Joe Sacco: un reportero de c¨®mic
Precursor del una nueva manera de enfocar el reporterismo, Joe Sacco se ha consagrado, entre el dibujo y sus relatos en zonas conflictivas, como uno de los grandes del periodismo mundial.
No resulta dif¨ªcil imaginarse a Joe Sacco, peque?o, escurridizo y con habilidades de anguila, junto a sus l¨¢pices y sus libretas escabull¨¦ndose o infiltr¨¢ndose en los lugares donde huele peligro. De Gaza a las fosas de Srebrenica, en Bosnia; de Chechenia a las cuevas sin nombre, ni radar, ni a tiro de Google Maps, donde se agolpan los emigrantes africanos que intentan acoplarse a un futuro mejor en cualquier latitud al norte del Estrecho; de las contiendas de nuestro tiempo a la Gran Guerra, sobre la que acaba de aparecer un volumen suyo en Reservoir Books, este reportero dibujante ¨Cas¨ª podr¨ªamos definirlo¨C da testimonio del dolor humano a escala universal.
?Ha roto esquemas? ?Ha inventado algo? Dice Sacco, nacido en Malta en 1960, criado en Australia y hoy ciudadano estadounidense, que no. Que la escuela de donde proviene tuvo sus pioneros. ¡°Los responsables del London Illustrated News enviaban dibujantes a las expediciones o a los conflictos que tuvieran lugar por el Imperio Brit¨¢nico. Durante la guerra de secesi¨®n americana, igual. Los peri¨®dicos publicaban ilustraciones de grandes batallas. Y en Espa?a, ?qu¨¦ hizo Goya, por ejemplo, con su serie de Los desastres de la guerra sino algo muy parecido a lo que trato de hacer yo?¡±.
El caso es no ceder a la indiferencia del sufrimiento, no caer en la comodidad de evitar las complicaciones. Sacco est¨¢ forjado con los materiales de quien se moja, quien toma partido testimonial y as¨ª lo plasma en sus poderosas vi?etas. Estas saltan a la vista plagadas de historias reales, sin escamotear crudezas, con lenguaje llano, directo, sin ocultar el rostro de los lobos comi¨¦ndose a los corderos ni pasando de largo ante la presencia del horror.
Periodismo de c¨®mic lo han dado en llamar. El caso es que Sacco ha conseguido fusionar sus dos vocaciones en un modo de expresi¨®n que ha causado gran asombro en todos los pa¨ªses donde se han publicado sus libros. ¡°Dibujaba de ni?o y a?os despu¨¦s estudi¨¦ periodismo, de alguna manera encontr¨¦ la forma de unir ambas pasiones. Primero accidentalmente y despu¨¦s a prop¨®sito, entendi¨¦ndolo con un sentido de la reflexi¨®n profunda en lo que hac¨ªa¡±, afirma en Cartagena de Indias, donde ha ofrecido varias charlas en el ¨²ltimo Hay Festival.
Al principio se aproximaba a diferentes realidades con un impulso inconsciente. M¨¢s tarde aparecieron los conceptos. Se impon¨ªa teorizar aquello que elaboraba y que tanto inter¨¦s despertaba en mitad de la profunda crisis de una profesi¨®n que se enfrentaba a sus peores ¨¦pocas en d¨¦cadas.
Cuando el periodismo comenzaba a afrontar su traves¨ªa del desierto acelerada por el cambio radical de paradigmas y a buscar desesperadamente formas originales de impacto y credibilidad al tiempo con las que narrar de nuevo la realidad, Joe Sacco hall¨® un medio que no ha dejado a nadie indiferente. Tampoco quiere que se le considere un dibujante editorial, con su ¨²nica entrega al d¨ªa. ¡°Quienes hacen ese trabajo, para m¨ª son poetas visuales, yo no tengo ese talento, es algo muy espec¨ªfico¡±.
