Enrique Loewe, el tigre de Serrano
Cuarta generaci¨®n de la ¨²nica casa de lujo espa?ola, el empresario conf¨ªa en que su nuevo director creativo, J.W. Anderson, revolucione la moda masculina
Enrique Loewe (Madrid, 1941) se retir¨® hace un a?o y todav¨ªa est¨¢ acostumbr¨¢ndose. ¡°Ha sido como en 2001: Odisea del espacio, cuando intentan desconectar a HAL 9000. Le van quitando enchufes y pasa de hacer un zumbido, BRRRRRR, a ir bajando, BRRRrrrrrr. Ha sido un lento desvanecimiento del que ha sido el caldo de cultivo de toda mi vida. Un enfrentamiento a otras posibilidades. Tendr¨¦ m¨¢s tiempo para dedicarle a la ense?anza y quiz¨¢s para alg¨²n proyecto... de cara a la sociedad. Creo que mi experiencia de casi 48 a?os en Loewe le puede ser de utilidad a los dem¨¢s¡±. Como m¨ªnimo, su tiempo de servicio le garantiza que, peri¨®dicamente, la casa que lleva su apellido ¨Cpero pertenece a LVMH desde 1996¨C requiera sus servicios como bi¨®grafo autorizado. La ¨²litma vez, por la exposici¨®n Fragmentos de una historia: 168 a?os de Loewe, que recuper¨® en clave hist¨®rica eso que siempre deber¨ªa esconder un bonito producto: la emoci¨®n. Esta muestra es como una gran magdalena proustiana para el hombre que protagoniz¨® el desarrollo de la ense?a durante la segunda mitad del siglo XX. ¡°Est¨¢ todo, la seda, los bolsos, aquellos escaparates de P¨¦rez de Rozas... Es como una expresi¨®n que le¨ª hace poco: slices of life. Trozos de mi vida y de la vida de esta empresa¡±.
Lo ¨²nico que se echa en falta es moda masculina, la t¨ªpica gran ausente cuando la moda se cita en los museos. ¡°Creo que ha llegado el momento de que Loewe haga esa reflexi¨®n en serio. Revisando la trayectoria de mujer y tomando partido en la estrategia por definir de las colecciones de hombre. Hay una especie de actitud vergonzosa, de falta de seguridad...¡±. ?En el hombre en general? ¡°En el espa?ol, en particular. Vamos a dejarnos de chorradas. El hombre espa?ol quiere, pero no quiere; puede, pero no le da la gana... y se contenta con el armonioso conjunto que produce el color negro. Somos personajes a la b¨²squeda de un autor, como la obra de Pirandello. S¨ª creo que ha habido un paso gigantesco a nivel internacional: Giorgio Armani. ?l invent¨® las prendas desestructuradas, otro tipo de tejidos... Pero creo que J. W. Anderson [el nuevo dise?ador de Loewe] est¨¢ haciendo un gran esfuerzo en esta l¨ªnea y a lo mejor, por fin, haremos una peque?a contribuci¨®n al hombre. Quiz¨¢s incluso al hombre espa?ol¡±.
Vamos a dejarnos de chorradas. El hombre espa?ol quiere, pero no quiere; puede, pero no le da la gana... y se contenta con el armonioso conjunto de color negro"
El pasado septiembre, Anderson, un norirland¨¦s de 29 a?os (conocido tanto por su talento en bruto como por su gusto por dise?ar prendas de hombre con aspecto de perversa ropa de mujer) sustituy¨® a Stuart Vevers, que hab¨ªa sido director creativo de la firma madrile?a hasta el marzo anterior. Sin embargo, todav¨ªa no ha presentado ning¨²n resultado. ¡°Se lo est¨¢ tomando... con mucho inter¨¦s. Me gusta que se haya permitido un tiempo de descanso, habr¨ªa sido desacertado que se pusiera a dise?ar la siguiente colecci¨®n deprisa y corriendo. Ha tomado aire y ahora veremos la expiraci¨®n, qu¨¦ tal es ese aire¡±, explica Loewe. Se incorpor¨® a la casa que fund¨® su bisabuelo en 1965 y ha tenido tiempo para sacar sus propias conclusiones acerca de un negocio obsesionado con la inmediatez. Y tambi¨¦n sobre su significado: ¡°Las grandes guerras limpiaron tab¨²es y estereotipos, y permitieron que pensadores como Walter Benjamin definieran la moda como una especie de teor¨ªa del eterno retorno: un tigre que se lanza al pasado, coge los slices of life, esos famosos trozos de vida y, pasando r¨¢pidamente por el presente, los deposita en el futuro¡±.
En los a?os setenta, Armani o Karl Lagereld fueron los tigres de Loewe. ¡°Lagerfeld ten¨ªa unos detalles maravillosos. Ven¨ªa a hacer las colecciones a Madrid e iba cargado con un saco enorme. ?Eran dos botellas de agua Evian! Porque pensaba que se iba a contaminar¡¡±. Sin embargo, pocos saben que tales luminarias han pasado por Madrid. ¡°Es que antes ten¨ªamos cierto pudor, que hab¨ªamos aprendido de casas como Herm¨¨s. Qui¨¦n dise?a Herm¨¨s es algo que se sabe hace cinco d¨ªas, porque antes era la maison Herm¨¨s, y punto. Pues yo ten¨ªa que salir a saludar al final de los desfiles, porque ¨¦ramos la maison Loewe y la maison Loewe solo se encarnaba en ese ser deforme y gordito que soy yo, asomando la cabecita. Bueno, no es verdad, antes no exist¨ªa esta costumbre tan c¨®moda de asomar la cabecita. ?Antes ten¨ªas que recorrer la pasarela entera!¡±. Pasado el tiempo en que los dise?adores eran an¨®nimos y el lujo, un silencioso acto de fe, hemos llegado a la era de la moda convertida en cultura, de la did¨¢ctica corporativa. Algo que suena m¨¢s rom¨¢ntico, y a la vez m¨¢s l¨®gico, en palabras de Loewe: ¡°Estamos viviendo cinco crisis al mismo tiempo y una de ellas es la del lujo. Porque ya no es lo dorado, lo pesado, lo evidente. Es algo m¨¢s sutil, m¨¢s experiencial, relativo a la cultura, al ennoblecimiento de la sociedad y del ser humano. Por eso creo que hay que hacer este tipo de exposiciones, para explicarlo y conocerlo, y conocernos a nosotros mismos¡±.
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