Memorias de una diva
Hablamos con Anjelica Huston sobre el primer volumen de sus memorias Desgrana una ¨¦poca rodeada de los bosques de Irlanda, y de los m¨¢s grandes de Hollywood Una vida marcada por la muerte de su madre y por la p¨¦rdida de sus dos grandes amores
"El libro A story lately told cuenta qui¨¦n soy. Alguien que existi¨® mucho antes de ser novia de Jack Nicholson a los 20 a?os. Alguien que empez¨® a ser quien soy en los bosques de la Irlanda occidental donde me crie. Ll¨¢mele mi forma de defenderme como persona, de definir qui¨¦n soy, lo que para m¨ª es y fue importante. Y me encant¨® ser la novia de Jack, no me malinterprete. Pero soy mucho m¨¢s que eso¡±. As¨ª nos recibe Anjelica Huston para hablar del primer volumen de sus memorias que ha publicado en Estados Unidos y que, parafraseando una canci¨®n popular de su infancia, titula A story lately told. Nadie podr¨ªa dudar, con solo mirarla, que esta mujer de 62 a?os, rostro asim¨¦trico, intensas facciones y gran presencia f¨ªsica ¨Cadem¨¢s de un aura de estrella de anta?o, de las que ya no hay o son dif¨ªciles de encontrar¨C es mucho m¨¢s que la ¡°chica de¡±. Incluso si ese ¡°de¡± es Jack Nicholson. Huston tambi¨¦n es mucho m¨¢s que la suma de todos sus personajes, alguien que te hace pensar que la Maerose Prizzi de El ?honor de los Prizzi (1985), la Morticia Addams de La familia ?Addams (1991) y la Etheline ?Tenenbaum de Los Tenenbaums (2001) ¨Calgunas de sus creaciones m¨¢s recordadas¨C eran puros corderitos a su lado.
Anjelica Huston fue, y sigue siendo, una fuerza de la naturaleza. Seguramente lo hered¨®. Una no es hija de John Huston y nieta de Walter Huston para ser una mera mortal. Se trata de la tercera generaci¨®n de lo m¨¢s cerca que Hollywood estuvo nunca de contar con su propia realeza. ¡°Mi padre fue un gran hombre. En todos los sentidos¡±, r¨ªe con carcajada sonora y honesta esta actriz y modelo, amante y esposa, productora, directora y ahora escritora, pero sobre todo hija de un hombre ind¨®mito, el Hemingway del cine, de grandes apetitos. ¡°No era solo su car¨¢cter, era su f¨ªsico, un hombre grande, de brazos largos, piernas largas, pene largo¡ muy bien dotado, ya le digo. Alguien junto al que mi hermano y yo desayun¨¢bamos todas las ma?anas, rodeado de libros y de bocetos en una cama enorme en la casa del condado de Galway, en Irlanda, y que en cuanto se levantaba se dirig¨ªa desnudo al cuarto de ba?o, como Dios lo trajo al mundo, donde se encerraba con llave como si no le hubi¨¦ramos visto minutos antes, como si no le hubi¨¦ramos mirado con la misma fascinaci¨®n que todo ni?o mira los atributos de sus padres pregunt¨¢ndose si alg¨²n d¨ªa los suyos ser¨¢n as¨ª¡±, dice con llaneza.
La misma sinceridad que emplea en su libro, donde detalla una infancia m¨¢gica y llena de privilegios, pero tambi¨¦n carente de cari?o. Ese es el estilo de Anjelica. Adquirido, dice, de su padre. Un hombre con una filmograf¨ªa fara¨®nica de cl¨¢sicos como El tesoro de Sierra Madre (1948), El halc¨®n malt¨¦s (1941), Moby Dick (1956) o La reina de ?frica (1951),y una lista de amantes solo comparable a la de Nicholson. Alguien, como dice Anjelica, considerado entre sus compa?eros como ¡°el pirata que les habr¨ªa gustado tener la audacia de ser¡±. A pesar de ello, era todo menos esnob. ¡°Y lo mismo dec¨ªa del abuelo, alguien por el que mi padre siempre sinti¨® una gran pasi¨®n y que, aunque nunca conoc¨ª, me ense?¨® a echarle coraje a la vida y a atacar las cosas que m¨¢s miedo me dan, a enfrentarme a mis fantasmas¡±, resume.
