2009) y ahora No llores, vuela, que tras su paso por la secci¨®n oficial del Festival Internacional de Cine de Berl¨ªn, inaugurar¨¢ el de M¨¢laga y se estrenar¨¢ comercialmente el pr¨®ximo viernes 28.
Con La teta asustada, la carrera de la cineasta afincada en Barcelona sali¨® catapultada: no solo gan¨® el Oso de Oro del Festival de Berl¨ªn, sino que lleg¨® a los Oscar y compiti¨® por la estatuilla al mejor filme de habla no inglesa. Durante aquella semana de 2010 en Los ?ngeles, los d¨ªas previos a una ceremonia que el aficionado recordar¨¢ como la del enfrentamiento entre el exmatrimonio Cameron-Bigelow, en el que Hollywood premi¨® la pel¨ªcula de ella En tierra hostil antes que la de ¨¦l Avatar, Llosa explor¨® la posibilidad de rodar en ingl¨¦s, aunque no ten¨ªa a¨²n la historia perfilada. All¨ª conoci¨® a Mark Johnson, presidente del comit¨¦ encargado del Oscar a mejor filme extranjero, que ha acabado convertido primero en amigo y despu¨¦s en productor.
Nacida y criada en Per¨², a finales de los noventa se traslad¨® de Lima a Espa?a para estudiar cine. Y se qued¨®. No le cost¨® mucho dar a conocer su talento con un guion bajo el brazo y enseguida estaba armando su primera pel¨ªcula. No solo ha dirigido, tambi¨¦n ha escrito sus tres largometrajes. El primero, estrenado en el Festival de Sundance, se adentraba en una comunidad ind¨ªgena peruana, en medio del frenes¨ª religioso, a trav¨¦s de los ojos de una adolescente elegida mater dolorosa de la festividad. Con La teta¡ ahondaba en una extra?a enfermedad, sufrida por las mujeres violadas durante los a?os m¨¢s duros de su pa¨ªs, que transmit¨ªa el miedo de madres a hijas a trav¨¦s de la leche materna. Siempre lo sagrado y lo terrenal. Y la creaci¨®n. A trav¨¦s de los ojos de la mujer. De la madre.
Y de eso tambi¨¦n trata No llores, vuela, una pel¨ªcula espa?ola ¨Cel 80% del presupuesto lo aportan las productoras Wanda Vision (que siempre ha estado detr¨¢s de la carrera de Llosa) y Arcadia¨C, pero rodada en Canad¨¢, en carreteras heladas, en paisajes tan desolados y des¨¦rticos como los de los trabajos anteriores de Llosa, aunque en el otro extremo: del calor abrasador ha pasado al fr¨ªo devastador. La acci¨®n avanza en dos ¨¦pocas: en una est¨¢ Nana (Jennifer Connelly), que intenta sobrevivir en el l¨ªmite de la pobreza con dos hijos, el peque?o con una enfermedad degenerativa que podr¨ªa curar un famoso curandero; en otra, Iv¨¢n, el v¨¢stago mayor (Cillian Murphy), ya crecido, cetrero de profesi¨®n, intenta desembarazarse de la presencia de una periodista ansiosa (M¨¦lanie Laurent), que desea indagar en su pasado y en el de su madre. Ese pasado resurge de la nieve sucia para sacudir a Iv¨¢n y encarar su infancia.
Connelly es a la vez et¨¦rea y terr¨¢quea, con una mirada que te descoloca, inteligente, rodeada de misterio¡±, en palabras de la directora y guionista
Juntar a tres actores como Jennifer Connelly, Cillian Murphy y M¨¦lanie Laurent no fue f¨¢cil. De tres nacionalidades y carreras distintas, de t¨¦cnicas alejadas, Llosa vio, en cambio, los puntos que los un¨ªan entre s¨ª y tambi¨¦n los v¨ªnculos con ella: ¡°Sus energ¨ªas coincid¨ªan¡±.
Los cuatro se volvieron a reunir en Berl¨ªn para la sesi¨®n de fotos que recorre estas p¨¢ginas, a primera hora de una ma?ana de febrero, mientras su pel¨ªcula se exhib¨ªa para la prensa de la Berlinale. Arrancaron as¨ª una jornada apretada de promoci¨®n que acab¨® con el estreno de gala. Tras las fotos, entrevistas y la vor¨¢gine propia de un festival internacional. Los actores y la realizadora mostraron mucha familiaridad, mucha risa c¨®mplice y sali¨® alg¨²n secreto: del tr¨ªo de int¨¦rpretes, uno a¨²n no hab¨ªa visto la pel¨ªcula y le pod¨ªan los nervios.
