Buen tipo normal
Dani Rovira no es Miguel ?ngel Silvestre, pero recupera para la est¨¦tica nacional el tipo arrinconado tras muchachotes que ce?¨ªan pectorales y abdominales
Despu¨¦s del Real Madrid-Bayern de M¨²nich asistimos a la ensayad¨ªsima rueda de prensa de Josep Guardiola. Guardiola regresaba a Espa?a m¨¢s sobrio que nunca y demostrando habilidades no solo de gran entrenador, sino de c¨®mo debe ser el nuevo emigrante espa?ol: serio y superbiling¨¹e, preparad¨ªsimo. Respondi¨® en castellano, catal¨¢n, ingl¨¦s, franc¨¦s y, por supuesto, alem¨¢n. Un prodigio ling¨¹¨ªstico y profesional. Tal demostraci¨®n parec¨ªa una respuesta mediterr¨¢nea a las declaraciones de Rajoy pidi¨¦ndole a los catalanes que utilicen la imaginaci¨®n para resolver el conflicto separatista, una curiosa petici¨®n de alguien que exige lo que no da. Quiz¨¢ Guardiola s¨ª pueda darle ideas en cada uno de esos idiomas.
Algunos medios publicaron que estaba tan a gusto con sus lenguas que hasta se autotradujo del catal¨¢n al alem¨¢n. Lo que Pep no interpret¨® bien es que hay espa?oles a los que les irritan los espa?oles que s¨ª pueden desenvolverse en otros idiomas. Por eso, apenas perdi¨® el Bayern contra el Real Madrid, empez¨® la campa?a en fiestas y cenas en contra de Guardiola. A su aspecto neocalvinista lo calificaron de mortuorio, y en una velada para magnates inmobiliarios unos dise?adores mallorquines, no muy altos, afirmaron que su indumentaria ¡°?se est¨¢ germanizando, ya parece un Karl Lagerfeld heterosexual!¡±.
Puede que el problema de Guardiola sea llamarse Guardiola. Si Ocho apellidos vascos se hubiera llamado Ocho apellidos catalanes es muy probable que no hubiese tenido ese hist¨®rico ¨¦xito. Sencillamente porque los catalanes ahora no consiguen la f¨®rmula de la p¨®cima m¨¢gica, imaginativa o no, para caer bien. Tampoco ayuda, lo sepa o no Rajoy, que de verdad sean muy imaginativos. Se inventan cosas fant¨¢sticas como el torneo God¨® de tenis, que puede reunir en un sitio mucho m¨¢s peque?o y agradable que la fara¨®nica Caja M¨¢gica a lo mejor del deporte, la pol¨ªtica y la celebridad nacional en un despliegue sutil que al Open de Madrid le cuesta ofrecer. ¡°Es que despu¨¦s de los desmadres de la burbuja inmobiliaria, el infierno atroz de la crisis, queremos cosas tranquilas, cozy (c¨®modas, en ingl¨¦s, que es el idioma preferido de la clase alta barcelonesa) y menos imaginativas¡±, bromea una anfitriona. ¡°Querido, ?vuelve lo normal!¡±.
Y en ese regreso, con much¨ªsima imaginaci¨®n, tiene bastante que ver el triunfo de Ocho apellidos vascos. Tanto en cenas en Puerta de Hierro o en vestuarios de gimnasios caros y en colas del metro solo se habla de ella. ¡°No es tan buena, pero es graciosa¡±. Para confirmar el fen¨®meno, la portada de Lecturas de esta semana es Dani Rovira, el protagonista andaluz que se aprende ocho apellidos vascos con un acento divertido y burl¨®n. Rovira no es Miguel ?ngel Silvestre, pero recupera para la est¨¦tica nacional eso que en los noventa se denomin¨® Buen Tipo Normal (BTN) y que ten¨ªan, entre otros referentes, dos futbolistas muy distintos entre s¨ª. Kiko del Atl¨¦tico, que sin ser guapo era sexy y sin ser macarra ten¨ªa un poco de golfo, pero con fondo bueno. Y el propio Guardiola, con sus ojos tristes y su aspecto de ni?o formalito que se esmera en sus notas. El BTN qued¨® injustamente enterrado por el auge de los anabolizantes y las musculocas de los primeros a?os del Orgullo Gay y musculocos que casi afearon el f¨ªsico masculino con una exuberante mezcla de Cicciolina y Kent barbudo. Y luego la burbuja inmobiliaria infl¨® todo a¨²n m¨¢s, tanto que incluso los cocineros se pusieron a dieta, como Jordi Cruz, el chef de MasterChef, dividido entre las mancuernas y las sartenes. As¨ª el buen tipo normal qued¨® arrinconado tras muchachotes que ce?¨ªan pectorales y abdominales como si fueran sufl¨¦s reci¨¦n hechos. Por eso es de celebrar que en la recta final de la crisis reaparezca el buen tipo normal, porque es como una esperanza de tiempos mejores: varones con cierta grasita bien distribuida, p¨¦simo gusto para los ba?adores, pero sonrisa amplia, gesto amigable y mucho sol para ofrecer a los turistas y a las revistas.
No sabemos qu¨¦ revistas leer¨¢ Ortega Cano entre rejas: ?de cocina, fitness o de coraz¨®n? Ni a qu¨¦ dedicar¨¢ su imaginaci¨®n (una autobiograf¨ªa podr¨ªa convertirlo en el pr¨®ximo Bel¨¦n Esteban del Sant Jordi 2016). Pero es muy sagaz, y de much¨ªsima imaginaci¨®n, haber escogido Zaragoza para su ¡°momento entrada en la c¨¢rcel¡±. Tiene mucho ceremonial que el torero haya decidido salir de su casa en la capital, exactamente despu¨¦s de almorzar, en un coche de su propiedad, conducido por otro, direcci¨®n a la c¨¢rcel, como volviendo al ruedo. ?C¨®mo tiene que haber sido ese trayecto! Una vida entera desfilando entre Alcobendas, Calatayud y finalmente la prisi¨®n, reorganizando episodios y recuerdos frente a ese paisaje plano que, aunque verde por momentos, es adusto y hasta lunar, solitario y extenso, como una sentencia. Algo en nuestros optimistas corazones nos hace pensar que este tiempo en la celda para Ortega Cano nos lo devolver¨¢ no solo renovado, sino pr¨¢cticamente convertido en un nuevo h¨¦roe nacional para tiempos m¨¢s maduros y reflexivos. Como si ¨¦l fuera, m¨¢s que el preso ejemplar, el que no pudo abusar de la imaginaci¨®n para ser el m¨¢s astuto, el que acat¨® la sentencia para llegar a la c¨¢rcel antes que muchos otros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.