En el aire
La inspiraci¨®n de las musas no es m¨¢s que eso: el don gratuito que tienen algunos seres para rescatar la carga perdida de arte y horror que est¨¢ en poder del viento
Permanecen en el aire todav¨ªa los versos de Safo y de P¨ªndaro que se perdieron; las melod¨ªas que inventaron los pastores de Virgilio soplando una ca?a o el filo de una hoja seca, m¨²sica de la naturaleza que se llev¨® el viento; los c¨¢nticos, las danzas rituales, las plegarias a unos dioses que tambi¨¦n ignoramos; la filosof¨ªa y las tragedias escritas en pergaminos que se pudrieron o se hundieron en el polvo o ardieron en la biblioteca de Alejandr¨ªa. Permanecen en el aire todav¨ªa los cuentos narrados de viva voz sobre las alfombras en las esquinas de Bagdad; los consejos de los sabios budistas, m¨ªsticos y suf¨ªes, que no encontraron respuesta en el coraz¨®n de los disc¨ªpulos y siguieron viaje en el tiempo. Solo una m¨ªnima parte de toda la belleza y sabidur¨ªa que se ha creado desde el fondo de los siglos en este planeta ha llegado hasta nosotros, pero el resto de ese inmenso caudal no ha desaparecido. Si fueron rimas, canciones o f¨¢bulas est¨¢n todav¨ªa suspendidas en la atm¨®sfera; si las ense?anzas grabadas en tablillas de barro, en papiros, vitelas o pasta de celulosa se convirtieron en ceniza o esti¨¦rcol habr¨¢n fecundado la tierra y ahora dan fruto en ¨¢rboles llenos de p¨¢jaros; si un d¨ªa naufragaron las naves griegas o latinas, los bajeles sarracenos o los barcos cristianos que transportaban dioses de bronce, ¨¢nforas con aceite y vino, monedas de oro o mapas de islas del tesoro, ese sagrado cargamento forma parte del mar que ahora navegamos. Tambi¨¦n han sido infinitos los cr¨ªmenes que han quedado sin castigo, los r¨ªos de sangre que se han evaporado, los gritos de dolor que llegaban hasta el horizonte. Los nombres de los asesinos impunes componen un cielo muy estrellado. Existen haza?as y matanzas que nunca fueron contadas, enigmas de la historia que han quedado sin resolver, vicios y perversiones que tampoco han sido confesados. El aire de un arte y un horror desconocidos respiramos, pero ese soplo es el sue?o que excita solo la imaginaci¨®n de los poetas, de los m¨²sicos, de los pintores, de todos los artistas y al final se hace carne. Realmente la inspiraci¨®n no es m¨¢s que el don gratuito que tienen algunos seres para respirar esa carga perdida de belleza y maldad y rescatarla del poder del viento.
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