Connelly, que encabeza el reparto, ha sobrevivido a ser estrella infantil y adolescente (?rase una vez en Am¨¦rica, Dentro del laberinto) para acabar mezclando t¨ªtulos m¨¢s taquilleros (Diamantes de sangre, Una mente maravillosa ¨Cpor la que fue candidata al Oscar¨C, Hulk y la pr¨®xima No¨¦) con apuestas m¨¢s de autor (R¨¦quiem por un sue?o, Casa de arena y niebla, Un invierno en la playa). El irland¨¦s Cillian Murphy, ¨²nico invitado masculino en este matriarcado, hace ya a?os que encontr¨® en Christopher Nolan a su director fetiche, aunque el mes pasado en la Berlinale se cruz¨® con Ken Loach (el realizador recib¨ªa el premio de honor), que le exprimi¨® en El viento que agita la cebada, y le record¨® con mucho cari?o. Por cierto, Murphy era el ¨²nico que ya sab¨ªa lo que era filmar con un equipo espa?ol gracias a Luces rojas, de Rodrigo Cort¨¦s.
Y la francesa M¨¦lanie Laurent¡ hace dos a?os fue maestra de ceremonias del Festival de Cannes. Ganadora de un C¨¦sar, rubia vengadora en Malditos bastardos, su actuaci¨®n en aquel certamen ¨Ccantando y bailando con desparpajo¨C coincidi¨® con su debut como directora de largos (Les adopt¨¦s) y con el lanzamiento de un disco, En t¡¯attendant. ¡°En Francia, la gente no lo entendi¨®. Bueno, ni el p¨²blico ni muchos medios de comunicaci¨®n, que solo permiten el encasillamiento: si haces una cosa, no puedes dedicarte a otra¡±, cuenta compungida Laurent. ¡°En fin, abandon¨¦ la m¨²sica¡±. Pues el disco no estaba nada mal. ¡°Ya, pero¡ Suerte que me llam¨® Claudia. Me sorprendi¨® much¨ªsimo, porque es la primera vez que me reclaman para un papel en ingl¨¦s por m¨ª misma y no porque en el guion pusiera que mi personaje es una chica francesa. Lo es, pero no importa su nacionalidad, sino que Claudia me quer¨ªa a m¨ª¡±.
Laurent, relajada y de buen humor tras la sesi¨®n, desgrana alguna broma sobre el g¨¦nero de los protagonistas (¡°?Somos un grupo de chicas? S¨ª, f¨ªjate en Cillian afeitado: es muy andr¨®gino¡ ?No se lo digas!¡±), y explica su necesidad de encontrar buenos directores para aprender y aplicarlo cuando ella es la que manda. ¡°Ya estoy en la posproducci¨®n de mi segunda pel¨ªcula como realizadora: Respire¡±. La actriz vivi¨® adem¨¢s una curiosa experiencia en No llores, vuela. ¡°Rod¨¦ embarazada. Para el vestuario no importaba mucho, con aquellos abrigos gruesos, pero emocionalmente era rar¨ªsimo. Mi personaje es callado, est¨¢ pasando por algo muy fuerte que la tiene en silencio, y yo en cambio me sent¨ªa llena de vida, con ganas de re¨ªr y bromear. Ten¨ªa que bajar mi tono, ahondar en ese dolor. Las hormonas me revolucionaban¡¡±.
Llosa confirma que fue a por quien fue, sin importar la nacionalidad. Contact¨® con los actores que quer¨ªa. ¡°Qued¨¦ con ellos, no tanto para ver si val¨ªan, que ya lo ten¨ªa claro, sino por confirmar que habr¨ªa qu¨ªmica entre nosotros. Ahora nos veo como un grupo familiar, en el que me siento c¨®moda. Me fij¨¦, por ejemplo, en si las energ¨ªas de Jennifer y M¨¦lanie iban a coincidir. Jennifer es a la vez et¨¦rea y terr¨¢quea, con esa mirada que te descoloca y te enamora a un tiempo. Posee una inteligencia privilegiada. Y la rodea un misterio, una sensaci¨®n de esconder algo¡ Me sedujo desde el inicio¡±.
Cuando Connelly entra en una habitaci¨®n, la llena, tanto f¨ªsica como emocionalmente. Su presencia apabulla¡ ¡°Te hace sentir el poder, ?verdad? Te ubica en un escal¨®n, te obliga a posicionarte. Y eso es muy complejo, emana del ser humano, no de la interpretaci¨®n¡±, seg¨²n Llosa. Con Laurent, la directora tambi¨¦n hall¨® su conexi¨®n: ¡°Tiene una pulsi¨®n de vida que enamora, que seduce, tal vez m¨¢s ligada a un rayo de sol. Sale adelante porque es lo que tiene que hacer, y eso tambi¨¦n lo posee su papel¡±.