Sentada en las oficinas de la Asociaci¨®n de la Prensa Extranjera en Hollywood, un edificio de madera tallada, sabor de anta?o y polvo donde quedamos para esta entrevista, rodeada de fotograf¨ªas de Marilyn Monroe y Jack Lemmon, y con un traje de chaqueta color berenjena y corte cl¨¢sico de Donna Karan que cubre con un chal, es imposible concebir qu¨¦ le puede dar miedo a esta persona aparentemente tan segura de s¨ª misma. Alguien con el aplomo suficiente como para desgranar con toda sencillez y como de pasada, cual si fuera la cosa m¨¢s normal del mundo, una vida pintoresca, donde los nombres de Ava Gardner, Marlon Brando, Peter O¡¯Toole, Robert Capa, Helmut Newton, John Steinbeck o Scott Fitzgerald salpican las p¨¢ginas del libro al igual que su conversaci¨®n, sin darles m¨¢s importancia. Y eso antes de hablar de su carrera como actriz o como modelo. Nombres que se entrecruzan con esos momentos que hicieron historia, el Mayo del 68, la explosi¨®n musical londinense o las cucarachas del hotel Chelsea neoyorquino. La joven Huston no se perdi¨® una. Tambi¨¦n comparte sin reparos su habilidad (desde que ten¨ªa 10 a?os) para preparar un martini, su bebida preferida y la de su padre; su tambi¨¦n temprana apreciaci¨®n de un buen cigarro o esos 17 a?os en los que perdi¨® la virginidad y a su madre.
He llenado las p¨¢ginas del libro de detalles de mi madre, porque su figura siempre queda oculta a la sombra de ese gran hombre que fue John Huston
Ese es uno de sus fantasmas, el recuerdo de una madre que desapareci¨® muy pronto del lado de una ni?a dominada por los grandes hombres de su vida. ¡°Por eso llen¨¦ las p¨¢ginas de detalles personales sobre su vida¡±, subraya al hablar de ella. La bailarina neoyorquina de origen italiano Enrica Ricki Soma fue la cuarta esposa del ya entonces famoso director, con el que se cas¨® en una boda rel¨¢mpago en M¨¦xico. Ella ten¨ªa 18 a?os y estaba embarazada del primog¨¦nito, Tony, y el director rondaba los 40. Anjelica llegar¨ªa poco m¨¢s de un a?o m¨¢s tarde. ¡°Para m¨ª era vital hacer un examen profundo de qui¨¦n fue mi madre, alguien muy importante en mi vida, en la vida de mi padre, en la de mis hermanos, y que siempre queda oculta a la sombra de ese gran hombre que fue John Huston. Alguien que me fue robada en un accidente de tr¨¢fico¡±, a?ade. No hace falta un psicoanalista para ver la gran huella que dej¨® en ella una madre que describe como una belleza ¡°transl¨²cida y remota¡±, una mujer a la que se sinti¨® muy unida ¡°en conspiraciones y alianzas¡±, pero con la que nunca existieron lazos de ternura. De ella aprendi¨® a amar a hombres mayores, a aceptar infidelidades, e incluso compiti¨® con ella por amantes. Pero siempre estuvo a su lado desde un parto que tuvo lugar en Los ?ngeles mientras John Huston recib¨ªa la noticia en el coraz¨®n de lo que fue el Congo belga, ahora Zaire, mediante un telegrama entregado a pie por un nativo descalzo que se lo hizo llegar durante el rodaje de La reina de ?frica.
El tambi¨¦n actor y director Danny Huston, fruto de la relaci¨®n de John Huston con Zoe Sallis, es hermanastro de Anjelica. As¨ª recuerda su vida familiar: ¡°Est¨¢ claro que lo nuestro no fueron infancias de Hollywood, pero el tiempo que pasamos con nuestro padre, ya fuera en un set o en la mansi¨®n familiar de St. Clerans, fue fascinante. Navidades irlandesas en las que nos reun¨ªamos todos los hijos y todas las mujeres¡ y el drama que se montaba. A mi padre le gustaba porque da igual el n¨²mero de esposas que tuviera, fue siempre todo un caballero. Y para m¨ª, como ni?o, eran las mejores Navidades que pod¨ªas imaginar¡±.
