Machismo y mediocridad
Derrotado en el debate, Ca?ete se defiende con un exabrupto impropio de un pol¨ªtico de este siglo
Tras la deficiente intervenci¨®n de Miguel Arias Ca?ete en el cara a cara electoral con la socialista Elena Valenciano, el cabeza de lista del PP a las elecciones europeas remat¨® la faena con un error garrafal, que desv¨ªa a¨²n m¨¢s el objetivo de hacer conscientes a los ciudadanos de las encrucijadas en juego en Europa. Una de dos: o Arias Ca?ete es un machista convencido, en cuyo caso nada tiene que hacer en el tablero de la pol¨ªtica europea del siglo XXI; o, sin serlo, ha ca¨ªdo en la torpeza de explicar su papel¨®n en el debate a dos como si hubiera renunciado a su ¡°superioridad intelectual¡± para no acorralar a una mujer, por el solo hecho de serlo.
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Comentarios de ese estilo habr¨ªan resultado pol¨¦micos en cualquier circunstancia; pero en plena campa?a, lejos de debilitar a la candidata socialista, abren un agujero de confianza entre el PP y el electorado, sobre todo el femenino, ya suficientemente confuso o indignado por la iniciativa de reforma de la ley del aborto. Tanto si el equipo de campa?a del PP est¨¢ muy desorientado como si el candidato no le hace el menor caso, la consecuencia es que la campa?a popular derrota hacia rumbos inc¨®gnitos.
No se discuten ahora las cualidades ni la gesti¨®n gubernamental de Arias Ca?ete, ni su amplia experiencia adquirida en diversas negociaciones con las instituciones europeas. Pero ha cometido un fallo enorme y no le queda m¨¢s salida que excusarse clara y r¨¢pidamente, si quiere continuar en la campa?a. De nada le vale citar a mujeres del PP como referentes ¡ªolvid¨¢ndose, de paso, de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa¡ª para orillar una inexcusable petici¨®n de perd¨®n.
Miedo al adversario
La torpeza de Ca?ete fue el estrambote de un debate con Elena Valenciano dominado por el miedo de ambas partes a las maniobras del otro. Arias Ca?ete intent¨® ser pugnaz en la denuncia de la herencia recibida de los Gobiernos de Zapatero, y Valenciano hizo lo propio respecto de la gesti¨®n de Rajoy. La candidata socialista se mostr¨® m¨¢s segura y practic¨® una comunicaci¨®n pol¨ªtica mejor que la del popular, al que las c¨¢maras sorprend¨ªan con la mirada baja entre los papeles de los que intentaba extraer argumentos para el ataque o la r¨¦plica, y lanz¨¢ndolos a borbotones una vez impuesto.
Los dos cayeron en la tentaci¨®n de utilizar el debate para personalizar el ajuste de cuentas entre sus partidos. Los ciudadanos quieren saber ad¨®nde va Europa, ese proyecto del que los pol¨ªticos predican que ser¨¢ cada vez m¨¢s importante en sus vidas; pero los candidatos consumieron el tiempo haciendo responsable al otro de la gesti¨®n de sus Gobiernos en el pasado o de lo que trajinan en el presente. Mucha discusi¨®n sobre si el rescate del sector financiero en Espa?a ha sido un verdadero rescate o no.
Tanto arreglo de cuentas sobre el paro dej¨® a los espectadores (no muy numerosos: 1,8 millones en La 1, el 9,5% de cuota de pantalla) ayunos de ideas o propuestas para atajarlo, m¨¢s all¨¢ de pedir dinero europeo para empleo juvenil.
Ni en ese ni en ning¨²n otro terreno aparecieron propuestas que ayuden a los espa?oles a entender por qu¨¦ deben movilizarse en las urnas el pr¨®ximo d¨ªa 25, obsesionados como estaban los candidatos no tanto en ganar credibilidad, como en no perderla entre sus propios votantes. Era innecesario tanto ¨¦nfasis en disipar la impresi¨®n de que dicen cosas demasiado similares o que est¨¢n m¨¢s de acuerdo de lo que parece, como les imputan otros partidos, contumaces en la denuncia del bipartidismo como la explicaci¨®n de los males del presente. En todo caso, los ausentes del debate del jueves tendr¨¢n su oportunidad, el pr¨®ximo lunes, en un debate m¨¢s plural.
Contraste con Bruselas
La obsesi¨®n por la pol¨ªtica interna no fue ¨®bice para excluir del cara a cara la corrupci¨®n¡ªapenas una menci¨®n de Valenciano a la afici¨®n de los populares por viajar a Suiza¡ª y la cuesti¨®n de Catalu?a. Todo lo contrario del debate celebrado poco antes en la sede de la Euroc¨¢mara de Bruselas entre los candidatos de cinco familias pol¨ªticas europeas a la presidencia de la Comisi¨®n. Era la primera vez que se llevaba a cabo un encuentro como este entre cinco candidatos, porque tambi¨¦n es la primera vez que cinco familias pol¨ªticas se han puesto de acuerdo para designar a un aspirante a la presidencia de la Comisi¨®n Europea. Tanto la iniciativa como el debate en s¨ª ¡ªcelebrado con p¨²blico al que se permit¨ªa aplaudir cada intervenci¨®n y retransmitido por decenas de emisoras¡ª sin duda contribuyen un poco m¨¢s a crear un espacio p¨²blico europeo.
Aunque superficial (muchas preguntas y respuestas de menos de un minuto por participante), el debate permiti¨® hacerse una idea mucho m¨¢s concreta de los asuntos transfronterizos: rescate de bancos, pol¨ªtica respecto a Ucrania, inmigraci¨®n, laicismo, corrupci¨®n; y sobre todo, del balance de las pol¨ªticas de austeridad en el sur de Europa, con la propuesta del griego Tsipras para que se condone una parte de las deudas p¨²blicas de los Estados en peor situaci¨®n. Muy determinado tambi¨¦n el socialdem¨®crata Schulz contra la evasi¨®n y el fraude fiscal.
Sobre Escocia y Catalu?a, hay acuerdo para que la UE no se inmiscuya, pero con matices: el conservador Jean-Claude Juncker y el socialdem¨®crata Martin Schulz sostienen que deben respetarse las Constituciones nacionales, mientras el liberal (flamenco) Guy Verhofstadt se remite a lo que decidan Espa?a ¡°y los catalanes¡±. La ecologista Ska Keller defiende que la UE acoja a los pueblos que se independicen, mientras Alexis Tsipras, de la izquierda radical, se muestra contrario a los nacionalismos y a la modificaci¨®n de fronteras.
Todo ello permiti¨® observar una Europa que est¨¢ en marcha. No es lo mismo que encerrarse en la mediocridad de los reproches mutuos y la elusi¨®n de asuntos candentes observada en el debate espa?ol. Es absurdo sostener que Europa es importante sin molestarse en demostrarlo.
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