Los n¨²meros de la marcha
Estuve en Madrid, en la manifestaci¨®n de la Dignidad, y pude comprobar por m¨ª misma la cantidad de personas que all¨ª nos reunimos. No dir¨¦ que las cont¨¦, desde luego, pero s¨ª que el n¨²mero de manifestantes, llegados de toda Espa?a, no eran los que ustedes ¡°aceptan¡± que fueron, sino much¨ªsimos m¨¢s. No es mi intenci¨®n entrar en una guerra de cifras; lo que me sorprende muy desagradablemente es que ustedes, en otro tiempo tan meticulosos en su forma de contar participantes, asuman sin m¨¢s unas cifras que no se compadecen en absoluto con la fotograf¨ªa que tambi¨¦n publican. ?Qu¨¦ ha pasado? ?D¨®nde ha quedado su credibilidad? ?No les merecen respeto los centenares de miles de personas que gritamos en Madrid contra unas pol¨ªticas de las que yo, ingenuamente, cre¨ªa que ustedes tambi¨¦n discrepaban?¡ª M. Mercedes Santonja Hern¨¢ndez. Alicante.
Despu¨¦s de haber escuchado al presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Gonz¨¢lez, y a su segundo, Salvador Victoria, advirti¨¦ndonos sobre el radicalismo de las llamadas Marchas de la Dignidad, el 22-M me asom¨¦ a la plaza de Col¨®n. Efectivamente, ambos estaban en lo cierto. En el escenario, unas decenas de voces femeninas empezaban a calentar peligrosamente el ambiente entonando nada menos que el Himno a la Alegr¨ªa, el Canto a la Libertad, de Labordeta, y Nabucco, de Verdi. El miedo me secaba la boca. A mi lado, una se?ora contaba que ven¨ªa de C¨®rdoba a protestar porque solo trabaja 55 d¨ªas al a?o en la recogida de la aceituna. Otro participante, este de La Rioja, comentaba que uno de sus tres hijos se fue hace unos meses a trabajar a Suecia, y los otros dos, de 33 y 38 a?os de edad, a¨²n no saben lo que es tener un empleo. Luego vi a una chica en silla de ruedas y a un ni?o empu?ando una pancarta de 10 x 10 cent¨ªmetros con la palabra ?NO!, y dentro de la o unas tijeras dibujadas. Sal¨ª de all¨ª despavorido. Fue terrible.¡ª Enrique Chicote Serna. Arganda del Rey, Madrid.
La verdadera noticia no es otra que la gente de todo el pa¨ªs fue a manifestarse p¨²blica y pac¨ªficamente a la capital del pa¨ªs, Madrid, que es el lugar en donde se est¨¢ m¨¢s cerca de los que supuestamente act¨²an como pol¨ªticos defensores de los derechos de los ciudadanos. La noticia ha dejado de ser una marcha por la dignidad para convertirse en una cr¨®nica de sucesos en los que unos cuantos salvajes con la cara tapada y con claros signos de no tener dignidad han convertido una reivindicaci¨®n en una batalla campal. Hay polic¨ªas heridos, alborotadores detenidos y muchos maltrechos, pero que no sea esto lo que distorsione la verdad de la manifestaci¨®n en la que el 99,99% de desplazados fueron a ella para reivindicar unos derechos que ya nos hab¨ªamos ganado y que indignamente nos han sido arrebatados por los mismos que con sus actos intentar distorsionar una protesta mayoritariamente popular y ciudadana.¡ª Jaume Font Gonz¨¢lez. Barcelona.
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