¡°Se puede salir de la crisis sin cribar los derechos de la gente¡±
El f¨ªsico marca, y el de Marisa Paredes trasmite una imagen de diva, a veces soberbia Ella afirma que son los personajes que interpreta los que la han dotado de esa aura El teatro la hace florecer, los recuerdos la estructuran y el futuro tiene el nombre de su hija: Mar¨ªa
Es delicada como una piel. Blanca, rubia, o platino, sensual; sus ojos miran dos veces cada vez que miran. Marisa Paredes. Llena el lugar en el que est¨¢ solo observando de reojo; hay en sus gestos cierta piller¨ªa blanca, como si estuviera de vuelta y nadie la fuera a enga?ar con halagos o con melindres. Una diva. ¡°No, tan solo tengo apariencia de diva¡±.
Ahora va con una ropa sencilla, se prepara para actuar (en El cojo de Inishmaan, de Martin McDonagh, montaje de Gerardo Vera, con Terele P¨¢vez e Irene Escolar) y lleva una especie de tartera que deposita en alg¨²n lugar del camerino; es un sitio sencillo que ella de pronto convierte, por ejemplo, en el camarote de Bette Davis. ¡°Los dem¨¢s me hacen diva, mis personajes son de diva, con determinadas personas tengo una actitud que ellos consideran soberbia. Pero nunca voy de diva. Creo que tiene que ver con mi presencia f¨ªsica¡±.
Una diva descalza. ¡°S¨ª, ja ja ja. Descalza cuando ando por casa, cuando hace calor. Alguna vez alguien me retrat¨® as¨ª, como una diva descalza. Arturo Ripstein [con quien hizo Profundo carmes¨ª] me llam¨® ¡®estrella cercana¡¯. Es cierto, insisto, que mis personajes son m¨¢s bien as¨ª. ?Pero m¨ªrame en esta funci¨®n que estoy haciendo!¡±.
Yo siento hasta la ropa del personaje, y cuando no la siento, por dentro y por fuera, es que algo va mal
Ah¨ª, en El cojo de Inishmaan (hasta el 20 de abril en el madrile?o teatro Infanta Isabel), es una irlandesa a la que se le ha ido la cabeza y teje y desteje su vida cuidando piedras como una posesa. ¡°?Nada que ver con una diva!¡±. Marisa Paredes mueve los dedos ante s¨ª. Flacos, perfectos, los dedos acostumbrados a unas manos que explican tanto como lo que dicen sus labios, o su risa. Tiene ese aire distante de las estrellas, pero en la cercan¨ªa siempre est¨¢ a punto de re¨ªr.
A los 14 a?os debut¨® en el cine. As¨ª que se ha hecho persona y actriz al mismo tiempo. ¡°El 99% de los papeles que he interpretado me han dejado cosas por dentro. Si no rebuscas, miras, observas, se te aleja. Yo siento hasta la ropa del personaje que interpreto, y cuando no la siento, por dentro y por fuera, es que algo va mal¡±.
Una actriz muy emocional, ¡°casi siempre entro en las interpretaciones por las emociones; es parte de mi forma de trabajar. Hurgando en ti es cuando aparece lo que buscas. Por eso te quitas el disfraz y el personaje te deja tantas cosas a ti como las que t¨² le das a ¨¦l¡±.
Dos papeles, Gertrude, de Hamlet, en el teatro, y la mujer a la que da cuerpo en Tacones lejanos, de Almod¨®var, en el cine, han ara?ado el alma. ¡°Aquel ser que se olvida de todo y se entrega a la pasi¨®n sin pensar en nada m¨¢s. Y en Tacones lejanos, aquella mujer que se entrega a su propio trabajo, no existe otra cosa, deja a su hija m¨¢s o menos abandonada¡ Recuerdo que pensaba: si tuviera que dejar a mi hija Mar¨ªa, que entonces, en 1995, ten¨ªa 12 a?os, por hacer estas cosas, ?c¨®mo lo podr¨ªa montar!¡±.
Ella tuvo la suerte de tener a su madre, ¡°y si hice Tacones lejanos fue porque estaba ella¡ Algunos de mis trabajos importantes los he podido hacer porque mi madre cuidaba a Mar¨ªa: esa fue mi suerte¡±. Ese de Tacones¡ fue uno de los personajes que te enfrentan al espejo, dice Marisa Paredes. ¡°Siempre te dejan cosas, hacen que afrontes situaciones que quiz¨¢ viven contigo, pero solo afloran cuando t¨² eres capaz de fantasearlas¡±.
