Comer mal tambi¨¦n mata
La obesidad es hoy una enfermedad de pobres de cuya peligrosidad alerta la OMS
En este mundo de paradojas y contrastes est¨¢n ocurriendo cosas que no por silenciosas son menos graves. En buena parte del planeta ya muere m¨¢s gente por comer m¨¢s ¡ªy mal¡ª que por comer menos. Y as¨ª como en los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo el signo de la pobreza es la delgadez fam¨¦lica que causa la desnutrici¨®n, en los ricos el nuevo signo de pobreza es la obesidad. Una obesidad producto de comer, m¨¢s que mucho, mal; es decir, de dietas desequilibradas y altamente cal¨®ricas.
Todo ello en combinaci¨®n con un estilo de vida sedentario que, en el caso de los m¨¢s pobres, se traduce en largas horas de pasividad frente al televisor. El problema de la pobreza en las sociedades m¨¢s acomodadas es que muchas veces va acompa?ada de incultura, de falta de recursos para apreciar y saber qu¨¦ es comer bien y c¨®mo mantener una forma f¨ªsica saludable a trav¨¦s del ejercicio. La OMS ha dado las cifras del desprop¨®sito: mientras 870 millones de personas padecen malnutrici¨®n severa por escasez de alimentos, otros 1.400 millones tienen problemas de sobrepeso y obesidad que afectan gravemente a su salud.
El organismo humano est¨¢ mejor adaptado a la escasez que a la abundancia, porque en la historia de la humanidad ha habido mucho m¨¢s de lo primero que de lo segundo. El cambio repentino conduce a un exceso de peso del que se derivan afecciones cardiovasculares graves y enfermedades como la diabetes, de la que se espera una epidemia por el r¨¢pido aumento de la obesidad. En EE UU, el porcentaje de personas con sobrepeso alcanza ya al 66,3% de la poblaci¨®n. ?Debemos contemplar impasibles c¨®mo aumenta la mortalidad por comer demasiado y, adem¨¢s, mal?
Naciones Unidas hace un llamamiento a los Gobiernos para que la lucha por mejorar la dieta forme parte de sus objetivos pol¨ªticos prioritarios. Del mismo modo que se ha logrado reducir el tabaquismo, y eso se est¨¢ notando ya en la mortalidad, tambi¨¦n debe incidirse sobre la dieta. Por ejemplo regulando las grasas trans, obligando a la industria a reducir el contenido de sales y az¨²cares de los alimentos y aplicando planes de disuasi¨®n, incluidos los fiscales, para los productos insanos. Las recetas son conocidas. Lo que falta ahora es voluntad pol¨ªtica.
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