If, uf
La colecci¨®n de condicionales del presidente de la Generalitat, Artur Mas, se resumen en una: si deja Espa?a, Catalu?a estar¨¢ mejor
Algunos habr¨¢n exclamado ?uf! cuando escucharon al presidente de la Generalitat contestando el ¨²ltimo jueves a las preguntas de Pepa Bueno en el Hoy por hoy de la SER. La argumentaci¨®n de Artur Mas dej¨® pocos resquicios para que penetrara en ella el beneficio de la duda. Tan grandioso es el panorama que se dibuja a s¨ª mismo que parec¨ªa reclamar, como fondo musical de su ambici¨®n, una ¨®pera de Wagner. ?l acu?¨® hace tiempo que los catalanes ¡°somos as¨ª¡±, y en esa acumulaci¨®n de razones que son las personas de las que se siente representante m¨¢ximo no entran ni el pero ni el sin embargo. Le conviene escuchar a Sabina, o a Chavela Vargas, que tan buen uso han hecho, en la m¨²sica y en la vida, del sin embargo.
Esta vez me sorprendi¨® (me hizo exclamar ?uf!) esa concatenaci¨®n de ilusiones que ha fabricado sobre lo que ser¨¢ Catalu?a si se desgaja de Espa?a. En la Arcadia que dibuj¨® en esta entrevista en concreto llev¨® hasta el paroxismo su colecci¨®n de condicionales que se resumen en una: si deja Espa?a, Catalu?a estar¨¢ mejor. Pero llen¨® esos espacios entre los "s¨ªes" de tantas certezas (econ¨®micas, educativas, incluso relativas a la dependencia, a la que ¨¦l s¨ª dar¨ªa dinero, no como otros) que parec¨ªa que estaba en contacto con Pap¨¢ Noel o con los Reyes Magos.
As¨ª que despu¨¦s del ?uf! que provocaron sus certezas y tambi¨¦n ese mantra (para qu¨¦ llamar a Rajoy, no hay por qu¨¦), la colecci¨®n de condicionales me hizo pensar en el famoso poema de Rudyard Kipling, If, que tradujo hace a?os aquel hombre, Miquelarena, amigo de Ortega y Gasset; fue el que le hizo decir al fil¨®sofo, ante un sinf¨ªn de obreros con gallinas, la c¨¦lebre expresi¨®n "qu¨¦ pa¨ªs, Miquelarena".
Todo lo que quieras hacer se puede cumplir, claro que s¨ª, pero para ello has de huir del gusto por el ¨¦xito
Pues s¨ª, tanto "si" me hizo llegar a Kipling y a ese poema que tambi¨¦n les gustaba a Adolfo Marsillach y a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, personas tan diferentes. Ese poema impone al que lo lea una serie de condicionantes: todo lo que quieras hacer se puede cumplir, claro que s¨ª, pero para ello has de huir del gusto por el ¨¦xito, pues el ¨¦xito es s¨®lo la otra parte del fracaso, y te debes cuidar de los impostores, incluido del impostor que eres t¨² mismo.
No se puede descartar que el presidente de la Generalitat no haya le¨ªdo ese poema, pues es bastante conocido, incluso entre la clase pol¨ªtica. Pero si lo practicara incluir¨ªa en sus referencias sobre los ¨¦xitos que aguardan a su nuevo pa¨ªs desmembrado del antiguo (?tan viejuno!) alguna duda m¨¢s, ciertas incertidumbres que ahora mismo le dicen desde el territorio que ¨¦l mismo quiere liberar. Pero ¨¦l no est¨¢ para la duda, le ofende.
D¨¦mosle If, pues, para darle fondo po¨¦tico, e inquietante, a las aspiraciones pol¨ªticas del presidente de la Generalitat; pero yo le enviar¨ªa, envuelto en el mismo papel de la duda, otro poema que tambi¨¦n se puede usar cuando uno est¨¢ en periodo de mudanza sentimental o cuando estamos a punto de provocar un terremoto. Es el inquietante poema de Pablo Neruda Oda a las cosas rotas, que concluye avisando de que todo termina rompi¨¦ndose si est¨¢ en condiciones de romperse. Como un jarr¨®n, por ejemplo. ¡°Las cosas que nadie rompe pero se rompieron¡±. Hay jarrones muy delicados que terminan siendo ceniza, nada, ni polvo enamorado. Pues leamos a Kipling y leamos a Neruda, y luego asomemos la cabeza por la ventana de la duda. La poes¨ªa ayuda tambi¨¦n a que la gente sepa que no todo el monte es or¨¦gano.?
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