En busca de las mujeres en El Prado
?C¨®mo se hace justicia con las mujeres a las que el arte ha relegado a un papel secundario siglos?

La historiadora del arte Estrella de Diego era una ni?a cuando se detuvo por primera vez frente a Mesa, de Clara Peeters. Pas¨® largo rato estudiando el sofisticado desayuno de la pintora flamenca: le fascinaba su gran dominio de las texturas y los materiales. Peeters hab¨ªa dispuesto un jarr¨®n con flores, un cuenco de porcelana con frutos secos, un plato de metal con rosquillas, una copa dorada y otra de cristal, y una jarra que escond¨ªa un secreto: el autorretrato de la pintora, apenas distinguible entre los tonos oscuros de la superficie met¨¢lica.
Cuando empez¨® Historia del Arte, sus visitas al Museo del Prado se hicieron m¨¢s frecuentes. Siempre reservaba unos minutos para contemplar el bodeg¨®n de Peeters: era joven y estaba ¡°enfadada¡±. Cuanto m¨¢s le¨ªa sobre c¨®mo el arte hab¨ªa ninguneado a las mujeres artistas, m¨¢s crec¨ªa su indignaci¨®n.
En el Prado hay en torno a 1.700 obras expuestas y 3.800 almacenadas. En el listado que repasa Judith Ara, coordinadora general de conservaci¨®n, figuran 52 mujeres representadas desde el siglo XVI hasta el XX. Cuatro obras de firma femenina est¨¢n en exposici¨®n, las 72 restantes ¨C12 de ellas de autoras contempor¨¢neas¨C descansan en la trastienda. La aritm¨¦tica, no obstante, no deber¨ªa ser motivo de enfado, insiste De Diego:
¨CEn las grandes colecciones hist¨®ricas no hay muchas mujeres. En el caso del Prado, su propia historia explica la escasez: sus fondos proceden de la Colecci¨®n Real, de museos desaparecidos como el Museo de la Trinidad y el de Arte Moderno, y de legados y donaciones. Es l¨®gico que cuando Vel¨¢zquez viajaba a Italia a comprar para Felipe IV se trajese obra de los artistas de moda y no de Sofonisba Anguissola. El problema no es que las pintoras sean peores que los pintores, sino que por la propia idiosincrasia del museo no tienen sus obras m¨¢s importantes.
¡°?Tienen que estar desnudas las mujeres para entrar en el Metropolitan de Nueva York? Menos del 5% de los artistas de las secciones de arte moderno son f¨¦minas, pero el 85% de los desnudos son femeninos¡±, denunciaba en 1989 el colectivo Guerrilla Girls. Los retratos de mujeres ¨Cvestidas, en su mayor¨ªa¨C abundan en el Prado, e incluso algunos nos recuerdan que ellas tambi¨¦n fueron poderosas: la actual exposici¨®n Rubens. El triunfo de la eucarist¨ªa est¨¢ presidida por Isabel Clara Eugenia, gobernadora de los Pa¨ªses Bajos espa?oles.
¨CPero es una trampa de la historia del arte: hacernos creer que si hay mujeres retratadas, ya est¨¢, ya hemos cumplido.
Mesa, de Peeters, acaba de volver a los almacenes del Prado* ¨Cse est¨¢n reorganizando las salas de pintura flamenca y holandesa¨C y casi simult¨¢neamente los ha abandonado Nacimiento de San Juan Bautista, de Artemisa Gentileschi. ¡°Es una obra muy interesante porque se trata de una escena dom¨¦stica. Artemisa fue una de las pocas pintoras que no se limitaron al retrato y al bodeg¨®n¡±, se?ala Ara. En la sala 56 del museo se encuentran las obras femeninas restantes, tres delicados retratos firmados por las hermanas Anguissola: La reina Ana de Austria e Isabel de Valois sosteniendo un retrato de Felipe II, de Sofonisba, y Pietro Maria, m¨¦dico de Cremona, de Lucia.
?C¨®mo se hace justicia con las mujeres a las que el arte ha relegado a un papel secundario siglos? ¡°A trav¨¦s de exposiciones monogr¨¢ficas¡±, resuelve De Diego. Y pronto, confirman en el Prado, Clara Peeters tendr¨¢ la suya.
*El cuadro de Clara Peeters ya est¨¢ de nuevo en exposici¨®n en las salas del Museo del Prado.
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