Papeletas con mucho sentido
Quieren que votemos en las europeas sin haber o¨ªdo ni un debate entre los candidatos
A la hora de votar en las pr¨®ximas elecciones europeas, los ciudadanos deber¨ªamos tener claro que, en esta ocasi¨®n, no importa tanto elegir entre Miguel Arias Ca?ete y Elena Valenciano, sino entre un se?or conservador que se llama Jean-Claude Juncker y otro socialdem¨®crata que se llama Martin Schulz. Porque esta vez lo que se va a elegir, con nuestro voto, es al presidente de la Comisi¨®n Europea, y aunque haya cinco candidatos (conservador, socialdem¨®crata, liberal, verde y de Izquierda Unitaria), el duelo se plantear¨¢ finalmente a dos. Cuando se elija la papeleta del PP, se elegir¨¢ a Juncker, y cuando se elija la papeleta del PSOE, se votar¨¢ por Schulz.
Se supone que nos interesa mucho saber qu¨¦ piensan y qu¨¦ proponen los cinco candidatos a la Comisi¨®n y, desde luego, esos dos principales pretendientes. De hecho, se han organizado en diferentes puntos de Europa siete debates. El pasado d¨ªa 28 se celebr¨® en Maastricht (Holanda) el primero de ellos. El 29 hubo otro en Bruselas. El 8 de mayo habr¨¢ un duelo Juncker-Schulz en Alemania. El 9, otro debate a cuatro en Florencia. Y el 15 de mayo se celebrar¨¢ la gran confrontaci¨®n, con todos, incluido el esquivo Alexis Tsipras, en la sede del mismo Parlamento Europeo.
La cuesti¨®n es que, hasta ahora, los ciudadanos espa?oles (salvo aquellos muy informados y movilizados) no han tenido ni la menor noticia de los debates ya celebrados y que, tal y como pinta la cosa, no van a tenerla tampoco del gran encuentro televisado previsto para el d¨ªa 15. El problema no es solo espa?ol: la televisi¨®n p¨²blica francesa tambi¨¦n se ha negado a retransmitirlos, y la mayor¨ªa de las televisiones oficiales de Europa han decidido relegar la informaci¨®n a Internet. Todo el mundo alega el problema del idioma y la dificultad de las traducciones simult¨¢neas. Pero es que ni tan siquiera se han molestado en emitir buenos res¨²menes, bien traducidos y editados, que nos permitan acercarnos a aquellos candidatos a los que, casi sin saberlo, vamos a votar para presidir la Comisi¨®n.
La mayor¨ªa de las veces, dec¨ªa Oscar Wilde, las situaciones que le lastiman a uno lo hacen por su incoherencia absoluta, su falta de sentido. Si alguna vez se plantea un escenario dram¨¢tico en Europa no podr¨¢ decirse que fue consecuencia de movimientos febriles, sino m¨¢s bien de esa incoherencia, esa falta de conexi¨®n entre lo que se dice y lo que se hace, esa manera medio aburrida, medio cansada de afrontar los problemas que, al final, explican mucho mejor las derrotas que el bullicio y las prisas.
Los dirigentes europeos llevan semanas lament¨¢ndose de la alta abstenci¨®n que, seg¨²n los sondeos de opini¨®n, va a registrase en las elecciones?
Los dirigentes europeos, uno tras otro, llevan semanas lament¨¢ndose de la alta abstenci¨®n que, seg¨²n los sondeos de opini¨®n, va a registrase en las elecciones al Europarlamento. Todos, sin excepci¨®n, advierten que esa abstenci¨®n podr¨ªa favorecer a los movimientos populistas, eur¨®fobos o racistas. Todos, casi sin excepci¨®n, aseguran que, m¨¢s que nunca, los ciudadanos deben movilizarse porque, salvo que el Consejo Europeo se vuelva loco, esta vez van a elegir qui¨¦n quieren que ocupe uno de los puestos m¨¢s importantes de la Uni¨®n.
Lo incongruente es que tanta lamentaci¨®n y tanta advertencia no se traduce en nada. Bien al contrario, la mayor¨ªa de los Gobiernos de los pa¨ªses miembros de la UE est¨¢n intentando que el debate se plantee en t¨¦rminos nacionales y huyen como de la peste de que los ciudadanos de su pa¨ªs se convenzan de que, en estos momentos, no importa tanto apoyar o castigar, pongamos, a Rajoy o a Hollande, como de pensar muy bien a qui¨¦n se le da el poder de influir en nuestra vida cotidiana desde Bruselas, si a Juncker o a Schulz. ?No necesitamos saber qu¨¦ han dicho? ?Qu¨¦ proponen? ?Qui¨¦nes son, qu¨¦ papel han desarrollado en la Uni¨®n? ?Nos ayudaron, o formaron parte de quienes tiraron de la soga de la austeridad? Uno de ellos ayud¨® a apretarla bien fuerte en el cuello de los griegos, portugueses y espa?oles. ?No habr¨ªa que escuchar sus explicaciones?
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