Por qu¨¦ los asesinos en masa nunca son mujeres
En la tristemente larga historia de matanzas en EE UU y Europa la aplastante mayor¨ªa de autores son varones. ?Por qu¨¦?
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Sin duda resultar¨ªa reduccionista atribuir la matanza de seis personas el pasado viernes en Santa Barbara (California) a un expediente de psicopat¨ªa agravada con frustraci¨®n sexual. pero no hace falta ser psiquiatra forense para identificar en el extenso manifiesto (137 p¨¢ginas) y en las videoconfesiones que dej¨® tras de s¨ª Elliot Rodger un resentimiento fundado en el rechazo de proporciones homicidas.
Seg¨²n ¨¦l mismo explica en la furibunda perorata autobiogr¨¢fica que dej¨® en YouTube, Rodger era un incel, un c¨¦libe involuntario, de 22 a?os que no pod¨ªa soportar m¨¢s que las chicas por las que sent¨ªa atracci¨®n invariablemente le ignoraran y ocasionalmente le humillaran con su desprecio. A¨²n peor: le martirizaba que otros chicos, en su opini¨®n menos merecedores, las conquistaran y obtuvieran de ellas ese placer (sexual y rom¨¢ntico) que a ¨¦l se le vetaba.
Rodger escup¨ªa ira por el hecho de verse convertido en un macho beta. As¨ª lo hizo constar en sus aportaciones a foros hoy cerrados, donde varones de escaso ¨¦xito compart¨ªan su rencor hacia los denominados ligones
Rodger escup¨ªa ira por el hecho de verse convertido en un macho beta: excluido por los alfa del ritual de apareamiento. As¨ª lo hizo constar en sus aportaciones al foro PUAHate.com, hoy clausurado, donde varones de escaso ¨¦xito compart¨ªan su rencor hacia los denominados ligones (pick-up artists, en su jerga algo as¨ª como artistas del ligue que proliferan en la red pavone¨¢ndose de sus infalibles t¨¦cnicas para conquistar mujeres).
As¨ª, el caso de Rodger se presenta no s¨®lo tanto como una actualizaci¨®n 2.0 del ancestral patr¨®n mam¨ªfero de conducta. Tampoco una variaci¨®n m¨¢s de la fijaci¨®n colectiva con la personalidad de los chavales estadounidenses que devienen en asesinos (que tambi¨¦n). M¨¢s bien es una denuncia de la relevancia que se le da a la virginidad y el peso que tienen las presiones relacionadas con el sexo en las mentes occidentales. De los nefastos efectos que estas presiones producen. De la extra?a fascinaci¨®n que ejerce sobre los medios de comunicaci¨®n el lado m¨¢s oscuro de la sexualidad. No hay m¨¢s que ver c¨®mo la discusi¨®n de la matanza de Isla Vista se ha centrado casi en su totalidad en esta obsesi¨®n de Rodgers. Y c¨®mo se ha destacado sobre todo las comunidades cibern¨¦ticas de profesores de la seducci¨®n a la que ¨¦l se refer¨ªa constantemente.
Los hombres externalizan la culpa. 'La causa de mis problemas son los otros'. Las mujeres tienden a desarrollar las atribuciones de culpa internamente" -Candice Batton, directora de la Escuela de Crimonolog¨ªa de la Universidad de Nebraska
Como vendedores de crecepelo con canal de YouTube, los gur¨²s del ligue apelan al orgullo herido y la sed infinita de los mancebos del mundo para hacer fortuna comercializando con sus ense?anzas. Aplicando la l¨®gica contable del comisionista, el objetivo de estos ¡®maestros de la seducci¨®n¡¯ va m¨¢s all¨¢ ¨Co m¨¢s ac¨¢¨C del sexo, pues no se trata tanto de obtener el placer carnal, sino de la satisfacci¨®n notarial de anotar la conquista en el Excel y demostrar que se tiene el know how. La pregunta aqu¨ª ya no es por qu¨¦ lo llaman amor cuando quieren decir sexo, sino c¨®mo llamar a esta disciplina que combina t¨¦cnicas del neurom¨¢rketing, mentalismo, programaci¨®n neuroling¨¹¨ªstica o lo que com¨²nmente conocemos como dar la tabarra hasta darle la forma de un libro, un seminario o incluso unas colonias con las que sacarle cuatro cuartos a los que van a dos velas.
De momento, y a falta de un t¨¦rmino m¨¢s elaborado, hay quien lo llama game, en referencia a The Game: Penetrating the Secret Society of Pickup Artists, la Biblia de los aprendices a seductor, firmada por el periodista Neil Strauss y traducida aqu¨ª como El m¨¦todo. Juguetones como son estos ¡®artistas¡¯, lo de game les est¨¢ bien tra¨ªdo porque hace referencia al aspecto l¨²dico y con premio final de la seducci¨®n, al hecho de que puede uno entrenarse y conseguir un rendimiento m¨¢s all¨¢ de los talentos que la gen¨¦tica le dio. Seg¨²n reconoce el propio Strauss, un prerrequisito del juego es menospreciar al sexo opuesto.
En ese oscuro pozo de odio a uno mismo y resentimiento es donde se cuece la bilis de esos hombres, rom¨¢nticos porque no tienen alternativa, v¨ªrgenes a su pesar como Rodger que, por falta de experiencia, idealizan las relaciones sentimentales. Por fortuna, la mayor¨ªa digiere mal que bien su (nuestro) lugar en la manada. El caso de Elliott fue diferente hasta alimentar un plan de venganza ¨Cretribution day lo llam¨® ¨¦l¨C, una explosi¨®n de violencia que hiciera ver al mundo las injusticias y abusos que gobiernan las relaciones sentimentales entre hombres y mujeres. En la l¨®gica resentida que impuls¨® la venganza de Rodger, la culpa de su desdicha era de los dem¨¢s: de las mujeres por ignorarlo, de los jugones por seducirlas y burlarse de ¨¦l y, de nuevo en un ciclo perverso, de ellas por dejarse enga?ar.
Esta proyecci¨®n de culpa en el exterior y el despliegue de violencia ostentosa y publicitada que le sigue son como sabemos patrones eminentemente masculinos, y es por ello que la historia demuestra que la inmensa mayor¨ªa de los asesinatos en masa son perpetrados por hombres. Seg¨²n Candice Batton, directora de la Escuela de Criminolog¨ªa de la Universidad de Nebraska citada por la revista Time, "Los hombres internalizan la culpa. 'La culpa de mis problemas son los otros. Las mujeres tienden a desarrollar las atribuciones de culpa internamente¡±, por lo que su violencia, cuando se produce, escoge formas m¨¢s sutiles e ¨ªntimas de expresarse.
El caso denuncia la relevancia que se le da a la virginidad y el peso que tienen las presiones relacionadas con el sexo en los varones occidentales
Los motivos por los que las masacres y los asesinatos en masa suelan estar protagonizados por varones puede imputarse a un milenario constructo en el que se mezclan cuestiones fisiol¨®gicas y hormonales con los roles impuestos por una sociedad patriarcal ¡ªel hombre como explorador, cazador, soldado, l¨ªder o protector, emprendedor¡ª que precisan de un despliegue p¨²blico. Tambi¨¦n lo precisa su violencia cuando, en ¨²ltima instancia y frustrados esos mandatos gen¨¦tico-sociales, la psicopat¨ªa anula todo rastro de empat¨ªa y cosifica a hombres y mujeres por igual en un modo perverso de conquista final.
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