Para dibujar necesitas rutina, ponerte las zapatillas. los aventureros llevan botas, no calzan zapatillas, yo me pongo botas dos meses al a?o¡±
Pero en sus comienzos, a primeros de los noventa, le result¨® dif¨ªcil hallar la explicaci¨®n de lo que representaba, incluso para s¨ª mismo. ¡°Cuando comenc¨¦, era dibujante y se me consideraba as¨ª. Tampoco me paraba a pensar c¨®mo ser¨ªa percibido, no imaginaba que fuera algo novedoso para muchos, despu¨¦s me hice consciente de que lo que yo quer¨ªa explorar no era muy habitual¡±.
Al llegar a ese punto, su forma de trabajar cambi¨®. ¡°Mi dibujo se acercaba m¨¢s al c¨®mic y se me impon¨ªa tender hacia lo real, aunque sin llegar al fotoperiodismo. Intentar ser riguroso, no abstracto: si eleg¨ªa a Rafah en Gaza, era Rafah en Gaza, no un ni?o en alg¨²n lugar de Oriente Pr¨®ximo¡±.
El m¨¦todo se convert¨ªa en un ejercicio puramente period¨ªstico. ¡°Quer¨ªa que la gente sintiera que hab¨ªa estado all¨ª, que si ocurr¨ªa algo se dieran cuenta de que alguien me lo hab¨ªa relatado sobre el terreno. Lo mismo que cuando escribes una historia y lo trasladas a palabras dejando claro que fuiste testigo en el lugar indicado. Ese era el procedimiento¡±.
Simplemente que, en lugar de tomar notas, Joe Sacco, adem¨¢s, dibujaba. La novedad estaba precisamente en recuperar m¨¦todos antiguos, cuando no exist¨ªa la fotograf¨ªa. ¡°Si entrevistaba a alguien y me dec¨ªa que le hab¨ªan metido en un cami¨®n y despu¨¦s trasladado al cuartel, deb¨ªa preguntar los detalles del cami¨®n y fijarme en el aspecto del cuartel. En esos t¨¦rminos pensaba y ejecutaba las cosas¡±.
Con el inconveniente de que un dibujo implica una subjetividad que el lector percibe con mucha m¨¢s fuerza que la de una foto: ¡°Deb¨ªa centrarme en lo riguroso y lo m¨¢s cre¨ªble¡±. Lo ensay¨® primero un poco por intuici¨®n en Oriente Pr¨®ximo con lo que fue su primer libro: Palestina, una naci¨®n ocupada (1993). Pero fue en Bosnia cuando lo ejerci¨® de una forma muy consciente, seguro de que, de alguna forma, estaba creando cierta escuela. ¡°Fue en 1995. Primero no le interesaba a nadie, fue muy dif¨ªcil hacerse un hueco, ahora los editores se muestran mucho m¨¢s abiertos a estas maneras distintas de narrar, son m¨¢s j¨®venes, incluso algunos han crecido con ello¡±.
El ¨¦xito lleg¨® a principios de la primera d¨¦cada del siglo. Publicaba sus historias en libros ya con leyenda, como Gorazde, zona protegida (Planeta), Notas al pie de Gaza (Reservoir Books), El mediador, pero tambi¨¦n lo ha hecho en peri¨®dicos y revistas como The New York Times, The Guardian o Harper¡¯s Magazine. ¡°Digamos que fue en aquella ¨¦poca cuando comenc¨¦ a no preocuparme por pagar el alquiler¡±.
Vivi¨® su temporada en Nueva York, ¡°en Queens¡±, pero a?os m¨¢s tarde volvi¨® a trasladarse a Portland (Oreg¨®n), el actual templo estadounidense de la correcci¨®n pol¨ªtica. ¡°Y de la buena comida¡±, asegura Sacco, emparejado con una mujer que lleg¨® a tener una vinoteca en la ciudad. ¡°Hace tres a?os nadie sab¨ªa d¨®nde estaba, ahora todo el mundo quiere ir, pero la gente acabar¨¢ march¨¢ndose. No aguantar¨¢n el clima, llueve mucho, Portland no es como San Francisco, no luce el sol, aunque en ambos lugares a menudo reine la niebla¡±.
