Su¨¢rez no se lo merec¨ªa
La alusi¨®n de Rouco a la Guerra Civil demuestra que este no es ni su tiempo ni su lugar
Una desafortunada alusi¨®n a la Guerra Civil por parte del cardenal arzobispo de Madrid, Antonio Mar¨ªa Rouco Varela ¡ªguerra de la que no habl¨® solo en pasado sino como posibilidad en el futuro¡ª, ha empa?ado el clima de dignidad en el que se hab¨ªan desarrollado los actos de despedida de Adolfo Su¨¢rez, el expresidente fallecido en medio de un respeto casi general. No es extra?o que la alusi¨®n, pronunciada en el funeral de Estado celebrado en presencia de las m¨¢s altas autoridades, haya suscitado reacciones que van desde la indignaci¨®n hasta la conveniencia de restarle importancia.
A partir de su primera elecci¨®n como presidente de la Conferencia Episcopal, en 1999, el cardenal Rouco dej¨® claro cu¨¢l era su objetivo: impulsar una nueva evangelizaci¨®n de la secularizada sociedad espa?ola, lo cual le ha llevado a intervenir en m¨²ltiples asuntos de la esfera p¨²blica. De ah¨ª sus ofensivas contra el divorcio, el aborto, el matrimonio homosexual o lo que ¨¦l cree relativismo moral de los pol¨ªticos y de la sociedad.
Rouco ya no dispone de la plataforma que supone la jefatura de los obispos, pero no ha desperdiciado la ocasi¨®n de hacerse notar. La coincidencia con el 75? aniversario del final de la contienda civil a?ade sal a la herida.
Una cuesti¨®n pendiente en Espa?a es el formato de los funerales de Estado. Resulta muy discutible el car¨¢cter estrictamente cat¨®lico de los que se celebran, porque el Estado espa?ol no es confesional, seg¨²n la Constituci¨®n. En todo caso, es cierto que Adolfo Su¨¢rez era cat¨®lico y este solo hecho invita a dejar en segundo plano la cuesti¨®n del rito religioso usado en este tipo de actos solemnes. Asunto distinto es el aprovechamiento de la homil¨ªa por el oficiante.
No hay duda de que la vida de Su¨¢rez se caracteriz¨® por el intento de resta?ar heridas y buscar la concordia. En su tiempo se firmaron los acuerdos con la Santa Sede y tambi¨¦n se impuls¨® la ley del divorcio (que no pudo culminar durante su mandato). No se merec¨ªa despedirle aludiendo al conflicto que m¨¢s ha dividido a los espa?oles. Rouco demuestra que este no es ni su tiempo ni su lugar.
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