El papel de Francia en el genocidio ruand¨¦s
La justicia gala est¨¢ restaurando la verdad sobre lo ocurrido en 1994
M¨¢s de un mill¨®n de muertes en solo 100 d¨ªas: el genocidio de la minor¨ªa tutsi de Ruanda es la m¨¢s fulgurante tentativa de exterminio de la historia contempor¨¢nea. Tambi¨¦n, la menos conocida y reconocida.
Sin embargo, hoy est¨¢ establecido que el Gobierno franc¨¦s, y en particular el Gobierno de Mitterrand, muy informado sobre la situaci¨®n real en el pa¨ªs, lejos de apaciguar los ¨¢nimos racistas de la poblaci¨®n hutu, arm¨® a las fuerzas ruandesas ¡ªque pasaron de 3.500 a 55.000 hombres¡ª con material de guerra y formaci¨®n t¨¦cnica.
Veinte a?os despu¨¦s es el t¨ªtulo de la c¨¦lebre novela de Dumas. Pero hoy, en Francia, es el fin de una historia muy poco edificante, por no decir criminal: la condena ¡°hist¨®rica¡± del genocida ruand¨¦s Pascal Simbikwanga ha servido para esclarecer la implicaci¨®n francesa antes, durante y despu¨¦s de la matanza de 800.000 tutsis por los hutus. Los dos meses de un proceso expedido a ritmo acelerado sirvieron para demostrar que este tal Pascal Simbikwanga no fue un simple actor, si no ¡°la t¨ªpica, as¨¦ptica, distante actuaci¨®n del autor intelectual y no la del autor material que chapotea en la sangre¡±. Tambi¨¦n se dejaron al descubierto los contactos entre el criminal y la polic¨ªa pol¨ªtica francesa. Un proceso doloroso en el que Alain Gauthier, en nombre del colectivo de las partes civiles, tuvo que recordar algo evidente en todos los genocidios del mundo: ¡°La marca del genocidio es el silencio de nuestros muertos¡±.
Los hechos son conocidos. Aunque el atentado cometido el 6 de abril de 1994 contra el Falcon del presidente ruand¨¦s Juv¨¦nal Habyarimana nunca fue la causa de una sangrienta depuraci¨®n ¨¦tnica, anunciada y preparada desde 1991, la muerte del jefe del Estado hutu fue la se?al para el comienzo del tercer genocidio de la historia reconocido por Naciones Unidas, el cometido entre el 6 de abril y el 4 de julio de 1994 por el r¨¦gimen hutu contra el pueblo tutsi (y sus apoyos hutus).
Mientras Francia se hund¨ªa en una estrategia negacionista en cuanto a su responsabilidad, la justicia brillaba por su lentitud y el entierro de todos los procesos comenzados en 20 a?os, que llevaron a la condena de Francia por la Corte Europea de Derechos Humanos. Sin embargo, en enero de 2014 la c¨¢mara de primera instancia del Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR) confi¨® a la justicia francesa la tarea de juzgar a dos presuntos genocidas: Wenceslao Munyeshyaka y Laurent Bucyibaruta. Esta decisi¨®n obligar¨¢ a juzgar a todos los que desde hace a?os viven en Francia en la impunidad. Tambi¨¦n en enero de 2014, un ¡°polo¡± judicial especializado en los cr¨ªmenes contra la humanidad y los cr¨ªmenes de guerra, basado en el principio del Derecho Internacional bautizado como de ¡°competencia universal¡±, se instaur¨® en los Tribunales de Par¨ªs.
Durante muchos a?os se form¨® una estrategia de la negaci¨®n sobre las responsabilidades del conflicto tutsis-hutus
La notable importancia del juicio de Pascal Simbikwanga y su condena es que pone tambi¨¦n punto final a la propaganda gubernamental francesa en lo que concierne a su propia responsabilidad por la muerte de un presidente ruand¨¦s y por el genocidio que se deriv¨® de ella. Durante 20 a?os, en nombre de la raz¨®n de Estado y a causa de la investigaci¨®n partidista del juez Brugui¨¨re, no solamente no se arroj¨® luz alguna sobre la responsabilidad de los criminales hutus y la de los militares, pol¨ªticos y diplom¨¢ticos franceses destinados en Ruanda, sino que se instrument¨® un aut¨¦ntico montaje de declaraciones oficiales con la complicidad de ciertos medios de comunicaci¨®n. As¨ª se form¨® una estrategia de la negaci¨®n, un negacionismo pol¨ªtico en el m¨¢ximo nivel acerca de las responsabilidades francesas en la preparaci¨®n, el desarrollo, el resultado y la protecci¨®n ulterior de los agentes genocidas ¡ªsiendo, por otra parte, el negacionismo la cosa mejor compartida del mundo¡ª. Teor¨ªas enga?osas que como una tela de ara?a resisten a toda l¨®gica o an¨¢lisis racional de los hechos.
De hecho, durante 20 a?os Francia ha sido la caja de resonancia de las teor¨ªas negacionistas sobre el genocidio y uno de los pocos pa¨ªses occidentales que no pidieron perd¨®n al pueblo ruand¨¦s. Hasta ese momento la justicia francesa liberaba, uno tras otro, y permit¨ªa vivir sin problemas a genocidas conocidos, como el abate Munyeshaka, que ejerce en una parroquia de Normand¨ªa, a numerosos responsables del antiguo r¨¦gimen hutu o a la viuda del presidente Habyarimana.
Sin embargo, ¡°despu¨¦s de que el dossier del juez Brugui¨¨re pasara a las manos de Marc Trevidic, juez antiterrorista que, este s¨ª, estuvo en el lugar de los hechos¡±, escribe Colette Braeckman (una de las especialistas m¨¢s precisas acerca del genocidio ruand¨¦s) en Le Soir de Bruselas, ¡°el proceso actual, que se desarroll¨® en condiciones un¨¢nimemente reconocidas como serias, ha demostrado la eficacia del polo genocida¡±. Para Braeckman, si la reciente condena de Simbikwanga ¡°no cierra el doloroso legajo franc¨¦s del genocidio de tutsis, marca una primera etapa en el restablecimiento de la verdad¡ y ha restaurado el honor de la justicia francesa¡±.
Iba siendo hora.
Nicole Muchnik es periodista y pintora.
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