La agricultura urbana no es un jard¨ªn
La producci¨®n y distribuci¨®n de alimentos pasa por la puesta en marcha de pol¨ªticas p¨²blicas urbanas que conecten e integren las ciudades en su entorno rural
El Foro Urbano Mundial que tuvo lugar hace unas pocas semanas en Medell¨ªn, arroj¨® cifras exorbitantes, aunque ya conocidas, sobre la evoluci¨®n demogr¨¢fica del planeta, pero m¨¢s alarmantes fueron los datos que demostraban la general ausencia de pol¨ªticas de planificaci¨®n cuando se trata de la alimentaci¨®n en las ciudades.
Por primera vez en la historia, m¨¢s del 50% de la poblaci¨®n mundial ya vive en las ciudades. Seg¨²n las Naciones Unidas (ONU), de mantenerse el actual ritmo de crecimiento, la cifra podr¨ªa alcanzar el 60% en 2030, y en 2050, se espera que la poblaci¨®n urbana aumente de 3.300 a 6.500 millones, a la vez que la poblaci¨®n rural disminuir¨¢ de 3.380 a 2.790 millones.
Los ¨²ltimos 50 a?os el tama?o de las ciudades no han dejado de crecer, concentrando cada vez m¨¢s y m¨¢s gente en grandes ciudades y generando un desplazamiento de poblaci¨®n como nunca ha pasado, del campo a la ciudad. Este es en un cambio que va mucho m¨¢s all¨¢ de lo cuantitativo, no es un mero trasvase de personas de un medio a otro, sino de un cambio social, econ¨®mico y cultural de incalculable transcendencia.
El actual modelo global e industrializado ha posibilitado la desconexi¨®n alimentaria de las ciudades de su entorno rural y de su propio sector primario, pasando a abastecerse directamente de mercados globales, de alimentos que pueden venir de cualquier pa¨ªs, lo que se ha venido en llamar alimentos kilom¨¦tricos. Un mercado globalizado que ha transformado sin darnos cuenta nuestra realidad, as¨ª cada vez m¨¢s consumimos productos importados, Seg¨²n el informe EatingOil: Food in a Changing Climate, el transporte de alimentos a larga distancia casi se duplic¨® en el per¨ªodo entre 1968 y 1998.
Este sistema alimentario que algunos han venido en llamar nowherefood, ya sabemos al d¨ªa de hoy que no es sostenible ni medioambiental ni socialmente. Se trata de una de las grandes causas de la crisis clim¨¢tica, y es responsable de entre el 44 % y el 57 % de las emisiones globales de gases invernadero, ni socialmente ya que es causante en muchos pa¨ªses del sur del desplazamiento de tierras dedicadas a la alimentaci¨®n local para dedicarlas a productos de exportaci¨®n poniendo en peligro su propia alimentaci¨®n.
Esta globalizaci¨®n de la agricultura ha generado adem¨¢s un cambio enorme en la evoluci¨®n de las propias ciudades, pasando de urbes de de tama?o medio, blandas, que crec¨ªan en funci¨®n de los recursos locales disponibles, conectada con su entorno y permeable a lo rural, a otra de consistencia dura, aislada de su entorno rural y alimentario.
Sin embargo, en este momento sabemos que este modelo de ciudad de crecimiento desorbitado y desconectado de lo rural solo ha sido posible por un modelo econ¨®mico basado en petr¨®leo abundante y barato, y sabemos tambi¨¦n que esto toca a su fin, por tanto estamos a las puertas de un proceso de transformaci¨®n radical del sistema alimentario.
Un sistema que ya no podr¨¢ basarse en una energ¨ªa barata derivada de combustibles f¨®siles, pero que por otro lado, deber¨¢ asegurar una alimentaci¨®n sana, a un precio asequible para amplias capas de poblaci¨®n y con una reducci¨®n radical de su impacto ambiental. Por tanto una alimentaci¨®n basada en la proximidad y en la diversidad.
Esta transformaci¨®n que ha empezado lo est¨¢ haciendo en torno al desarrollo de sistemas alimentarios locales, y por tanto la reconexi¨®n de los espacios urbanos y rurales se visualiza como una ecuaci¨®n cr¨ªtica de la que depender¨¢ buena parte el ¨¦xito de este proceso.
En este contexto la agricultura periurbana adquiere una enorme dimensi¨®n e importancia. Zonas que son particulares porque expresan una franja de transici¨®n rural-urbana donde tienen lugar dos realidades socioecon¨®micas y pol¨ªticas con caracter¨ªsticas propias, y donde tienen lugar intensos conflictos entre prioridades y din¨¢micas. Uno de los conflictos m¨¢s evidentes es y ser¨¢ el uso del suelo y la presi¨®n de la construcci¨®n y expansi¨®n de las ciudades.
