?Defensa del placer femenino o presi¨®n para satisfacer al hombre? El ¡®kunyaza¡¯ y el ¡®gukuna¡¯ sirven el debate en Ruanda
Una pr¨¢ctica sexual que aspira a que la mujer expulse grandes cantidades de agua durante la relaci¨®n sexual y un ritual que consiste en estirar los labios genitales menores a las j¨®venes para aumentar las sensaciones durante el coito generan reacciones encontradas
Es jueves a medianoche en Kigali. La sex¨®loga Vestine Dusabe est¨¢, como cada semana, en el estudio de City Radio, en la sinton¨ªa 88.3 FM, y recibe la llamada de un hombre, preocupado por sus problemas sexuales y matrimoniales. ¡°Mi mujer nunca expulsa agua con el kunyaza¡±, explica el oyente. El kunyaza es una pr¨¢ctica sexual propia de la regi¨®n de los Grandes Lagos en la que el hombre estimula con su pene erecto el cl¨ªtoris de la mujer para provocar que ella segregue l¨ªquido. El objetivo es ese, que la mujer expulse agua, lo que en Occidente se ha popularizado en los ¨²ltimos a?os con el t¨¦rmino ingl¨¦s squirt, que no es equivalente a la eyaculaci¨®n femenina, aunque muchas veces se usen los conceptos como sin¨®nimos, ni al orgasmo.
La presi¨®n para lograr este objetivo hace que muchas parejas llamen y acudan a la consulta de Dusabe. La sex¨®loga dirige el ¨²nico programa que habla sin tab¨² sobre el sexo y problemas matrimoniales en el peque?o pa¨ªs africano. Asegura que tiene cinco millones de oyentes en un Estado de menos de 14 millones de habitantes, aunque no hay ning¨²n dato p¨²blico que la avale. El kunyaza y la segregaci¨®n de importantes cantidades de l¨ªquido por la mujer durante las relaciones sexuales con un hombre son temas recurrentes en su emisi¨®n y en su consulta.
Lo que desde Occidente puede parecer una pr¨¢ctica que empodera a la mujer en las relaciones sexuales al poner su placer en el centro, podr¨ªa suponer, para algunos expertos, todo lo contrario. ¡°Algunas mujeres tienen miedo y complejo de no poder expulsar agua¡±, explica la sex¨®loga, entrevistada en su casa en la capital ruandesa.
Dusabe asegura que el principal problema es que los hombres no se preocupan en realidad por el placer de las mujeres, sino que simplemente buscan un cierto estatus. ¡°Un ruand¨¦s que nunca consigue que su mujer expulse agua es considerado un cobarde¡±, cuenta. La experta puntualiza que el kunyaza no significa que la mujer haya tenido un orgasmo.
Muchas mujeres persiguen esta pr¨¢ctica no solo por su propio placer, sino por miedo a no sentirse deseadas por sus maridos
En los ¨²ltimos a?os, el creciente empoderamiento de la mujer y los discursos anticolonialistas han promovido una reivindicaci¨®n del placer femenino, a trav¨¦s del kunyaza. Sin embargo, la realidad es que muchas mujeres persiguen esta pr¨¢ctica no solo por su propio placer, sino por miedo a no sentirse deseadas por sus maridos. ¡°Deme las botellas que tenga, quiero volver a tener agua¡±, pide desesperada una esposa a un doctor que vende un l¨ªquido amarronado en el documental L¡¯eau sacr¨¦e (El agua sagrada, 2017), del director belga Olivier Jourdain, que se sumerg¨ªa en estas pr¨¢cticas tradicionales.
¡°Una pareja vino a verme: la mujer se quejaba de que el hombre no pod¨ªa hacer kunyaza. ?l se defendi¨® y dijo que cuando la enga?aba, su amante s¨ª expulsaba agua. Se gener¨® una gran pelea¡±, recuerda Dusabe. En los a?os, las peticiones de divorcio se han aumentado considerablemente en Ruanda, seg¨²n la prensa local. El adulterio es una de las principales razones que lleva a las parejas a separarse.
Transformar el cuerpo para satisfacer al hombre
La presi¨®n social sobre la mujer para conseguir expulsar agua ha llevado hist¨®ricamente a las mujeres en Ruanda a realizar el gukuna, el estiramiento de los labios genitales menores, creyendo que favorece la secreci¨®n de l¨ªquido durante el coito. La pr¨¢ctica se inici¨® en la ¨¦poca precolonial para evitar infecciones cuando no hab¨ªa ropa interior, pero pronto se asoci¨® a preparar al cuerpo femenino para el placer. Lo habitual es que se practique entre mujeres y se realice desde j¨®venes, ya que los labios menores son m¨¢s maleables y, por lo tanto, es menos doloroso. ¡°A veces se usan pinzas, hierbas, zumos o cremas para ayudar a estirar¡±, explica Guillermo Mart¨ªnez P¨¦rez, profesor de Fisiatr¨ªa y Enfermer¨ªa de la Universidad de Zaragoza, que bas¨® su tesis doctoral en la elongaci¨®n del los labios menores.
Es com¨²n que las iniciadoras sean mujeres m¨¢s mayores de la familia, se?ala Dusabe, que asegura hab¨¦rselo practicado a su hija cuando ten¨ªa 10 a?os. ¡°Es como si estiraras la piel. Es similar a lo que los mas¨¢is hacen con las orejas o la boca¡±, explica.
El gukuna puede encajar dentro de las definiciones de mutilaci¨®n genital femenina de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS), concretamente en el tipo n¨²mero cuatro, que considera MGF ¡°cualquier otro procedimiento lesivo de los genitales femeninos con fines no m¨¦dicos, como la punci¨®n, la perforaci¨®n, la incisi¨®n, el raspado o la cauterizaci¨®n de la zona genital¡±. Sin embargo, las opiniones al respecto son variadas. ¡°No tiene ning¨²n efecto da?ino. Cuando se aumenta el tama?o de los labios menores no se hace da?o porque no se cortan¡±, explica el ginec¨®logo ruand¨¦s John Muganda, quien indica tambi¨¦n que pensar que esta pr¨¢ctica de prolongar los labios menores ayuda a la secreci¨®n vaginal y al placer no tiene ninguna base cient¨ªfica. ¡°No hay ning¨²n valor a?adido en la sexualidad¡±, a?ade.
Pero hay mujeres que por no tener los labios vaginales estirados pueden ser repudiadas por su pareja, por creer que el kunyaza no tendr¨¢ el efecto en ellas y no tendr¨¢n una vida sexual satisfactoria. ¡°No es empoderamiento, para las mujeres es pasar por el filtro de lo que debe ser una mujer deseada: tienes que tener as¨ª los genitales, ser capaz de eyacular... Esa presi¨®n no existe en los hombres. Los ni?os de ocho a?os no van a estirarse el pene ni piensan en c¨®mo manipular sus cuerpos para aumentar el disfrute visual de las mujeres. Pero las ni?as s¨ª¡±, explica Mart¨ªnez.
¡±Estamos perpetuando unos roles y normas por los cuales se entiende que la mujer tiene que cambiar su cuerpo para satisfacer los deseos del hombre¡±, insiste.
Para Dusabe, estas pr¨¢cticas y rituales no han conseguido poner el foco en el placer femenino y una verdadera igualdad en las relaciones sexuales. ¡°S¨ª, Ruanda es diferente al resto del mundo por el kunyaza y el gukuna, pero a¨²n estamos aprendiendo a c¨®mo besarnos¡±, concluye.
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