Problemas en el trasero
El cerebro ling¨¹¨ªstico se maneja asombrosamente bien con las polisemias
Uno de los especialistas con mejor conocimiento de todo lo concerniente a la f¨®rmula 1 explicaba el domingo 27 de abril en la radio que Kimi Raikkonen hab¨ªa tenido problemas en el trasero.
A usted le habr¨¢ parecido al leer esa frase (como a m¨ª al escucharla) que el piloto finland¨¦s estuvo inc¨®modo en su monoplaza tal vez por alguna deficiencia en el asiento. Lo habr¨¢ imaginado cambiando de postura tres o cuatro veces por vuelta, seguramente porque sent¨ªa alguna rozadura; angustiado por no poder bajarse del b¨®lido para recomponer su pantal¨®n o buscar una tuerca perdida que se hab¨ªa instalado en el lugar menos conveniente.
Nada de eso. El lenguaje de los especialistas tiene estos problemas; algunas expresiones las entienden de maravilla entre ellos y sin embargo nos suenan exc¨¦ntricas a los dem¨¢s.
La comunicaci¨®n entre personas se basa en que conecten sus respectivos contextos; y por ello conviene imaginar siempre el contexto del otro
El cerebro ling¨¹¨ªstico se maneja asombrosamente bien con las polisemias. Muchas palabras tienen significados distantes y hasta opuestos seg¨²n el contexto en que se utilicen. (No hace falta repetir aqu¨ª los insultos que, en determinado ambiente, se convierten en elogios).
?C¨®mo procesa nuestra mente los significados para que casi siempre acierte en esa descodificaci¨®n?
Los psicoling¨¹istas han estudiado tal mecanismo. Primero recibimos la informaci¨®n l¨¦xica (la expresi¨®n ¡°el trasero¡±, por ejemplo). Despu¨¦s activamos el significado m¨¢s frecuente para nosotros; y quedan en un estado latente los dem¨¢s. Si el primer significado (el m¨¢s habitual) resulta incongruente con el contexto, activamos el siguiente m¨¢s familiar; y luego el siguiente y el siguiente, as¨ª hasta dar con el sentido adecuado para el caso. Es la teor¨ªa de la b¨²squeda ordenada (Reed y Ellis), que se produce en el cerebro a una velocidad de v¨¦rtigo.
Veamos esta frase: ¡°Mar¨ªa sali¨® de la tienda y se dirigi¨® enseguida al banco. Luego se sent¨® en ¨¦l¡±. Lo m¨¢s probable es que el lector haya interpretado al principio la palabra ¡°banco¡± con el significado que le resulta m¨¢s habitual (el relativo a ese lugar adonde acude para ingresar o extraer dinero). Pero al encontrar el verbo ¡°se sent¨®¡±, habr¨¢ recuperado de inmediato el segundo sentido que hab¨ªa quedado latente en la zona subliminal de su procesador ling¨¹¨ªstico.
Lo mismo sucede con ese ¡°trasero¡± de la f¨®rmula 1. Sin embargo, a gran parte del p¨²blico que escuchara al comentarista deportivo le habr¨¢ faltado un contexto claro, que s¨ª se construye al instante en el ejemplo del banco mediante la presencia de ¡°se sent¨®¡±. Si falla el entorno que se recupera con la memoria, si no hallamos el recuerdo de una habitualidad de la palabra, la comunicaci¨®n falla.
Ahora bien, quien ha seguido las transmisiones de circuito en circuito habr¨¢ escuchado m¨¢s de una vez expresiones como ¡°tren delantero¡± y ¡°tren trasero¡±. Ese adjetivo se ir¨¢ desprendiendo para los especialistas ¡ªpor el uso o por la proximidad¡ª de los sustantivos a los que acompa?a. As¨ª sucede a menudo en el idioma: ¡°el tel¨¦fono m¨®vil¡± se convierte en ¡°el m¨®vil¡± (y en este caso no nos referimos al m¨®vil del crimen, como quiz¨¢ se le haya pasado a usted por la cabeza sin darse cuenta); ¡°el ordenador port¨¢til¡± se mencionar¨¢ como ¡°el port¨¢til¡±; ¡°un coche cuatro por cuatro¡± se llama ¡°un cuatro por cuatro¡±¡ Y el tren trasero, a causa de la reiteraci¨®n, parece denominarse ya para los familiares del asunto ¡°el trasero¡±: es decir, las ruedas de atr¨¢s.
Todo eso ocurre porque el significado no est¨¢ en las palabras, sino en el reconocimiento de lo que se quiere expresar con las palabras (Graciela Reyes, 2002). Si decimos ¡°me gustan los coches de Alberto¡±, se puede entender que Alberto posee varios autom¨®viles; pero tambi¨¦n que administra un concesionario.
La comunicaci¨®n entre personas se basa en que conecten sus respectivos contextos; y por ello conviene imaginar siempre el contexto del otro. Si el emisor piensa en las ruedas, y el receptor en el roce del asiento, el periodismo se sale del trazado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.