Y hay realidades, claro, que trascienden la fantas¨ªa. La muerte de su madre, en 2004. Las palabras recorren el cuerpo de la actriz y al llegar a los ojos, esa mirada azul es una confesi¨®n llena de memoria. ¡°Esa p¨¦rdida es algo que durar¨¢ mientras viva¡ Fue el colmo de la generosidad y de la alegr¨ªa¡ Una mujer humilde dentro de una enorme grandeza, mat¨¢ndose a trabajar como se mataban aquellas mujeres, limpiando la porter¨ªa, la tienda de abajo, la casa del primero derecha¡, subiendo y bajando escaleras porque no hab¨ªa ascensor. Cuando fregaba, a veces yo la ayudaba a subir cubos de agua de las fuentes que hab¨ªa en la plaza de Santa Ana¡±.
¡°Se fue y la vi c¨®mo se iba; muri¨® de un c¨¢ncer en la cabeza¡ Tanto mis hermanos como yo intentamos que aquello se alargara lo m¨¢s posible y la doctora que la atendi¨® nos dijo en el momento m¨¢s especial: ¡®Mirad, no vale la pena dejarla vivir. D¨¦jenla morir, ella os va a querer hasta el final y vosotros a ella. Est¨¦n ah¨ª, hagan lo que sea necesario para que no tenga dolores porque el dolor es tremendo¡¡¯. Mi madre no hab¨ªa sido nunca especialmente religiosa, desde luego no era beata, algo que s¨ª era mi abuela¡ Cuando me dediqu¨¦ a este oficio, los hijos de mi abuela dec¨ªan: ¡®?Anda que cuando se entere la abuela!¡¯. Pues creo que el comentario de la abuela, cuando se enter¨®, fue este: ¡®?En todas partes est¨¢ Dios, hijos!¡¯¡¡±.
La madre lo hered¨® todo, ¡°menos la beater¨ªa¡±. Solo de vez en cuando iba a la iglesia, ¡°supongo que a aliviarse, a sentir eso que se puede sentir en un templo, cierto alivio, serenidad, paz. Cuando estaba muy malita, en la residencia, los curas pasaban a ver c¨®mo estaba. Para que no quedara nada por decir, o por no decir, le dije: ¡®Mam¨¢, est¨¢ ah¨ª el cura, ?quieres verle?¡¯. ¡®Bueno, que pase¡¯, contest¨®, pero en realidad lo hizo m¨¢s por el cura que por ella. Ten¨ªa 84 a?os cuando muri¨®. Pero s¨ª, yo estaba serena, hab¨ªa hecho lo que hab¨ªa podido, aunque me hubiera gustado tenerla m¨¢s¡±.
La ¨²ltima mirada. ¡°Dolorida, sorprendida, intranquila; asustada, no s¨¦ si por la misma droga que le daban, una mirada de espanto. Eso s¨ª se me qued¨® de tal manera que a los dos d¨ªas escrib¨ª una carta que se titulaba y empezaba as¨ª: ¡®Aquella terrible mirada¡±.
¨CCuando ocurre eso relativizamos todo.
¨CPorque te acercas m¨¢s a la muerte. Conforme se van acercando las p¨¦rdidas de los amigos, y desde luego de los seres queridos, se produce una orfandad clar¨ªsima. Es parte de ti que desaparece, que se va del todo, y hay un hueco profundo. Desde luego, no conozco a nadie a quien esta circunstancia no lo haya hecho m¨¢s maduro, m¨¢s consciente.
¨CAhora est¨¢ la hija, ocupando el sitio que usted ten¨ªa ante la madre¡
¨CEs actriz, se apellida como el padre, Isasi [Antonio Isasi-0, cineasta]. Quiz¨¢ podr¨ªa haberle ayudado mi apellido, pero ella quer¨ªa conseguirlo con su nombre y el apellido del padre, no quer¨ªa otras trampas. La admiro mucho¡ Es hija m¨ªa y de su padre, los dos relacionados con el cine y con el teatro¡ Con lo cual tiene que hacer un doble esfuerzo para demostrar que ella es ella; tienen que mirarla tal como es. Eso es futuro, mi hija ver¨¢ su futuro.