Anjelica reconoce haber sentido todo tipo de emociones por Zoe Sallis. Desde despecho hacia una madrastra que poco antes hab¨ªa considerado su mejor amiga sin pensar que tambi¨¦n era la amante de su padre, hasta profundo amor por un beb¨¦ del que se sinti¨® c¨®mplice: ¡°Como explico en el libro, me crie con Tony, mi hermano, por necesidad, porque no hab¨ªa m¨¢s ni?os. Pero nunca me sent¨ª tan unida a ¨¦l como me ocurri¨® a?os m¨¢s tarde con Danny¡±. La actriz recuerda que Tony sac¨® el esp¨ªritu cazador de su padre, ¡°siempre mezclado con la muerte de animales¡±, mientras que ella es conocida por su labor en la protecci¨®n de los grandes simios. ¡°Y ah¨ª tenemos un conflicto muy b¨¢sico, pero que dice mucho¡±, a?ade socarrona. Cuenta con otra hermana, Allegra, hija de su madre con otro hombre que nunca le dio sus apellidos y que John Huston decidi¨® adoptar tras la muerte de Ricki. Anjelica vio nacer a Allegra, pero conoci¨® a Danny cuando este ya ten¨ªa dos a?os. ¡°Y no me hizo gracia, pero luego nos convertimos en los mejores amigos. Somos una familia muy diversa, pero que se mantiene muy unida. No te puedo expresar lo orgullosa que me siento de mi sobrino Jack, el hijo de Tony, y del trabajo que est¨¢ haciendo en Boardwalk Empire. O con mi sobrina Stella, la ni?a bonita de Danny, que hasta este a?o vivi¨® conmigo. La voy a echar mucho de menos¡±, reflexiona una mujer que hace a?os decidi¨® no tener hijos.
La soledad tambi¨¦n fue otro de los motores que propiciaron estas memorias. Otro de sus miedos por el que nunca se ha dejado conquistar. ¡°Lo del libro no fue solo terapia. Hubo una oferta, una buena oferta, quiz¨¢ no todo lo buena que hubiera querido, pero que pic¨® mi curiosidad¡±, agrega con rapidez y con los pies en la tierra. Cierto que no es un libro que haya escrito por amor al arte, pero Huston concede que la muerte de su esposo, el escultor mexicano Robert Graham, en 2008 y tras 16 a?os de matrimonio, fue el motivo para ponerse a escribir. ¡°Hasta cierto punto todos estamos solos aunque vivamos en esa fantas¨ªa de que no lo estamos. Y el reconocimiento de mi soledad es el que me ha hecho triunfar como la mujer que soy. Algo que no es f¨¢cil para nadie y tampoco para m¨ª. Me ayud¨® cuando muri¨® mi madre, luego mi padre y ahora mi marido¡±, admite. Fue en ese momento de encrucijada en su vida, cuando los trabajos como actriz fueron m¨¢s escasos y el eco del ¨¦xito ¨Cobtuvo el Oscar a la mejor ?actriz secundaria en 1986 por El honor de los Prizzi y fue candidata por Enemigos (1989)y Los timadores (1990)¨Cm¨¢s y m¨¢s lejano, cuando se volc¨® en sus memorias.
Lo nuestro no fueron infancias de hollywood, pero las navidades eran las mejores que pod¨ªas imaginar, asegura Danny Huston
El proceso le ha llevado m¨¢s de tres a?os y medio, arando a mano sus recuerdos en un manuscrito que acab¨® escribiendo ella misma porque no le gust¨® el escritor en la sombra que le hab¨ªan asignado y para huir de la carnaza que buscaba alguno de sus editores. Por su parte no hubo censura, solo recuerdos que tomaron vida propia. ¡°Hab¨ªa cosas de las que tampoco me sent¨ªa orgullosa a la hora de escribir, pero fueron necesarias para completar el puzle¡±, reconoce pensando, entre otros instantes de su vida, en ese intento de suicidio en el que cay¨® durante su primera relaci¨®n de pareja estable junto al fot¨®grafo Bob Richardson cuando a¨²n era una adolescente.
