Consumo local, tambi¨¦n en vacaciones
Por Esther Alonso, que est¨¢ realizando un viaje de un a?o por Asia, Ocean¨ªa y Am¨¦rica con su pareja y sus dos hijos de 3 y 5 a?os
"Un batido de fruta de la pasi¨®n, por favor" Si escuch¨¢ramos esto en el bar de la esquina seguramente girar¨ªamos la cabeza para ver quien ha pedido tal extravaganza. Pero para millones de personas en muchas partes del mundo esta bebida es tan com¨²n como para nosotros lo es el zumo de naranja.
En cada rinc¨®n del planeta se cultivan y producen localmente diferentes variedades de frutas, verduras y otros alimentos. Esto significa que all¨¢ donde estemos, salvo ciertas excepciones, siempre tendremos la oportunidad de comprar alimentos frescos directamente de las manos del granjero o del agricultor en lugar de consumir alimentos importados.
Como indican sustainableconections.org o serresponsable.org el consumo de productos locales beneficia tanto al consumidor como al productor. Entre algunas de sus bondades destaca su mayor valor nutritivo, ya que al ser productos reci¨¦n cosechados mantienen mejor sus propiedades alimenticias, su huella de CO2 es inferior a la de los productos importados, principalmente por las largas distancias que ¨¦stos recorren para llegar a nuestras mesas, y por ¨²ltimo contribuyen al desarrollo de las econom¨ªas locales al activar y aumentar el flujo monetario y fomentar el empleo. El principal contra argumento suele ser el mayor coste para el consumidor, generado principalmente por el mayor n¨²mero de intermediarios involucrados en el proceso de comercializaci¨®n y los subsidios agrarios.
En enero me embarqu¨¦ en un viaje familiar de 8 meses por Asia, Ocean¨ªa y Am¨¦rica. Uno de los mayores atractivos y entretenimientos hasta la fecha, ha sido visitar los mercados de abastos del sudeste asi¨¢tico. Y no solo por disfrutar de una experiencia para los cinco sentidos, con olores, colores y sabores para todos los gustos, sino por el placer de adquirir alimentos reci¨¦n cosechados en los campos cercanos, por comprarlos directamente del agricultor, por la aventura de probar comidas desconocidas y por el resto de motivos mencionados anteriormente.
Mas all¨¢ de los mercados, algunos restaurantes y hoteles, y el 99% de los patios de comidas, conocidos como "food halls", se abastecen de productos locales y son una buena opci¨®n para degustar productos frescos.
Desde hace unas semanas estoy en Nueva Zelanda, donde los grandes supermercados le han tomado el relevo a los mercados de abastos de Tailandia, Camboya o Vietnam. Por suerte esto no est¨¢ siendo un impedimento para seguir consumiendo productos locales, de hecho resulta dif¨ªcil encontrar productos frescos que no sean de origen neozeland¨¦s en los lineales de las tiendas.
Nueva Zelanda es un pa¨ªs muy rico en materia prima vegetal y animal, y se enorgullece de ello a la hora de comercializarlo. Los esl¨®ganes de dos de los principales cadenas de supermercados Freschoice y New World "Owned and operated by locals" y "100% owned and operated by locals" respectivamente, transmiten claramente su inter¨¦s por la defensa y promoci¨®n de "lo local". Freschoice apoya econ¨®micamente programas sociales comunitarios por lo que comprando en sus tiendas contribuyes tambi¨¦n al desarrollo local.
Otras opciones, m¨¢s enriquecedoras para mi gusto, pero no tan flexibles para el viajero, son los mercados de granjeros que se celebran peri¨®dicamente en los n¨²cleos urbanos, o las paradas espont¨¢neas en las granjas o peque?as tiendas al pie de la carretera que anuncian la venta directa de huevos, tomates o manzanas.
Con cuatro meses de viaje por delante me queda mucho por probar y descubrir. Por el momento seguir¨¦ disfrutando de los kiwis de Nueva Zelanda.
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