A ¨¦l le gusta la tranquilidad que todav¨ªa destila su entorno. ¡°Puedes escucharte a ti mismo pensando¡±. Le viene perfecto para expandir su propensa tendencia a la disciplina. ¡°En este oficio no puedes ser sencillamente un aventurero. Dibujar te lleva mucho tiempo, necesitas rutina y dedicarle a?os a un proyecto. Levantarte, desayunar, andar en casa con zapatillas, escuchar la m¨²sica que te gusta y sentarte a la mesa con los l¨¢pices y las pinturas. Los aventureros no llevan zapatillas, usan botas y esas solo me las pongo un par de meses al a?o, cuando me traslado sobre el terreno¡±.
Dibujaba de ni?o y a?os despu¨¦s estudi¨¦ periodismo, de alguna manera encontr¨¦ la forma de unir ambas pasiones"
All¨ª, donde caiga, se documenta. Dibuja y fotograf¨ªa. Habla con las fuentes, escucha historias de abusos y sangre, percibe el humo bastardo que dejan los bombardeos, se alza sobre las colinas para observar las tejavanas que cubren los edificios donde esperan su turno los refugiados, comprueba la ansiedad y la incertidumbre que suponen los bloqueos, se carga de razones para la denuncia, sigue los postulados de reporteros maestros como el brit¨¢nico Robert Fisk: ¡°Siempre digo que los periodistas deber¨ªan ser neutrales y objetivos en favor de los que sufren¡±, sostiene este periodista. Una frase que Sacco se ha clavado a fuego en la mente y que ha recogido en su volumen Reportajes.
Su gran tema es la naturaleza humana. La eterna lucha entre el bien y el mal. ¡°Es lo que m¨¢s me interesa, tambi¨¦n c¨®mo opera la maldad en diversas circunstancias. Yo la he experimentado en muchos sitios, si en Bosnia te dicen que las historias m¨¢s duras se encuentran junto a las fosas, la verdad es que tambi¨¦n donde se manifiestan con m¨¢s fuerza es entre los supervivientes. Yo habl¨¦ con sobrevivientes de ejecuciones, que pudieron escapar en mitad de los cad¨¢veres, contaban cosas terribles¡±.
La crueldad en diversas latitudes, la mara?a violenta que nos azuza y nos rodea manifest¨¢ndose cuando se borran los signos de toda civilizaci¨®n y la dignidad, m¨¢s que en un sue?o, se transforma en un arma de defensa. ¡°Cuando la gente est¨¢ desahuciada y la torturas, la humillas, querr¨¢ recuperar su dignidad. En esos casos puedes salvarla o no, ah¨ª radica la diferencia. La maldad tiene un grado. ?Mostr¨® su peor cara en los campos del nazismo? Alguien que sufri¨® el genocidio de Ruanda, te contar¨ªa experiencias similares¡±.
Cuando viaja va cargado con sus libretas y sus objetivos. ¡°Hago bosquejos y fotos como referencia para recordar c¨®mo son los lugares que visito, qu¨¦ tienen, c¨®mo vive y sufre la gente en ellos. Los bosquejos los dise?o sobre todo cuando sacar la c¨¢mara supone un peligro¡±.
No es muy consciente del impacto que ejerce con su obra hasta que no sale de sus guaridas. En el pasado Hay Festival lo pudo vivir. Pero le causa especial emoci¨®n cuando le reconocen la labor en los lugares donde ha trabajado. ¡°Me gusta cuando quienes viven en esas situaciones me dicen que les parece real, as¨ª es como te das cuenta de que est¨¢s haciendo las cosas bien. Nunca eres consciente del impacto que ejerces a gran escala, pero s¨ª te lo figuras de manos de aquellos que vas conociendo¡±.
Cuando la gente est¨¢ desahuciada y la torturas, la humillas, querr¨¢ recuperar su dignidad. En esos casos puedes salvarla o no, ah¨ª radica la diferencia. La maldad tiene un grado"
De la anciana Sabha Abu Mousa, a quien dibuj¨® escarbando entre los escombros de su casa derruida en Gaza; entre los fantasmas deambulantes que quedaron despojados de todo por Chechenia; rompiendo filas junto a soldados iraqu¨ªes; ojo avizor, a bordo de las pateras entre las fronteras que separan Europa de ?frica¡ En todos esos lugares, la afilada punta de los l¨¢pices de Sacco es una de las pocas armas que defienden a quienes quedan tirados en las cunetas de la historia.
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