Demasiados errores
La operaci¨®n para salvar las autopistas quebradas debe completarse con una investigaci¨®n
La operaci¨®n para salvar las autopistas quebradas se presenta, una vez m¨¢s, como la mejor soluci¨®n para evitar males mayores, es decir, la destrucci¨®n del empleo, la desaparici¨®n de las empresas concesionarias, el da?o a los acreedores y el pago de la responsabilidad patrimonial del Estado. La propuesta del Gobierno, es decir, de Fomento y Hacienda, sugiere crear una sociedad p¨²blica que integre las nueve concesionarias en dificultades (las radiales de acceso a Madrid, la Madrid Toledo, la Oca?a-La Roda, la Cartagena-Vera, la circunvalaci¨®n de Alicante y la que une Madrid con el aeropuerto) y se impone a los prestamistas una quita del 50% de la deuda. En total, los contribuyentes deber¨ªan cargar con una deuda inicial por las quiebras de 2.400 millones de euros.
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El argumento a favor de la propuesta del Gobierno es que para el Estado ser¨ªa m¨¢s costoso hacer frente a la Responsabilidad Patrimonial, evaluada en unos 5.000 millones. Pero el razonamiento no deja de ser, otra vez, una versi¨®n del callej¨®n sin salida. Si los ciudadanos tienen que cargar con los costes de las quiebras, la contrapartida m¨ªnima es que se abra una investigaci¨®n, pol¨ªtica y judicial, para definir las responsabilidades de quienes proyectaron, autorizaron y construyeron un negocio ruinoso para los ciudadanos. El hecho de que el m¨¦todo de financiaci¨®n para pagar a los acreedores (bonos a 30 a?os, al 1% de inter¨¦s) no genere d¨¦ficit no es excusa, porque el da?o econ¨®mico existe y, adem¨¢s, se proyecta sobre entidades financieras cuya suerte puede acabar repercutiendo en las arcas p¨²blicas. No basta con buscar una soluci¨®n aqu¨ª y ahora, un parche financiero para evitar lo peor; es exigible una aclaraci¨®n pol¨ªtica del desastre viario.
La ruina de las concesionarias se atribuye a c¨¢lculos defectuosos del flujo del tr¨¢fico ¡ªpresumiblemente sobreestimado en su d¨ªa para forzar la concesi¨®n¡ª y a los errores en la fijaci¨®n del coste de las expropiaciones. Demasiados fallos para tratarse de operaciones donde las variables decisivas no llegan a la media docena. Pero nada se dice de la gesti¨®n, ni tampoco de la responsabilidad de las empresas matrices de las concesionarias, que incorporaron seguramente en sus cuentas de resultados los beneficios de la construcci¨®n y ahora se separan oportunamente de la situaci¨®n de p¨¦rdidas de las concesionarias participadas.
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