Razones por las que Jeffrey Sachs es importante
Bill Gates revisa ¨¦xitos y fracasos del economista... Y espera que los luchadores contra la pobreza no permitan que el experimento de las Aldeas del Milenio los disuada de invertir
Bono llama al economista Jeffrey Sachs ¡°la rueda crujiente que ruje¡±. Para m¨ª, Sachs es el Bono de la econom¨ªa: una persona con una inteligencia, una pasi¨®n y una capacidad de persuasi¨®n impresionantes y que est¨¢ dedicando sus dotes a hablar en pro de los pueblos m¨¢s pobres del planeta. As¨ª pues, no me sorprendi¨® que una periodista considerara a Sachs un convincente protagonista de un libro... y una forma apropiada de interesar a los lectores en el tema, posiblemente ¨¢rido, del desarrollo internacional.
En The Idealist, Nina Munk, de Vanity Fair, ofrece un retrato no hagiogr¨¢fico de Sachs y sus Aldeas del Milenio, un proyecto de demostraci¨®n con un presupuesto de 120 millones de d¨®lares destinado a ense?ar al mundo que es posible sacar a las aldeas africanas de la pobreza mediante una inyecci¨®n a gran escala de asistencia selectiva. Habr¨ªa sido f¨¢cil ¨Cy tal vez m¨¢s comercial¨C que Munk hubiera ofrecido una caricatura, acentuando las caracter¨ªsticas negativas de Sachs a costa de sus grandes dotes, pero no lo ha hecho.
Munk pas¨® seis a?os document¨¢ndose para escribir el libro, llegando a conocer bien a Sachs y pasando largas temporadas en dos de las 15 Aldeas del Milenio. Apreci¨® claramente la importancia y la dificultad de lo que Sachs y su equipo est¨¢n intentando hacer.
A diferencia de muchos libros sobre el desarrollo internacional, el de Munk es muy ameno y no es largo (260 p¨¢ginas). Yo he dicho a todos los miembros de nuestra fundaci¨®n que, a mi juicio, vale la pena tomarse el tiempo de leerlo. Es un cuento ejemplar, valioso y a veces desgarrador. Si bien algunas de las Aldeas del Milenio consiguieron ayudar a las familias a mejorar su salud e ingresos, las dos aldeas a cuyo estudio dedic¨® Munk m¨¢s tiempo ¨CDertu (Kenya) y Ruhiira (Uganda)¨C en modo alguno consiguieron hacer realidad la visi¨®n de Sachs.
Cuando Sachs comenz¨® por primera vez a planificar el proyecto, acudi¨® a nuestra fundaci¨®n en busca de ayuda. Nosotros ya apoy¨¢bamos en gran medida sus empe?os en el Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia y consider¨¢bamos inestimable que se centrara en las necesidades de los pa¨ªses pobres.
Sus argumentos en pro del proyecto inspiraban curiosidad. Iba a seleccionar un pu?ado de aldeas para centrar en ellas intervenciones intensas en materia de salud, educaci¨®n y agricultura, todo a la vez. Su hip¨®tesis era que las actuaciones ser¨ªan tan sin¨¦rgicas que iniciar¨ªan un c¨ªrculo virtuoso ascendente y sacar¨ªan a las aldeas de la pobreza para siempre. Pensaba que, si se centra la atenci¨®n tan s¨®lo en los fertilizantes sin abordar tambi¨¦n la salud o si se va tan s¨®lo a facilitar vacunaciones sin hacer nada para contribuir a la mejora de la educaci¨®n, los avances no se mantendr¨¢n sin una prestaci¨®n inacabable de ayuda.
A mis colegas y a m¨ª nos preocupaban algunos aspectos del planteamiento de Sachs. No compart¨ªamos sus suposiciones sobre la rapidez con que se materializar¨ªan los beneficios, sobre lo que ocurrir¨ªa cuando se redujera progresivamente la financiaci¨®n de las Aldeas del Milenio, sobre cu¨¢nto aportar¨ªan los gobiernos para sufragar los elevados costos por persona y sobre la posibilidad de calibrar de verdad los avances (dada la probabilidad de que personas de la zona circundante acudieran en masa a las aldeas, una vez que comenzara a llegar la ayuda). As¨ª pues, decidimos no invertir directamente en ese proyecto, aunque seguimos apoyando con gusto el resto de su labor.
Ahora que el proyecto no ha salido como estaba previsto, no voy a tirar piedras. Muchos de nuestros propios proyectos han resultado fallidos. No es f¨¢cil aportar soluciones eficaces, aun cuando se prevean todas las contingencias posibles y las consecuencias inesperadas. Existe una tendencia natural en casi todos los tipos de inversi¨®n ¨Cempresarial, filantr¨®pica o de otra ¨ªndole¨C a empe?arse en insistir ante las dificultades y los errores. Yo lo he hecho y creo que la mayor¨ªa de los dem¨¢s tambi¨¦n.