A Danny Huston se le qued¨® grabada para toda la vida la presencia de Ava Gardner en la casa familiar, su primer amor plat¨®nico. Anjelica menciona a la actriz como la primera gran estrella que conoci¨®, pero admite que solo Peter O¡¯Toole la dej¨®, literalmente, sin habla: tuvo que suspender su primer trabajo como actriz ¨Cen una obra infantil en su casa¨C porque al cruzarse con sus ojos azules se le olvid¨® su texto. Tambi¨¦n recuerda un encuentro con Marlon Brando, quien la invit¨® a su isla en Tahit¨ª cuando ella era todav¨ªa demasiado joven. A Marilyn Monroe nunca la conoci¨®, pero escuch¨® suficientes historias de labios de su padre como para escribir otro libro. ¡°La m¨¢s fuerte y a la vez la m¨¢s vulnerable de las mujeres americanas¡±, resume.
Anjelica achaca su buena memoria a su trabajo como actriz. Una memoria no solo vivida, sino olfativa, hablando de un Londres que ol¨ªa a ¡°tabaco, vinagre, pachuli, fish & chips, fruta pasada, beicon y humanidad¡±, mientras los hombres apestaban a ¡°Vetiver, Brut y Old Spice¡±, y las mujeres, a ¡°lavanda y s¨¢ndalo¡±, al final de los sesenta. Quiz¨¢ por eso la actriz no huele a nada, y los que la rodean, como Wes Anderson, dicen que su musa es ¡°una gran presencia¡±. ¡°Alguien espectacular¡±, como a?ade Jeff Gold?blum. Los hay m¨¢s atrevidos, como Danny Glover, para quien Anjelica es ¡°extraordinaria¡± tanto en la pantalla como en la vida real. ¡°Hay algo en su madurez, en su belleza fuera de lo normal, en su alma, que la hizo desde siempre mi mayor fantas¨ªa er¨®tica. Y mira por d¨®nde me acab¨¦ casando con ella en The Royal Tenenbaums¡±, recuerda el actor con humor.
Para Jack Nicholson, Huston fue y ser¨¢ por siempre su diosa, esa que tuvo y que dej¨® marchar tras 16 a?os de amor e infidelidades que concluyeron con el anuncio de que el gran Jack esperaba un hijo de otra mujer. Seg¨²n confes¨® recientemente, el actor se sinti¨® ¡°emocionalmente aniquilado¡± tras la marcha de Huston. Una relaci¨®n que, pese a los a?os, sigue existiendo, al menos en forma de amistad. ¡°No ser¨ªa feliz si no contara con ¨¦l¡±, ha dicho Huston en otras ocasiones. De hecho, a ¨¦l y a su relaci¨®n estar¨¢ dedicado el segundo volumen de memorias. El primer libro termina cuando la actriz llega a California tras una infancia id¨ªlica en Irlanda, una adolescencia tumultuosa en Londres y una primera relaci¨®n fallida en Nueva York.
Mi padre fue una gran influencia en mi vida, en mis hombres, siempre m¨¢s grandes de lo com¨²n, algo m¨¢s viejos y fuertes
¡°En el segundo volumen hablar¨¦ de Jack, de mis intentos de recuperar mi carrera como actriz tras ese primer filme junto a mi padre, de su enfermedad¡¡±. Por un momento, Anjelica deja que el silencio hable por ella, recuperando el habla para enfrentarse al fantasma que lleva sentado a su lado durante toda la conversaci¨®n. ¡°Desde luego que mi padre fue una gran influencia en mi vida, en mis hombres, siempre m¨¢s grandes de lo com¨²n, algo m¨¢s viejos, fuertes, y as¨ª fue hasta mi matrimonio¡±. En su discurso no hay lugar para el arrepentimiento. Quiz¨¢ relaciones fallidas, admite. O momentos en los que se ha sentido como una idiota, s¨ª. Pero todo es parte de esa aventura que es su vida, esa que transcurri¨® rodeada de tesoros procedentes de los rincones m¨¢s remotos del planeta en los que su padre hab¨ªa estado rodando y que decoraron una infancia que, en palabras de Anjelica Huston, suena como un paradis¨ªaco Downton Abbey irland¨¦s a punto de sucumbir a la revoluci¨®n cultural y sexual de los sesenta y setenta. ¡°Me es dif¨ªcil volver a Irlanda. Lo mismo que a M¨¦xico. Comet¨ª el error de regresar hace poco a uno de esos lugares donde iba con mi padre y ahora est¨¢ lleno de turistas¡ Pero el mejor consejo que me dio nunca mi padre es que uno siempre se puede levantar e irse. Se mete las manos en los bolsillos y se va. A veces es dif¨ªcil, pero no imposible¡±, resume haciendo el gesto, aunque su traje no tenga bolsillos.
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