?Qu¨¦ dif¨ªcil es casarse!
Foto: JD Hancock (CC)
Ruba es una chica de 30 a?os que lleg¨® hace algo m¨¢s de uno a Espa?a como tantos otros sirios: huyendo de la guerra. El viaje fue un infierno, como casi siempre. Dej¨® all¨¢ a su familia, sus hermanos, su vida¡ todo. Cuando lleg¨® a Madrid realiz¨® su solicitud de protecci¨®n internacional e ingres¨® en uno de los Centros de Acogida al Refugiado de Madrid. All¨ª ha vivido, ha aprendido espa?ol, ha hecho un curso de peluquer¨ªa¡ ha intentado rehacer su vida.
Empez¨® a olvidar sus problemas cuando conoci¨® a un chico espa?ol. Su nombre no importa, ll¨¢memosle Juan. Cuando el amor entra en tu vida, todo parece m¨¢s f¨¢cil, las tristezas no lo son tanto, las nostalgias parecen apaciguarse un poco, y el mundo, de repente, parece tener unos colores m¨¢s intensos. Con Juan al lado, Ruba cree que puede enfrentarse a cualquier cosa. Lo que Ruba no esperaba es que el monstruo contra el que le iba a tocar batallar iba a ser la burocracia.
El primer asalto comenz¨® con un acontecimiento, parad¨®jicamente, feliz. Juan le pidi¨® que se casaran y ella, claro, acept¨®. Los problemas comenzaron cuando consultaron a un abogado para saber qu¨¦ requisitos son necesarios para contraer matrimonio en Espa?a. Ruba necesita varios documentos que solo puede conseguir en Siria: la partida de nacimiento, un papel que demuestre que est¨¢ soltera y un empadronamiento o algo que diga d¨®nde ha estado ella los dos ¨²ltimos a?os.
Esto, a ojos de Ruba, es imposible de conseguir. En Siria, la guerra ha puesto todo patas arriba. Lo m¨¢s grave, obviamente, son las muertes diarias, el exilio de miles de compatriotas, los heridos, los hu¨¦rfanos, el hambre¡ Una consecuencia menos visible pero que tambi¨¦n existe es el limbo en el que nos encontramos muchos sirios que nos hemos marchado. Hay papeles que nunca vamos a poder conseguir o que van a tardar much¨ªsimo tiempo en llegar hasta donde nos encontramos. Si la burocracia va lenta en Espa?a, donde no hay guerra, imaginad c¨®mo debe ser en Siria, donde todo es un caos ahora mismo.
No solo quien quiere casarse se est¨¢ topando con este problema. Tambi¨¦n hay sirios que querr¨ªan convalidar sus estudios y no pueden porque sus expedientes universitarios a lo mejor ya ni existen. Es el caso de una se?ora que conoc¨ª cuando yo viv¨ªa en el CAR. Ella hab¨ªa tenido una farmacia en Damasco durante los ¨²ltimos 25 a?os. La administraci¨®n le pide un mont¨®n de papeles para que pueda ejercer aqu¨ª, pero ella ni se acuerda d¨®nde tiene su t¨ªtulo, si lo podr¨¢ pedir a la facultad... ni siquiera sabe si la universidad donde estudi¨® sigue en pie.
Luego hay otro inconveniente a la hora de pedir un documento a Siria: que el Gobierno te lo quiera conceder. ?Qu¨¦ ocurre con los cientos de chicos que han salido corriendo del pa¨ªs cuando les tocaba hacer el servicio militar? Ellos son desertores, traidores a la patria, est¨¢n en la lista negra de El Asad. ?Les renovar¨¢n el pasaporte o les mandar¨¢n una partida de nacimiento cuando la soliciten? Yo creo que no.
Ante esta situaci¨®n, el Gobierno de Espa?a deber¨ªa replantearse los requisitos que piden a los inmigrantes, sobre todo a los que provenimos de pa¨ªses en conflicto, a la hora de casarnos, de convalidar estudios, etc. Creo que podr¨ªan ser un poco m¨¢s flexibles con nosotros, buscar otra manera de hacer las cosas. Es realmente dif¨ªcil para un sirio sacar un documento del pa¨ªs.
Parte de la familia de Ruba vive en Qamishli, una peque?a ciudad de mayor¨ªa kurda al norte de Siria. Ella se ha puesto en contacto con su hermano y le ha pedido los documentos que aqu¨ª le requieren. Primero tendr¨¢n que conseguirlos en la administraci¨®n local. Si consiguen hacerse con ellos, tendr¨¢n que enviarlos al Ministerio de Exteriores, en Damasco, para que los firmen. Luego tendr¨¢n que viajar hasta la Embajada de Espa?a en L¨ªbano para lo mismo. Y solo entonces podr¨¢n ser enviados a Espa?a. El tr¨¢mite va a tardar tanto tiempo que a lo mejor, para cuando lleguen, a Ruba y a Juan ya se les han quitado las ganas de pasar por el altar.
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