Entonces, ?qu¨¦ es lo que fall¨®? Para empezar, las aldeas que Sachs eligi¨® padec¨ªan toda clase de problemas: desde sequ¨ªa hasta disturbios pol¨ªticos. Adem¨¢s, el proyecto Aldeas del Milenio se bas¨® en un planteamiento idealista, propio de Field of Dreams. Los dirigentes de las Aldeas del Milenio alentaron a los agricultores a fin de que adoptaran diversos cultivos nuevos para los que exist¨ªa demanda en pa¨ªses m¨¢s ricos y los expertos en el terreno hicieron una buena labor al ayudar a los agricultores a producir buenas cosechas recurriendo a fertilizantes, riego y semillas mejores.
Pero las Aldeas del Milenio no invirtieron simult¨¢neamente en el desarrollo de los mercados para dichos cultivos. Seg¨²n Munk, ¡°al fin y al cabo, no se pod¨ªan exportar las pi?as, porque el costo del transporte era demasiado elevado. Al parecer, no hab¨ªa mercado para el jengibre y, pese a cierto inter¨¦s manifestado por compradores en el Jap¨®n, nadie quer¨ªa harina de pl¨¢tano¡±. Los agricultores hicieron los cultivos, pero los compradores no acudieron.
Naturalmente, Sachs sabe que reviste una importancia decisiva entender la din¨¢mica de los mercados; es uno de los mejores economistas del mundo, pero en las aldeas que Munk describi¨® Sachs parec¨ªa tener puestas unas anteojeras.
Warren Buffet gusta de decir: ¡°El espejo retrovisor es siempre m¨¢s claro que el parabrisas¡±. Por el espejo retrovisor, vemos que el proyecto nunca tuvo un modelo econ¨®mico que pudiera mantener los resultados, una vez que se acabaran los d¨®lares asignados al proyecto.
Todas las intervenciones de que constaba ¨Csalud, agricultura, infraestructuras, educaci¨®n y fondos para fundar empresas¨C ten¨ªan sentido, si se llevaban a cabo cuidadosamente, a lo largo del tiempo, pero me sorprende lo poco que Sachs investig¨® en los presupuestos de los pa¨ªses y que no se esforzara por convencer a los gobiernos para que se comprometieran a dedicar impuestos suplementarios a financiar otras m¨¢s intervenciones en el nivel nacional.
Por el espejo retrovisor vemos tambi¨¦n que muchas de las ideas de Sachs han resultado ser perfectamente correctas. Munk explica con detalle su lucha en 2007 con los donantes de ayuda internacional que se negaban a distribuir mosquiteras para camas tratadas con insecticida, porque eran partidarios de un planteamiento basado en el mercado, conforme al cual las personas pagar¨ªan una peque?a cantidad por cada mosquitera. Dicho suavemente, Sachs no hizo amigos precisamente en el proceso de defender las mosquiteras gratuitas para camas.
Con diatribas cada vez m¨¢s duras, acab¨® enajen¨¢ndose a sus posibles aliados, que desean acabar con el paludismo tanto como ¨¦l, pero la Historia mostrar¨¢ que Sachs estaba absolutamente en lo cierto. Mas adelante hemos visto que el modelo gratuito ha permitido una distribuci¨®n mayor de mosquiteras para camas ¨Cy una reducci¨®n mucho mayor del paludismo¨C que los modelos propios del mercado.
Al final, espero que los luchadores contra la pobreza no permitan que el experimento de las Aldeas del Milenio los disuada de invertir y correr riesgos. En el mundo del capital de riesgo una tasa de ¨¦xito del 30% est¨¢ considerada una ejecutoria excelente. En el mundo del desarrollo internacional, los cr¨ªticos consideran todo error una prueba de que la ayuda equivale a tirar dinero por el desag¨¹e. Cuando se intenta hacer algo tan dif¨ªcil como luchar contra la pobreza y las enfermedades, nunca se conseguir¨¢ nada consistente si se tiene miedo a cometer errores.
Yo admiro enormemente a Sachs por poner en pr¨¢ctica sus ideas y jugarse su reputaci¨®n. Al fin y al cabo, podr¨ªa tener una buena vida sin hacer otra cosa que dar dos clases al semestre y emitir recomendaciones de sal¨®n en revistas acad¨¦micas, pero ¨¦se no es su estilo. Se remanga. Pone en pr¨¢ctica sus teor¨ªas. Se mata a trabajar como nadie que yo conozca.
Sospecho que Sachs, como todos los pensadores y hombres de acci¨®n incansables, aprender¨¢ de sus errores y volver¨¢ con ideas y planteamientos m¨¢s s¨®lidos. Sachs ser¨¢ siempre una rueda crujiente que ruje... y el mundo se beneficiar¨¢ de ello.
Bill Gates es copresidente de la Fundaci¨®n Bill & Melinda Gates.
Copyright: Project Syndicate, 2014.
Traducido del ingl¨¦s por Carlos Manzano.
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