El tiempo pasa, se ve en mi cara, en mi alma, en todo¡ Ante ese vendaval, hay que oponer realismo y paciencia
El tiempo pasa, ¡°se ve en mi cara, en mi alma, en todo¡ Hay tiempos y arrugas para cada persona. Ser¨ªa rid¨ªculo y est¨²pido pensar que puedes hacer de todo, es como pensar que eres capaz de detener el tiempo¡±. Ante ese vendaval, ¡°hay que oponer realismo y paciencia¡ Las actrices intentan estirarse un poco, o m¨¢s que un poco [r¨ªe], para que esa arruguita no se vea, pero se va a notar mucho m¨¢s de lo que es. Incluso ese juego de la c¨¢mara contigo ya no es que el tiempo pase por ti, es que pasa el triple cuando est¨¢s ante un primer plano en la cara¡±.
Fue una ni?a ¡°pilla, divertida, muy intensa. Era la peque?a de cuatro hermanos, dos chicas y dos chicos; el hermano anterior siempre estaba con su pandilla, se met¨ªan en las cuevas que hab¨ªa en la plaza de Santa Ana y que fueron refugios en la guerra¡ Mi rabia era que yo no pod¨ªa hacerlo. ¡®?No puedes!¡¯, gritaban, ¡®?eres una chica!¡¯. Mi madre discut¨ªa con mi padre: ¡®Cuando lleg¨® la Rep¨²blica tuvimos la posibilidad de votar y fuimos mujeres. Luego nos hab¨¦is convertido en esclavas¡¡¯. Ella me contaba c¨®mo hab¨ªa sido en la Rep¨²blica¡±.
La diva chica era ¡°una ni?a que trataba de escapar por donde pod¨ªa y de inventarme cosas, era muy fantasiosa. Me pon¨ªa delante de un espejo, me disfrazaba con cualquier cosa y jugaba a ser la reina de Saba¡±.
¨C?Y era tan guapa como ahora?
¨C?Era m¨¢s! Eso dicen los que me vieron. Hace poco estuve en el Caf¨¦ Gij¨®n y escuch¨¦ un piropo: ¡®Ahora es guapa. ?Lo que habr¨¢ sido!¡¯. Bueno, hazte a la idea, ponme 30 a?os menos, ?ja ja ja!
¨C?Y su padre era guapo?
¨CLucio, claro que era guapo. Y altivo, yo tengo algo de ¨¦l. Y mi madre era guapa tambi¨¦n, Petra¡ ?l era el portero de la casa y trabajaba en Cervezas El ?guila. Todos los obreros ten¨ªan asumida su condici¨®n; pero como ¨¦l era tan guapo, se consideraba de otro mundo, se enfadaba si las camisas no estaban bien planchadas, por ejemplo, y de ah¨ª surg¨ªan aquellas discusiones con mi madre, que le reprochaba que la tratara como a una esclava¡ Eran los tiempos en que los hombres eran amos y se?ores de las casas y del mundo. Recuerdo el miedo que le ten¨ªamos. Pavor. Escuch¨¢bamos sus pasos por la escalera y ya nos pon¨ªamos alerta¡ Luego era cari?oso, a su manera. Creo que era un momento en que los varones eran as¨ª; si no, se pensaba que no eran hombres. Despu¨¦s he visto pasar el tiempo y ya los hombres empujan los cochecitos de los beb¨¦s.
¨CLa vida por dentro, Marisa. ?Y la vida alrededor?
¨CUf, menos mal que est¨¢ el teatro, que me ha dado vitalidad y esperanza. Mira lo que hacen con la sanidad, la educaci¨®n, la cultura. ?El IVA! Bochornoso. Es como si la cultura no existiera. ERE a montones, los bancos que se quedan con el dinero p¨²blico¡ La mayor¨ªa del PP ha sido un desastre. La gente va perdiendo la fe. ?Hasta el aborto lo echan para atr¨¢s! Que estamos en crisis es cierto, pero vamos a encontrar una f¨®rmula para salir y que no sea a base de cribar los derechos de la gente. Un momento terror¨ªfico.
El teatro, dice, le ¡°hace florecer¡±. Ah¨ª, en el camerino, la estrella cercana, la diva descalza, se quita la rebeca. Marisa Paredes se viste para el escenario. Con ella va todo lo que ha visto. Y en alg¨²n momento, dice, se acordar¨¢ de la realidad como un eco. La ficci¨®n le ayudar¨¢ tambi¨¦n a ser ella misma.
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