La UE no est¨¢
Obama acierta al pedir a los europeos rearme y autosuficiencia; Putin no debe confiarse
La cumbre de la OTAN, la exclusi¨®n de Rusia del G-7, el rescate de Ucrania por la UE y el FMI y el relativo aislamiento de Rusia por su invasi¨®n de Crimea, han repartido de nuevo cartas y protagonismos en la escena mundial. Europa ha vuelto a colocarse en el foco de todos los observadores. La atenci¨®n y la tensi¨®n, que se hab¨ªan trasladado al ¨¢rea del Pac¨ªfico, retornan, siquiera temporalmente, al Atl¨¢ntico. Para que este vaiv¨¦n se convierta en tendencia positiva a largo plazo, Europa debe convertirse en actor pol¨ªtico. Si Europa ha vuelto, debe volver tambi¨¦n la Uni¨®n Europea.
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Al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, le asisti¨® demasiada raz¨®n cuando desvel¨® cort¨¦smente las vulnerabilidades europeas afloradas tras el conflicto de Ucrania?/ Crimea: su insuficiencia energ¨¦tica y su escaso compromiso defensivo. Zalamero, record¨® los valores comunes, los peligros geoestrat¨¦gicos y su disposici¨®n a suministrar un gas de novedosa extracci¨®n del que a¨²n no dispone en cantidades relevantes, pero en el que basa su poder¨ªo futuro. La amigable contundencia de Obama hizo olvidar que atraviesa su peor momento en popularidad interna y que es m¨¢s c¨®modo manejar un conflicto ¡ªcomo el ruso¡ª a varios miles de leguas marinas que desde el patio vecino. Pero ello no implica que su cr¨ªtica?/ ofrecimiento careciera de buen sentido. Es hora de que los europeos aceleren su compromiso militar: m¨¢s que con mucho apoyo financiero adicional, con m¨¢s complementariedad y menos gasto en activos obsoletos. Y de impulsar una pol¨ªtica energ¨¦tica com¨²n: diversificar el aprovisionamiento de gas (Mediterr¨¢neo Sur y terceros pa¨ªses) para depender menos del Este, explorar el propio potencial y acabar con el nacionalismo empresarial para crear un verdadero mercado interior energ¨¦tico.
Mientras, parece claro que Vlad¨ªmir Putin se ha cobrado Crimea por la v¨ªa de los hechos consumados. La ¨²nica receta practicable reside hoy en la contenci¨®n (evitar la repetici¨®n del caso), la disuasi¨®n (maniobras militares demostrativas y represalias diplom¨¢ticas estilo G-7) y la amenaza (de escalar las represalias, que han sorteado hasta ahora al cogollo del Kremlin). Pero lo que el l¨ªder ruso gana en el tablero territorial lo ha dilapidado en prestigio y en oportunidades geoestrat¨¦gicas. Seguramente tambi¨¦n en provecho econ¨®mico, porque ha vuelto a generar la desconfianza que desat¨® en 2008 y en 1997. Pero eso solo operar¨¢ a fondo si los europeos incrementan su capacidad aut¨®noma de abastecimiento energ¨¦tico, ¨²nica forma de que sus presiones sean cre¨ªbles, pues es malo perder un buen cliente, sobre todo si es el principal y uno cultiva un ¨²nico producto de exportaci¨®n. Volvemos al conflicto con Rusia. Pero no con la URSS: la guerra fr¨ªa qued¨® atr¨¢s, ya no hay bloques. Es cierto que Mosc¨² tiene algo de tigre de papel y juega de farol. Pero solo recular¨¢ si se le habla con rotundidad y si en vez de europeos dispersos se encuentra frente a la Uni¨®n de los europeos, la UE.
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