Giulia Tamayo, una activista a la que nadie puso de rodillas
La abogada, que emple¨® su formaci¨®n jur¨ªdica para la tenaz defensa de los derechos humanos, public¨® en 1998 un informe que destap¨® el plan de esterilizaci¨®n quir¨²rgica masiva en el Per¨² de Fujimori
Giulia Tamayo Le¨®n (Lima, 1959) falleci¨® el pasado 9 de abril en Montevideo. A los 55 a?os, a ella, luchadora infatigable, le toc¨® esta vez perder una de las muchas batallas que libr¨®, la que le plantaba desde hac¨ªa tiempo al c¨¢ncer. Abogada que emple¨® su formaci¨®n jur¨ªdica para la tenaz defensa de los derechos humanos, ejerci¨® esta vocaci¨®n en su Per¨² natal, en Espa?a, Colombia, Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, en su ¨²ltima etapa en Honduras y all¨¢ donde tuvo oportunidad, porque motivos, desgraciadamente, nunca le faltaron. En 1998 public¨® su informe Nada personal, que destap¨® el plan de esterilizaci¨®n quir¨²rgica masiva en el Per¨² de Fujimori.
A Giulia Tamayo no se la rend¨ªa f¨¢cilmente. No lo logr¨® el dictador peruano a pesar del acoso al que la someti¨® cuando denunci¨® las esterilizaciones forzosas que les fueron practicadas a miles de ind¨ªgenas durante su mandato. Miles de mujeres a las que se les enga?aba o coaccionaba y que en ocasiones mor¨ªan como consecuencia de las intervenciones. Giulia document¨® exhaustivamente esa violaci¨®n de los derechos humanos con ayuda de v¨ªctimas valientes que no quisieron ser solo v¨ªctimas. Tampoco la derrot¨® el terrorismo de Sendero Luminoso, que le descerraj¨® un tiro en la pierna por atrevida. Ni mucho menos Ana Botella, alcaldesa de Madrid, promotora de decenas de desalojos forzosos de viviendas, a la que Giulia se enfrent¨® como investigadora de Amnist¨ªa Internacional con un arsenal de argumentos para impedir que familias enteras de los asentamientos precarios de Ca?ada Real y Puerta de Hierro se quedaran en la calle. Entre ellas, la de la ni?a Shakira, enferma de c¨¢ncer y obligada en nombre del ordenamiento urban¨ªstico a sobrellevar su tratamiento bajo el cobijo de una furgoneta, a la que defendi¨® mediante la acci¨®n urgente y legislaci¨®n en mano. O las familias del Gallinero, que recorr¨ªa una y otra vez con su mala salud de hierro, como hubiera dicho Neruda.
Giulia fue mi compa?era en la Amnist¨ªa Internacional de comienzos del presente siglo, cuando la estructura de la organizaci¨®n en Espa?a no alcanzaba la veintena de personas y cada acci¨®n era pura artesan¨ªa tejida a base de coraz¨®n y coraje y nunca se sab¨ªa d¨®nde acababa el trabajo y d¨®nde empezaba el activismo. En realidad, ella nunca se molest¨® en comprender la diferencia, de modo que viv¨ªa e investigaba con la misma entrega, a manos llenas, igual que disfrutaba del buen vino o cantaba canciones de la Nueva Trova Cubana con los ojos entornados.
Siempre nos sorprend¨ªa su capacidad de encontrar la referencia de jurisprudencia precisa entre su particular caos de papeles, h¨¢bitat en el que se alojaba una lucidez y un conocimiento sobresaliente del derecho internacional sobre derechos humanos. Discutir con ella una nota de prensa era una guerra de trincheras en la que mal lo ten¨ªa quien quer¨ªa convencerla de la necesidad de suavizar los t¨¦rminos jur¨ªdicos en favor de la claridad que exige el lenguaje period¨ªstico.
No, a Giulia no se la derrotaba f¨¢cilmente. Sin personas como ella quedamos un poco m¨¢s desvalidos, m¨¢s indefensos, m¨¢s desprotegidos ante quienes consideran la vida una an¨¦cdota prescindible, sobre todo si es la de los pobres. Brindamos por ti, compa?era.
Celia Zafra es periodista y activista por los derechos humanos.
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