Connelly es m¨¢s sosegada que sus compa?eros de reparto. Tambi¨¦n se muestra m¨¢s seca, puede que por el tiempo que medita las palabras, pero no menos profesional. ¡°No entiendo de cine de autor o de gran producci¨®n, porque yo pienso en el guion, en lo que leo. Cada historia necesita su dinero, eso s¨ª, pero a m¨ª no me llaman los productores, sino los directores, que son con quienes me re¨²no y por los que tomo mi decisi¨®n final¡±. Ve a su personaje como un regalo, ¡°con tantas aristas, con tantas decisiones enormes que tomar¡±, aunque confiesa que probablemente ella, como madre, habr¨ªa tomado una decisi¨®n diferente a la de su personaje en pantalla.
No fue f¨¢cil juntar a los tres int¨¦rpretes, de nacionalidades y trayectorias distintas, y t¨¦cnicas alejadas. ¡°Pero sus energ¨ªas coincid¨ªan¡±, dice Llosa
Y luego est¨¢ Cillian Murphy. Es curioso: su comportamiento en la pantalla es el que estamos (mal)acostumbrados a que tengan las mujeres en el cine. Pasivo, huidizo tras los palos del pasado, el personaje de Laurent toma las decisiones por ¨¦l. ¡°No hab¨ªa pensado en eso. ?Un cambio de g¨¦nero en los roles principales? Puede, pero entiendo perfectamente qu¨¦ hace cada uno de ellos y por qu¨¦¡±. La claridad y profundidad de la mirada de Murphy concuerdan con la de Connelly, hacen que fluya de manera natural la idea de que s¨ª, de que podr¨ªan ser madre e hijo. ¡°Cuando nos cruzamos en pantalla y ella aparece maquillada para aparentar ser vieja, con todas aquellos a?adidos¡ sent¨ª que as¨ª era¡±.
La maternidad, siempre presente en la filmograf¨ªa de Llosa. Y la qu¨ªmica entre los actores. Al final de la jornada maratoniana en Berl¨ªn, en la fiesta que sigui¨® al estreno del largometraje, la cineasta y los int¨¦rpretes ten¨ªan la sensaci¨®n de haber hecho un buen trabajo, o al menos eso comentaban. La ¡°energ¨ªa¡± entre ellos hab¨ªa calado en el p¨²blico. Las pel¨ªculas de la peruana empujan al espectador a momentos menos narrativos que emocionales. ¡°Me interesa el universo sensorial, ese que a veces te succiona y a veces te repele. Y por supuesto, el espacio imaginario, tan poderoso. Seg¨²n vas creciendo, la gente te dice: ¡®Dist¨¢nciate de ¨¦l, esas cosas no existen¡¯. El ni?o crece y debe enfrentarse a la frustraci¨®n que le imponen sus padres: olv¨ªdate de la imaginaci¨®n. A m¨ª me gusta volver ah¨ª, y retar al espectador a entrar en un terreno que parezca real¡±.
As¨ª llegan la creencia y las creaciones, que comparten lugares comunes y que son el motor de No llores, vuela. ¡°?Qu¨¦ es la fe? ?Algo que el ser humano usa para poder masticar la tragedia y los dolores? ?Una invenci¨®n, una herramienta? ?O una pulsi¨®n sobre algo real que uno percibe? Estos son mis intereses. Y no te olvides de cuando la creaci¨®n art¨ªstica surge como necesidad¡ Hay que volver al ni?o, a no cuestionarnos desde lugares terrenales¡±. Llosa complica a¨²n m¨¢s a su protagonista, Nana, su decisi¨®n: debe ser de nuevo ni?a, cierto, pero es que ella ya es madre y por tanto est¨¢ al cargo de dos hijos. ?No puede abandonar sus obligaciones? ¡°Me interesa ese viaje que la imaginaci¨®n suelta a la raz¨®n. Y me apetece forzar al espectador a que se meta en ese desaf¨ªo¡±.
El rodaje en Canad¨¢ viene obligado por el deseo de la cineasta de ¡°mostrar una naturaleza que nos recuerde nuestra fragilidad¡±. Para nada con una idea de que diera fr¨ªo. ¡°No veo mi pel¨ªcula como fr¨ªa, sino muy luminosa, aunque puede que no c¨¢lida. Que mostrara un lugar pac¨ªfico en apariencia, hostil en su vivencia. Un poco como el halc¨®n de Iv¨¢n, una naturaleza agresiva¡ tal y como es el ser humano. Queremos domesticarnos, olvidarnos de nuestra parte primaria. Un error, porque cuando estalla ese volc¨¢n interior, ?qu¨¦ hacemos?¡±.
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