Si bien este enorme desaf¨ªo est¨¢ encima de la mesa, con amplio consenso en cuanto a su importancia y diagn¨®stico por todos los actores involucrados, gobiernos, sociedad civil, comunidad cient¨ªfica e industria alimentaria, las soluciones divergen enormemente. Por ahora salvo honrosas excepciones, la realidad indica que por ejemplo en nuestro existe una ausencia total de pol¨ªticas p¨²blicas hayan afrontado este enorme reto de planificaci¨®n y transformaci¨®n social
El sistema alimentario basado en la importaci¨®n no es ni medioambiental ni socialmente sostenible
Las administraciones p¨²blicas no solo han hecho dejaci¨®n en cuanto a las pol¨ªticas y decisiones y por tanto se tratar¨ªa de una asignatura pendiente, sino que conscientemente en muchas ocasiones lo han dejado en manos de los mercados y grandes empresas alimentarias.
En este sentido es urgente reivindicar el desarrollo de pol¨ªticas p¨²blicas espec¨ªficas para estas zonas que incorporen estrategias locales muchos m¨¢s ambiciosas y planificadas de agricultura urbana y periurbana y que pongan en el centro de las mismas no las grandes multinacionales sino al campesinado y sus organizaciones.
Pol¨ªticas p¨²blicas que en primer lugar reconozcan legalmente esta especificidad y que incorporen instrumentos para la conservaci¨®n y promoci¨®n de parques agrarios, y no s¨®lo eso, sino que establezcan los instrumentos jur¨ªdicos y planes espec¨ªficos que sean capaces de generar una ordenaci¨®n del territorio pensando en esta actividad agr¨ªcola. Por tanto, que se delimite cuanto antes zonas de valor agr¨ªcola y se las proteja, debido a la din¨¢mica expansiva de la planificaci¨®n urban¨ªstica que genera un incremento exponencial del precio de la tierra haciendo inviable el acceso a la tierra.
A diferencia de lo que ocurre actualmente, estas pol¨ªticas han considerar la actividad profesional y social del campesinado, y desarrollar instrumentos que permitan cuestiones b¨¢sicas como la cesi¨®n y uso de tierras, bancos p¨²blicos de tierra y creaci¨®n de organismos gestores, as¨ª como planes de formaci¨®n profesional que posibiliten la viabilidad econ¨®mica de estas ¨¢reas y dejen de ser tratadas como meros espacios informales a la espera de ser urbanizados. Por ello, debido al actual boom del fen¨®meno de los huertos urbanos y sociales, se hace indispensable diferenciarlos claramente de la actividad agr¨ªcola.
El segundo aspecto clave ser¨¢ sin duda la gobernanza de estos espacios. Para ello es necesario pensar en la creaci¨®n de espacios de participaci¨®n y gesti¨®n de estos parques agrarios periurbanos. La sociedad tiene el derecho de participar de forma directa en la gobernanza y la gesti¨®n de los m¨²ltiples componentes del sistema alimentario, y la administraci¨®n debe poner los medios y actitud para ello. Por tanto deben crearse espacios p¨²blicos de participaci¨®n pol¨ªtica que aborden de manera integral la alimentaci¨®n desde lo local y que asegure la participaci¨®n y el liderazgo del campesinado a trav¨¦s de sus organizaciones.
En cuanto a la venta y distribuci¨®n, es esencial que se potencie los circuitos cortos y de proximidad, ya sea v¨ªa promoci¨®n de creaci¨®n de espacios como mercados locales, tiendas de barrio, ferias locales, cooperativas u otros grupos de consumo, pero adem¨¢s dando un paso m¨¢s all¨¢ hacia la creaci¨®n y desarrollo de regulaciones p¨²blicas que aseguren que un porcentaje importante de la compra p¨²blica alimentaria y la restauraci¨®n colectiva sea realizada localmente y apoyando los modelos de producci¨®n campesinos.
Por ¨²ltimo es urgente frenar y revertir el proceso de abandono de lo rural. La erosi¨®n cultural alimentaria afecta a toda la sociedad, pero especialmente a la poblaci¨®n urbana. La desconexi¨®n con el mundo rural ha llevado a un desconocimiento absoluto sobre qu¨¦ comemos, c¨®mo, d¨®nde y por quien es producido y a qu¨¦ precio. Este proceso de conexi¨®n social pasa por la educaci¨®n escolar y es indispensable involucrar a las escuelas, la educaci¨®n no formal y a toda la comunidad educativa.
La producci¨®n y distribuci¨®n de alimentos, y por tanto el aseguramiento del efectivo derecho a alimentaci¨®n en el futuro cercano pasa por la puesta en marcha de pol¨ªticas p¨²blicas urbanas y procesos de planificaci¨®n alimentaria que conecten e integren las ciudades en su entorno rural. La agricultura campesina est¨¢ llamada a ser la base de est¨¢s pol¨ªticas y sin la cual nada de esta gran transformaci¨®n alimentaria podr¨¢ tener lugar.
Javier Guzm¨¢n es director de VSF Justicia Alimentaria Global
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