La sombra que cocinaba para Picasso
Alice B. Toklas es una americana callada, peluda y bajita que viv¨ªa, dorm¨ªa y cocinaba para Gertrude Stein y sus amigos

La perca lleg¨® cocinada con vino blanco, varias mayonesas de colores y otros adornos de trufas, huevos y finas hierbas. Al joven Picasso le pareci¨® un plato digno de Matisse. En su honor lo hizo una americana callada, peluda y bajita que viv¨ªa, dorm¨ªa y cocinaba para Gertrude Stein y sus amigos. Dos libros singulares se han publicado en espa?ol que nos acercan a esta discreta dama. Una autobiograf¨ªa/libro de recetas, El libro de cocina de Alice B. Toklas (BackList), y otro del curioso cronista James Lord, Cinco mujeres excepcionales (Elba).
La figura de Stein era tan voluminosa que tapaba a su alter ego Toklas. Otra americana fea, sentimental y jud¨ªa. Finalmente convertida al catolicismo por obra de una despechada ex de Picasso, Dora Maar. Alice, que vivi¨® 30 a?os con Gertrude encarg¨¢ndose de que a los genios no les faltaran ni comida, ni bebida, dijo de s¨ª misma: ¡°Soy una persona sobre la que se ejerce influencia, no una que ejerza influencia¡±.
La vida de estas dos modernas, vestidas como cu¨¢queras pasadas por las teresianas, tambi¨¦n se puede conocer por lo que comieron o por sus cocineras. La primera, una vasca aficionada a los cangrejos de r¨ªo m¨¢s amable con Picasso que con Matisse, al que castigaba por gorr¨®n con ¡°simples¡± huevos fritos. Otra muy fugaz porque un d¨ªa pas¨® al estudio donde colgaban los cuadros de Pi?casso, Gris, Picabia, y, aterrorizada con la visi¨®n, se march¨® sin decir adi¨®s. Una finlandesa, lectora omn¨ªvora; otras charlatanas, analfabetas, sisadoras, imaginativas, tradicionales¡ hasta un indonesio que las introdujo en las maravillas orientales. Esa vida de la bohemia adinerada, cenas de lujo, sirvientes y casa abierta acab¨® cuando se dieron cuenta que la Segunda Guerra iba en serio, que Par¨ªs casi era alemana. Se fueron al campo, resistieron como los camellos porque ten¨ªan las reservas de una vida bien alimentada.
Picasso fue uno de los incitadores a que recorrieran Espa?a. Como una pareja de monjas civiles, Gertrude tomaba notas de la vida y las gentes y Alice recog¨ªa recetas de gazpachos, arroces o alondras al estilo gitano. Estuvo cerca de convencer a Gertrude para que se quedaran a vivir en ?vila. Fascinadas con la ciudad y con su m¨ªstica Teresa, buscando a su particular dios entre pucheros. Descubrieron Cuenca antes que nuestros pintores y les pusieron unos guardias para espantar curiosos. Pasaron por el Madrid de entreguerras, donde se prendaron con los bailes de La Argentina y volvieron a los toros.
Con Picasso manten¨ªan muchas complicidades y un desencuentro: la pol¨ªtica. El pintor acusaba a Gertrude de colaboracionista. Y de Alice le dijo a J. Lord: ¡°La Toklas, esa bruja, ?sabe por qu¨¦ lleva ese flequillo? Porque ten¨ªa un cuerno en medio de la frente, una protuberancia como la de un rinoceronte. La pareja perfecta, Gertrude y Alice, el hipop¨®tamo y el rinoceronte. Alice se hizo cortar el cuerno y el flequillo tapa el agujero que le qued¨®¡±.
Con cuerno o sin cuerno, estos libros, mejor acompa?ados de la lectura de la espl¨¦ndida ¡°autobiograf¨ªa¡± de Gertrude sobre la Toklas, son un camino directo para recordar en estos tiempos de cocinas medi¨¢ticas o docudramas con sartenazos a lo Chicote que ya hab¨ªa otras maneras de vivir y cocinar. Las recetas se pueden hacer. Incluida la famosa tarta de su amigo Brion Gysin, de la generaci¨®n beat, que pas¨® por Par¨ªs y le cocin¨® su famoso Dulce de Hach¨ªs. Dice Toklas que proporciona un buen entretenimiento para damas de club de bridge y en general para todo el que est¨¦ dispuesto a un cierto ¨¦xtasis a lo Santa Teresa en puertas de su quinto centenario. El dulce puede ayudar a un desmayarse despierto. Quedan avisados.
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