Violencia machista radical
La muerte de cuatro mujeres en dos d¨ªas reabre el debate sobre c¨®mo actuar. Este titular de EL PA?S abre una peque?a brecha diferente a la que hoy y desde hace muchos a?os se escucha en todos los foros con repercusi¨®n social: la violencia machista radical y con una dial¨¦ctica r¨ªgida e inamovible, un agresor y una v¨ªctima. Me pregunto, ?debate sobre c¨®mo penalizar m¨¢s y mejor al infractor?, o ?debate para plantearnos qu¨¦ es lo que pasa que pese a tantas penalizaciones, el problema de la violencia machista y social no remite?
Escuchaba en la cadena SER a una mujer habitual en los foros de debate decir: ¡°A este paso, la mitad de la poblaci¨®n espa?ola estamos en situaci¨®n de riesgo¡±, lo cual coloca a la otra mitad, los varones, en criminales posibles, agrego yo. Pregunto: estos planteamientos, ?favorecen que los hombres reflexionen sobre este fen¨®meno con ¨¢nimo autocr¨ªtico y de cambio, o radicaliza su hostilidad hacia quienes as¨ª les acusan?
Hace una semana, en el mismo peri¨®dico sal¨ªan unas noticias acerca del fracaso de las pol¨ªticas del botell¨®n: las penas puestas en vigor no han servido para mejorar este problema, ya que siguen bebiendo cada vez m¨¢s y cada vez m¨¢s j¨®venes. ?Insistimos en mayores penalizaciones o nos preguntamos por qu¨¦ no hemos conseguido los resultados esperados? Si pensamos en pol¨ªticas penales, lo que queda es la ley del Tali¨®n, que a¨²n funciona en algunas culturas: ojo por ojo, diente por diente. ?Es eso lo que queremos o nos ponemos a pensar en otras v¨ªas que nos permitan un planteamiento m¨¢s humano y no sexista del problema de la violencia? Yo quisiera esto ¨²ltimo.¡ª Patricio Olivera Palacios. M¨¢laga.
Publicar en su peri¨®dico, el pasado d¨ªa 19, la noticia del juicio de Mar¨ªa ?ngeles Ruiz Gonz¨¢lez frente a su exmarido bajo el titular ¡°si yo hubiera sabido esto no me habr¨ªa separado de ¨¦l¡±, recogiendo, al parecer, lo que ella ha dicho en alg¨²n momento a los forenses, es de una irresponsabilidad palmaria. Que la v¨ªctima haya efectuado tal declaraci¨®n se puede comprender, en cierto modo, por la terrible agresi¨®n y por las secuelas f¨ªsicas y ps¨ªquicas que, seg¨²n ella misma, a¨²n padece, pero miedo da pensar el efecto que tales palabras pueden producir en ese buen n¨²mero de maltratadores, que persiguen con su maltrato mantener a su lado, a golpes, a una esposa o compa?era a la que solo el miedo impide apartarse definitivamente de ellos. A mayor violencia, m¨¢s miedo, y a m¨¢s miedo mayor garant¨ªa de sumisi¨®n. Este ser¨¢ el mensaje que ellos recibir¨¢n tras leer el titular. El mal ya est¨¢ hecho. Aun as¨ª, t¨¦ngalo en cuenta, no hay que dar armas al enemigo.¡ªPaloma Nicol¨¢s Mu?iz. Madrid.
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